vincenzolaguardia
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Genial artículo de Ernesto Pombo, al fin alguien que no está en la orbita de tele 5, TV3 y todos los recientes enamorados de la fórmula 1 que tiene este pais.
LO QUE Fernando Alonso quiere es que a cada niño que en este país sueña con ser piloto el Estado le compre un kart y le haga un circuito. Aunque haya quien se muera de hambre. Lo que Alonso quiere es que a cada niño que aspira a ser jinete, el Estado le compre un caballo le levante un establo y le ponga una pista de obstáculos.
Todos, en algún momento de nuestras vidas, quisimos ser pilotos de fórmula 1 e incluso hacer submarinismo en el Adriático. Pero nuestros papás se encargaron de quitárnoslo de la cabeza, sólo con una mirada. Y ni se nos ocurrió pensar en el Estado. Entre otras cosas, porque sabíamos que nuestras extravagancias habíamos de subvencionarlas nosotros mismos. El Estado está para financiar las de otros.
Pero Alonso, no. Alonso cree que el Estado está para cumplir nuestros caprichos. Por eso, ahora que ha ganado el mundial de F-1 y que se empeta 2.000 millones al año de las desaparecidas pesetas, le reprocha al país el escaso apoyo que le ha dado. Y como prueba de su malestar no se le pone al teléfono al máximo representante del deporte español y anda por ahí diciendo que nadie le prestó ayuda.
Fernando Alonso va muy deprisa por la vida y eso se nota. De ahí que desconozca que hay miles de atletas, de piragüistas y ciclistas que entrenan en la nieve, se duchan en agua fría, no ganan ni un céntimo y tampoco el Estado les compra las camisetas. Como anda tan deprisa, Alonso cree que los sanatorios, las escuelas y las autopistas nos las traen las cigüeñas de París. Y que el Estado está para subvencionar los sueños de los niños. Eso le ocurre porque ha ganado un mundial, corre que se las pela y vive en la inopia. Corre tanto que no le queda ni tiempo para ser solidario, correcto y elegante. Quizás por todo eso le han dado el Príncipe de Asturias.
ERNESTO POMBO
LO QUE Fernando Alonso quiere es que a cada niño que en este país sueña con ser piloto el Estado le compre un kart y le haga un circuito. Aunque haya quien se muera de hambre. Lo que Alonso quiere es que a cada niño que aspira a ser jinete, el Estado le compre un caballo le levante un establo y le ponga una pista de obstáculos.
Todos, en algún momento de nuestras vidas, quisimos ser pilotos de fórmula 1 e incluso hacer submarinismo en el Adriático. Pero nuestros papás se encargaron de quitárnoslo de la cabeza, sólo con una mirada. Y ni se nos ocurrió pensar en el Estado. Entre otras cosas, porque sabíamos que nuestras extravagancias habíamos de subvencionarlas nosotros mismos. El Estado está para financiar las de otros.
Pero Alonso, no. Alonso cree que el Estado está para cumplir nuestros caprichos. Por eso, ahora que ha ganado el mundial de F-1 y que se empeta 2.000 millones al año de las desaparecidas pesetas, le reprocha al país el escaso apoyo que le ha dado. Y como prueba de su malestar no se le pone al teléfono al máximo representante del deporte español y anda por ahí diciendo que nadie le prestó ayuda.
Fernando Alonso va muy deprisa por la vida y eso se nota. De ahí que desconozca que hay miles de atletas, de piragüistas y ciclistas que entrenan en la nieve, se duchan en agua fría, no ganan ni un céntimo y tampoco el Estado les compra las camisetas. Como anda tan deprisa, Alonso cree que los sanatorios, las escuelas y las autopistas nos las traen las cigüeñas de París. Y que el Estado está para subvencionar los sueños de los niños. Eso le ocurre porque ha ganado un mundial, corre que se las pela y vive en la inopia. Corre tanto que no le queda ni tiempo para ser solidario, correcto y elegante. Quizás por todo eso le han dado el Príncipe de Asturias.
ERNESTO POMBO
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