Aplaudo la postura del Presidente (con mayúscula) de Panamá. Que a él (a su pueblo) no le van a sacar ni un chavo más. Que hay que cumplir lo firmado. Que menos excusas y más hacer bien el trabajo. Que lo que no se puede hacer es presupuestar por debajo del precio de coste y luego pretender que la fiesta la paguen los de siempre.
Con los cojones más grandes que los de cualquier pelele que hemos tenido aquí de gobernante.
Y ojito con que Sacyr paralice las obras, porque la que se puede montar en los tribunales (donde llevan todas las de perder) si el Gobierno de Panamá (ámbas con mayúscula) denuncia a la constructora, puede provocar hasta la desaparición de la empresa.
De todas formas, Sacyr no ha hecho más que reproducir su modus operandi. Porque aquí en Ex-paña se trabaja así. Se presupuesta por debajo de coste, y luego se van pidiendo ampliaciones de la inversión hasta que todos los escalafones de mangantes e hijos de puta que están metidos en el ajo se dan por satisfechos. Total, que lo que se presupuesta en 100 acaba costando 1.000, y como los encargados de construir están conchabados con los encargados de dilapidar el dinero, aquí no se queja ni Dios.
Pero en Panamá (con mayúscula) han pinchado en hueso. Y bien que me alegro.