Mirad, separarse es una mierda. No porque sea un trauma dramático o un drama traumático, simplemente porque es muy pesado. Se lo tienes que contar a todo el mundo, en el delicado caso de que conozcas a alguien, que afortunadamente no es el mío. Repites las mismas frases unas 50 veces, alocuciones que normalmente terminan en "pero lo llevamos muy bien" y "no por eso dejaremos de ser amigos". Usadlas, os darán un punto interesante y os demuestra que sois muy maduros. Pero es una mierda.
Lo es porque ni siquiera es una separación como Dios manda. No hay gritos ni hostias ni te emborrachas hasta caer penosamente al suelo o vomitar en el bar más asqueroso de tu barrio. Nuestra generación ya no se separa, sencillamente "deja de estar juntos" y chateamos con las ex, como Rubén. Somos así de modernos. Y es una mierda.
Tampoco es nada en concreto, solamente la materialización de que hemos superado el camino/mandra que te lleva desde la constatación de que la cosa no funciona hasta el momento en que te encuentras haciendo cajas de pertenencias mutuas. El típico repartimiento de libros, muebles y fotos, bendita era de la fotografía digital, que básicamente te deja la casa medio vacía y con la certeza de que cuando tengas invitados parecerás menos guai porque ya no tendrás aquél libro de Vila-Matas a la vista de todo el mundo, como diría De la Jerna. Qué puta mierda.
Mi consejo como bodybuilder amateur y tío extremadamente arisco, y trabajando para serlo cada día más, es que viváis siempre solos. Hacer vida en pareja es bonito, pero hacedlo en casa de ella.