Un argumento irrefutable a favor del toreo es que algo ahí debe haber que causa verdadero fervor cuando toda esa gente va a verlo durante horas con cuarenta grados de sol en la puta cabeza. Digo yo que no irán solamente cocidos de sol y se llevarán una buena bota fresca, pero eso no les quita ni una pizca de mérito, añade aún más si cabe.
Siempre será, como lo está siendo, un debate descompensado, con una y otra parte enfrentando argumentos que están a distintos niveles. Los antitaurinos ponen sobre la mesa argumentos de facto, como son la tortura y la muerte de un animal en plaza pública, mientras que los taurinos buscan argumentos culturales, económicos e incluso históricos para defenderse. Por eso nunca habrá entendimiento ni solución, como por ejemplo pueda serlo con corridas en las que el toro no muera, y que al final de la lidia sea devuelto a los corrales para la cura de sus heridas, como sucede con los toros indultados. Una corrida descafeinada, sí, ya lo sé, pero podría servir de mediación. Eso nunca sucederá.
Como tantas y tantas cosas de este país, que empiezan con bulos, globos sonda, escaramuzas y porculeo a cuentagotas, las corridas ya empezaron hace tiempo su cuenta atrás hacia la desaparición. Recordemos que fueron prohibidas en Cataluña, y que más tarde el Constitucional anuló la prohibición. Así que no falta mucho para que a la tauromaquia le empiecen a poner trabas, límites y demás zancadillas para que al final caiga en la derrota. Seguramente le meterán banderillas de impuestos, hasta que la cosa acabe siendo poco rentable. Además, las nuevas generaciones no están por la labor de mantener algo así. Excepto los cuatro gatos que coman de ello, no veo yo a los plestichoneros y yutubers veinteañeros de hoy en día yendo a ver una corrida por la que hay que aflojar una pasta considerable.
Dicho lo cual, me posiciono en la tauromaquia como en tantas cosas de esta vida española que me ha tocado vivir: no me gusta especialmente, pero me no me molesta. No me ofende, ni me preocupa. Lo que sí me jode enormemente es que se haga una guerra machacona a este problema menor de nuestra "cultura" mientras tenemos a chusma metida en el congreso, a los Pujol al completo esperando a que muera el padrino de la saga para que el tiempo en el banquillo de los acusados sea poquito, al Pugdemonguer huido cual rata de cloaca y dando por culo vía satélite, a los sindicatos recibiendo millones cada año para inflarse a langostino, la vivienda en unos precios inflados, los sueldos misérrimos y el preludio de un otoño con Covid19. Si con ese panorama me preocupara que un toro muere a espada, sinceramente yo tendría un grave problema.