Culpa tuya, por estar pendiente de esas mierdas en lugar de entrenando. Lo sé yo, lo sabes tú, y ahora lo saben todos.
Aclarado esto sé de lo que estás hablando, perfectamente, y si no me da igual. A ladrillo seguido, podías leerlo hace meses en el Butlletí Oficial de la Generalitat, conocido popularmente como La Vanguardia, a grosso modo se trataba de recuperar unos valores simbólicos que hicieron de Catalunya THE GREATEST NATION IN THE WORLD y que se encuentran amenazados a causa de las olas migratorias charneguiles que ha padecido el pequeño barco que es Catalunya, y que permitirán al capitán Artur Mas aprovechar la cadencia sincrónica de los remos, que son los ciudadanos, para derrotar el Eje del Mal. Y la desidia. Y los cosmopolitas. Y la clase obrera.
El conseller Josep Lluís Cleries citaba unos palabros que me serviran para comentar una idiotez bastante intrascendente, luego entraré a saco con lo que de verdad importa: "el filósofo Zygmunt Bauman habla de la modernidad líquida, de una sociedad que se mueve según premisas poco consistentes, y nosotros lo que queremos es recuperar valores más sólidos"
Me gusta la gente que cita Zygmunt Bauman porque son gente honesta, gente que va de cara, con el corazón en la mano, gente sencilla que te mira con unos ojos húmedos de cachorro de perrera y que con una voz tierna como un padeflauta de jamón york te dice SOY UN SUBNORMAL. Y encima de subnormal, indocumentado. No os hablaré de Bauman ni de la posmodernidad porque el médico me lo ha prohibido. El indicador de secreción de bilis iría subiendo del 1 al 10 para pasar seguidamente al ON FIRE si empezara a hablar de ese viejo satánico hijo de puta que se dedica a vender pasquines con el objetivo LÍQUIDO (modermidad, amor, urbanismo, educación, empresa, ética, comunicación, bigas de hierro colado, todo es líquido para Bauman) donde denuncia la volubilidad de TODO (valores, sentimientos, conocimiento) cuando él es el primer hijo de puta en enchufarnos la primera idea refrita y embutida en calzador dentro del ámbito más inesperado. Bar restaurante Zygmunt, especialidad en croquetas sociológicas. Odio esos putos libros de Bauman con sus portadas blancas, de línias suaves y eficientes, diseño suizo, etéreo: inodoros, insaboros, incoloros como un anuncio de compresas: los tienes en las manos y parecen pequeños y delicados fantasmas de neonatos a punto de escurrirse entre tus dedos y disolverse en cientos de minúsculos angelitos de algodón, pero aún así yo huelo aquella puta peste a fritanga a chiringuito de Salou.
Bueno a lo que iba. El puto problema no es que niege el análisis sesudo del tío ese, lo que pasa es que lo que dice ese anciano judío demoníaco es aplicable a la época actual y a la antigua Babilonia. Los valores nunca han sido unitarios. Una cosa muy distinta es que antes la disensión no pudiera emerger a la luz. El 99% de la gente era analfabeta, no existía la opinión pública y tanto el poder como la oposición tenían más puntos en común que divergencias. Es absurdo pensar que todos los griegos de la antigüedad iban a una y si hemos recibido las épocas y culturas pretéritas como bloques monolíticos es porque la política y la historia la organizaban entre cuatro maleantes.
Los valores catalanes de CIU quizás no son en realidad tan catalanes. No quisiera generalizar pero los valores identitarios catalanes me parecen, en realidad, una puta mierda. Para empezar el seny y la rauxa. Para reírse del retrasado de alberto está bastante bien, pero en realidad no cuela. Con el seny nos apropiamos de todos aquellos valores identitarios positivos desde la óptica calvinista-capitalista europea: educados como los franceses, trabajadores como los alemanes, innovadores y eficientes como los suecos. En cambio, la rauxa nos sirve para citar a Dalí, Llull o Francesc Pujol cuando un puto andaluz de mierda nos acusa de ser "desaboríos", "muy suyos", "acartonaos" o "estreñios" o, sencillamente, de ser una cultura gris construída desde los intereses burgueses decimonónicos. Los catalanes queremos tener lo mejor de cada casa. Una identidad para ir a trabajar, una identidad urban, casual, y otra de domingo, para mudar. Cosa que, aparte de contradecir los principios de CIU, tampoco es tan original, ya que los alemanes son los máximos exponentes de esta identidad binaria, con aquella ética del trabajo tan espartana y aquellos ramalazos de chiflado romántico por el arte, la naturaleza y Dios: Martin Heidegger retorciendo las posibilidades del lenguaje con precisión de psicópata para torturar eternamente a los estudiantes de letras. Malvado.
Catalunya es víctima de su identidad oficial. Por un lado la cultura del esfuerzo y el trabajo que nos metió por el culo la burguesía vuitcentista, y de la otra la cultura cristiana pasada por el tamiz buenrollista de los clubs excursionistas que popularizó Jordi Pujol y heretaron los esplais (nota de interés: en las Terres de l'Ebre no existe la institución de l'Esplai. Esperando confirmación oficial de 1984, quizás eso explique MUCHAS cosas).
El resultado de este remix vomitivo se puede resumir en la idea que
se puede prosperar a través del esfuerzo constante y que al enemigo no hay que derrotarlo, sino convivir con él a través del diálogo y la educación. Esto como ideario nacional utópico es de puta madre, pero el problema es que los catalanes nos lo hemos creído e incluso lo hemos interiorizado. Estados Unidos también se define como el país de la libertad, pero en ninguna otra región civilizada del mundo hay tantas armas de fuego como en la tierra de las oportunidades. También los gabachos dicen dibujarse dentro del área formada por los vértices de la libertad, la igualdad y la fraternidad, pero no hay en este universo hijos de puta con ambiciones más netamente coloniales y sed de destruir culturas tan desvergonzada como la suya.
Pero el pobre catalán es un inocente y un desgraciado. Sale Pep Guardiola por la tele diciendo que si madrugamos y trabajamos INNNNNNNNNNNNNNNTENSAMENT seremos un país IMMMMMMMMMMMMMMPARABLE y va el catalán y se lo cree. Si este discurso te lo suelta el director de la empresa donde curras cojerías ipso facto el pincho de un compás y le dibujarías el símbolo del dólar enmedio de la espalda, pero lo dice Sant Guardiola y de rodillas con las bragas mojadas en peregrinación hasta Montserrat, porque el Barça ha asumido la
articulación identitaria nacional que antes correspondía a l'Estat. Y esto puto Becerro hijo de puta, no tiene nada que ver con que los catalanes sean chupis, perroflautas o con las colonias fenicias de tu puta madre: es el signo de los tiempos. Porque que un Estado te diga cómo tienes que ser es feo, queda fascista, ASCO. Pero en cambio que te lo diga un ente privado es guay porque nadie te obliga a seguirlo. La mayoría de personas se definen antes por los valores de una marca/empresa/club que por los valores tradicionales de un Estado, ahí tienes centenares de millones de subnormales conectados a su dispositivo apple drenador de vida para corroborar lo que digo.
Lo curioso del caso Barça-Catalunya no es eso. Lo curioso es que los valores sean simétricos entre el club y el Estado. El deporte no es política, pero puede llegar a serlo. El caso del Barça es claro, y que durante la recogida de la medalla de honor del Parlament de Catalunya Guardiola repitiera precisamente los mismos eslóganes que declamaba cuando definía su equipo solamente ratifica este vínculo. Y esto vale si eres catalán, tanto si te gusta el fuckbol como si eres del Espanyol.
Es evidente que el Barça hereda este ideario del proyecto de Estat català, se beneficia de él (el Barça es una de las marcas más valoradas del mundo, guste o no guste) y en el acto mentado se reconoció simbólicamente esta deuda con Catalunya. Pero la diferencia entre el F.C Barcelona y Catalunya es que AL BARÇA LE FUNCIONA. El esfuerzo y el buen rollo conjugados lo convierten año tras año en el mejor equipo de la historia, mal que os pese a los hijos de puta del foro, cosa que no puede decirse de Catalunya, que no es más que un país del tercer mundo con pretensiones europeas. Para continuar con el símil futbolístico, los catalanes tenemos el ideario del Barça y los resultados (de mierda) del Espanyol. Y por si aún fuera poco la catalana es una cultura odiada, ridiculizada y derrotada por sus vecinos a quien no queda más remedio que consolarse con las victorias simbólicas cada vez más vergonzosas orquestradas por los medios, como el 5-0 de hace un par de años y que por cierto os comísteis doblado, ñam ñam.
El Barça actual ha seducido incluso a los catalanes más ajenos al fútbol porque ven que TRIUNFA
a pesar, y no a causa, cernícalos, de que comparte un ideario que, en el ámbito nacional, ha demostrado su fracaso millares de veces. Pero el catalán no está habituado a la victoria. De hecho una historia colmada de fracasos ha calmado su carácter hasta convertir su alma en la de un perdedor, también influye mucho en esto el substrato cristiano-pujolista que he comentado antes, una cultura de poner la otra mejilla y la otra y la otra y de mientras intentar pactar convenciendo a tu rival con buenas palabras a pesar de que por culpa de sus guantazos este no entienda ni una puta palabra de lo que dices y se crea que hablas en polaco.
Y aquí entra en juego el documental que seguramente vistes, si no es este me da absolutamente igual, de l'Equip Petit.
Un documental que causó furor, furor. Os gustará mucho si lo que os mola es ver chavales en calzones cortos. Pero lo que atrae al catalán medio de este rollo es una cosa bien distinta, este modesto equipillo formado por los niños de las escuelas Margatània y Cossetània de Vilanova i la Geltrú comparte valores con el Barça, y por ende, de rebote, con Catalunya: trabaja con emprendedoría, goza del deporte, respeta al rival, mantiene un constante espíritu de superación y combate la derrota con ilusión. Desafortunadamente, si el Barça es derrotado 3 o 4 veces contadas por temporada, a l'Equip Petit le alisan las costuras en todos y cada uno de los encuentros. Los rivales, un año mayores que ellos, los acribillan con pepinaco tras pepinaco, sin compasión, a cuchillo, como si con cada gol que le marcasen a ese pequeño equipo de patatas se ganaran un palmo de Cielo.
Atribuyo el éxito de este documental a la
incomodidad que siente el catalán cuando llega a la cima del poder, a pesar de que este éxito sea meramente simbólico, conseguido a través del Barça. Porque todos sabemos que no existen las victorias limpias y que si respetas al rival se te va a follar. Y el catalán sabe que si debe escoger entre sus principios y exterminar al rival, escogerá sus principios y perecerá. Porque al Valhalla sólo se llega construyendo una escalera con los cráneos pisoteados de tus enemigos.
L'Equip Petit retorna al catalán su verdadera imagen y le saca de encima la presión de la victoria prometida por el Barça. Para Catalunya la victoria es el objeto A de Lacan: quiere dirigirse hacia ella, pero no quiere llegar hasta ella. No quiere ser como los victoriosos, y secretamente sabe que tras el éxito del Barça quedan centenares de clubs fulminados por su ascenso glorioso. Por eso últimamente abundan los exabruptos, manifestaciones multitudinarias, declaraciones pseudonazis en la cola del súper, situaciones que te hacen pensar que esto está a punto de estallar, que la tensión es insostenible y al final... NO PASARÁ NADA. CIU pactará con el gobierno de turno y otra vez a rodar el molino. Y no pasa nada porque no queremos, el catalán sabe que su sitio está entre los perdedores, la historia lo ha demostrado en cientos de ocasiones menos en un par de siglos, que ya pasaron, en los que fuimos los auténticos ass-kickers, los nazis dominadores imperialistas que sojuzgaban y repartían hostias e imponían impunemente su voluntad en la mar mediterranea, cortando el bacalao.
La eternidad nos espera, y nosotros la recibiremos con la vista muerta, apilotonados con el resto de cráneos pelados, solamente un peldaño más que conduce a los Dioses hasta su paraíso nacional de perico y putas del este.