Frente Negro
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LO INTOLERABLE: ETA VICTIMA DEL FRANQUISMO
Redacción.- Como cada semana, Catalunya y su “tripi” dan que hablar. Una vez más ha sido ERC, quien ha dado la nota: los etarras detenidos durante el franquismo deben recibir el estatuto de “víctimas del genocidio” (Joan Tardá, portavoz adjunto de ERC en el parlamento). Con esta estúpida petición se rebasa de nuevo el límite del sentido común, la decencia y la tolerancia: si los etarras son victimas, la gente a la que asesinaron ¿qué son? De lo que no cabe la duda es de que ERC es algo gracias a ZP y a Maragall.
LA IZQUIERDA, CON LA CARTERA A LA DERECHA Y LA MIRADA HACIA ATRAS
En España, la izquierda es la más estulta y analfabestia de toda la Unión Europea. De poco importa que desde los tiempos de Carrillo se haya revestido de una patina de intelectualismo y enjundia cultural. Lo cierto es que la izquierda –muchísimo más que la derecha- ha sido víctima del hundimiento continuo de sus ideales: se les hundió el proyecto revolucionario, de les hundió el marxismo, por hundírseles, se les hundió el muro de Berlín. Y lo que es peor: sus mitos, uno tras otro, se fueron hundiendo a la misma velocidad con que buena parte de su clientela se reciclaba en la derecha o intentaba sentarse junto a “beautifoul people” de las dos primeras legislaturas socialistas.
La izquierda antifranquista era capaz de leer libros ilegibles de los más plúmbeos y neuróticos pensadores marxistas, sólo para cultivar el intelectualismo en la creencia de que así ligaban algo más. Y ligaban. Luego vinieron los divorcios, las canas, las barrigas y la ruina del ideal. Los izquierdistas de los 60, ya no son los últimos revolucionarios del ayer, sino los primeros amargados del presente.
A la izquierda le queda solo el pasado. La historia en su concepción histérica. La historia como mito “progresista”. La miseria ideológica y existencial de las gentes de izquierda se resuelve con una mirada hacia atrás en la historia. Da tortícolis con sólo pensar en lo que ERC o IU ponen el mayor interés: que vuelva el archivo de Salamanca, que se haga un monumento al maquis, en el mismo pueblo en donde se derriba otro a Franco o a José Antonio, que si los presos, que si los deportados de Buchenwald, etc. Ideales, todos ellos muy dignos, pero que están tan fijados en el ayer que, a costa de mirar hacia atrás, buena parte de la izquierda se ha perdido entre las brumas del pasado.
LA “RECONCILIACION” QUE NO LO FUE TANTO...
Por nuestra parte pensamos que lo mejor para superar el drama de la guerra civil es olvidarlo de una vez por todas y para siempre. Olvidarlo por que de lo contrario, las luchas políticas del presente se van a enconar más con referencias a las “dos españas”, a los horrores que uno y otro bando cometieron durante la guerra civil (¿quién más y quién menos?).
El stalinismo carrillista –si, el que Carrillo contribuyera a moderar al PCE durante la transición y éste fuera uno de los factores democratizadores, no puede hacer olvidar su origen político, sus fidelidades de juventud y madurez, y mejor no hablar de su odioso papel durante la guerra civil- era tan cínico como mentiroso: hablaba constantemente de “superar la guerra civil”, de “reconciliación”, cuando en realidad, lo que pretendió siempre era la revancha.
Mientras a Carrillo se le llenaba la boca aludiendo a estos tópicos y siempre había algún ingenuo que le creía, en su cerebro lo que permanecía era el “ajuste de cuentas” con el pasado. Y con Carrillo, buena parte de la izquierda pensaba en los mismos términos.
Por que una cosa es reconocer los derechos a los excombatientes y exmilitares republicanos (mi abuelo lo era y mi padre fue combatiente nacional; es decir que en mi propia familia estuvo bien presente el drama de lo que fue la guerra civil), revisar indemnizaciones a partidos por expropiaciones, etc., y otra muy diferente, reivindicar cada vez mayores cotas de condena al otro bando. ¿Reconciliación? Eso se hace mediante la superación, y no insistiendo en la pasada legislatura -¡68 años después!- en la condena al período franquista: el franquismo es historia, sólo historia y nada más que historia. Como la insurrección de Viriato, las guerras médicas o los cien mil hijos de San Luis... La historia no se juzga en los foros legislativos, la historia se estudia, se valora y se enseña. Y, en ocasiones, se enseña para evitar lo que debió evitarse: la jodida guerra civil.
CUANDO LO NORMAL ES SUPERADO POR LO INTOLERABLE
Es admisible defender los derechos de los excombatientes republicanos. Es admisible recuperar las fosas comunes con víctimas de uno y otro bando y darles una sepultura digna. Sería admisible, sobre todo, que cada año, excombatientes de uno y otro bando se dieran la mano: la guerra civil ha sido superada en el corazón de la mayoría de los españoles. No, desde luego, en el corazón de una izquierda que huye de su miserable presente para mirar hacia atrás y encontrar en el pasado motivos de inspiración que hoy le faltan.
En el viejo edificio carcomido del PCE, los sucesivos fracasos cosechados, le impulsan una u otra vez a refugiarse en “papá”, es decir, en la glosa, loa y alabanza a los excombatientes antifranquistas. Bien, están en su derecho. No vamos a ser nosotros quienes les reprochen honrar a los que tuvieron valor para defender sus ideas en los frentes de batalla. A condición, claro está, de que ellos no se sorprendan de que otros honren también a sus excombatientes. Y a sus muertos y a los fusilados por las balas de la república. Y, sobre todo, habría que pedirles que no utilizaran el recuerdo y el homenaje a los abuelos excombatientes en campañas políticas. Por que eso implica no terminar nunca de superar aquella tragedia española.
Y en eso llega ERC. ERC que fue incapaz de movilizar, como todo el independentismo catalán, un solo batallón en defensa de la República, que estuvo ausente del maquís y de la resistencia antifranquista. Que no tuvo ni muertos, ni presos políticos, que no tuvo absolutamente ningún papel, ni siquiera de tercer orden en la oposición al franquismo... esa fue la ERC. Un cero a la izquierda durante 40 años. El primer muerto de “Terra Lliure”, Martí Marcó, era, al mismo tiempo, militante de la juventudes de ERC, el JERC. Pero su muerte ocurrió en 1982, cuando la lucha antifranquista hacía siete años que había terminado y vivíamos un razonable nivel de libertades públicas. Es entonces cuando a unos atontados de JERC se les ocurre hacer atentados...
Podemos entender que el PCE defienda a los que se sacrificaron por él. Pero no así que ERC intente hacer olvidar su desaparición durante 40 años en la historia de la oposición antifranquista, pidiendo, oíganlo bien, los derechos de los presos de ETA como “víctimas del franquismo”. Por que eso es justamente el último disparate de ERC... No tienen nada propio que defender, por que sus miembros se tomaron 40 años de vacaciones. Y es entonces cuando recuerdan a los criminales de ETA. El límite de lo tolerable se ha rebasado.
EL 20-N NO MARCA UNA DIFERENCIA ENTRE DOS TERRORISMOS
En julio de 1975, el FRAP asesinó a un policía nacional cuya “tarea represiva” consistía en ser el barbero del cuartel. Los terroristas del FRAP eran criminales antes del 20-N y después de la muerte de Franco. Como los de ETA. Las víctimas de la calle del Correo, el Guardia Civil de tráfico, Pardines Arcay, la primera niña asesinada por un tiro perdido de un etarra, el guardia civil muerto por un atentado del Front d’Alliberament Catala en 1973 junto a la Delegación de Hacienda, todos ellos, todos sin excepción, eran víctimas inocentes. Y sus asesinos, eran asesinos, y no precisamente inocentes. El día antes del 20-N existían la misma dificultad en justificar los asesinatos que el día después.
ETA entre 1976 y julio de 1977 consiguió trasladar a la izquierda española un espejismo: que sus asesinos encarcelados eran “demócratas” que merecían el reconocimiento por sus crímenes anteriores, en la forma de amnistías y extrañaciones. Y la izquierda española aceptó. “Contra terrorismo, democracia” decía “Cuadernos para el Diálogo” clamando por la amnistía de los detenidos y condenados por delitos de sangre en los últimos años del franquismo. Todos fueron liberados... y el terrorismo siguió. El Estado demostró debilidad y la debilidad se paga: a partir de la amnistía de 1977 el Estado había demostrado que tenía la mandíbula frágil. Los etarras aún viven de esta creencia: que el Estado puede sentarse a negociar y que, gracias a la izquierda dará su brazo a torcer.
Ahora bien, es cierto que los presos liberados en 1977, mayoritariamente se han integrado a la vida civil y política en posiciones muy diferentes a las de su juventud. La sociedad les perdonó. Bien, el perdón sirvió para reinsertarlos y, en ocasiones, para convertirlos en férreos defensores de posturas antiterroristas. Bien, lo podemos entender haciendo un esfuerzo...
... lo que ya nos resulta imposible admitir es que ahora ERC pida para los etarras que planificaron la colocación de explosivos, para los etarras que colocaron la bomba de la calle del Correo y para los etarras que asesinaron al presidente del gobierno y a sus escoltas y a tantos y tantos otros ciudadanos anónimos, el mismo trato que para militantes, obreros y estudiantes, que condenaron siempre la violencia. Antes del 20-N de 1975 también hubo víctimas. Y las víctimas y sus familiares eran de la misma carne y hueso que los que se unieron a ellos después del 20-N de 1975.
Las víctimas son las víctimas y los asesinos, asesinos. Al menos estos últimos tienen suerte de que la sociedad sepa perdonar y olvidar. Lo que resulta inadmisible es que un partido que estuvo completamente ausente en la oposición contra Franco y ninguno de cuyos dirigentes sufrieron represión, cárcel y fusilamientos, ni maquís, ni clandestinidad, ahora saque a la superficie el recuerdo de aquellos muertos y pretenda loar a sus asesinos. La sociedad ha querido olvidar quienes eran los asesinos, les ha dado un puesto en la sociedad democrática... pero mejor no remover la fetidez –y fétido fue el ambiente en el que nació, se creó y desarrolló ETA- por que su olor nauseabundo puede remover las conciencias de muchos españoles. Y recordar que hubo víctimas inocentes y asesinos.
Pero si algo evidencia la petición de ERC es su propia estupidez. Ya es algo. Pero también es hora de que este partidillo de mediocres y ambiciosos sin talla y sin escrúpulos, este partido surgido al calor de los errores de CiU (que amamantó un monstruito que ahora ha cobrado vida propia) y del PSC (que lo ensalzó al pactar con él aún a sabiendas de que cualquier entendimiento con una banda de independentista sin experiencia politica y sin talla, es imposible), éste partido gracias al cual ZP se mantiene en el poder, sea aislado como en Catalunya y en Madrid. Por que si hoy no está aislado es por culpa de Maragall y de ZP. Ambos tienen una excusa: ninguno de los dos se entera, finalmente, de nada. Y mientras, un país y una autonomía se van precipitando a paso firme hacia el abismo.
© Ernesto Milà – krisis.info – [email protected]
Redacción.- Como cada semana, Catalunya y su “tripi” dan que hablar. Una vez más ha sido ERC, quien ha dado la nota: los etarras detenidos durante el franquismo deben recibir el estatuto de “víctimas del genocidio” (Joan Tardá, portavoz adjunto de ERC en el parlamento). Con esta estúpida petición se rebasa de nuevo el límite del sentido común, la decencia y la tolerancia: si los etarras son victimas, la gente a la que asesinaron ¿qué son? De lo que no cabe la duda es de que ERC es algo gracias a ZP y a Maragall.
LA IZQUIERDA, CON LA CARTERA A LA DERECHA Y LA MIRADA HACIA ATRAS
En España, la izquierda es la más estulta y analfabestia de toda la Unión Europea. De poco importa que desde los tiempos de Carrillo se haya revestido de una patina de intelectualismo y enjundia cultural. Lo cierto es que la izquierda –muchísimo más que la derecha- ha sido víctima del hundimiento continuo de sus ideales: se les hundió el proyecto revolucionario, de les hundió el marxismo, por hundírseles, se les hundió el muro de Berlín. Y lo que es peor: sus mitos, uno tras otro, se fueron hundiendo a la misma velocidad con que buena parte de su clientela se reciclaba en la derecha o intentaba sentarse junto a “beautifoul people” de las dos primeras legislaturas socialistas.
La izquierda antifranquista era capaz de leer libros ilegibles de los más plúmbeos y neuróticos pensadores marxistas, sólo para cultivar el intelectualismo en la creencia de que así ligaban algo más. Y ligaban. Luego vinieron los divorcios, las canas, las barrigas y la ruina del ideal. Los izquierdistas de los 60, ya no son los últimos revolucionarios del ayer, sino los primeros amargados del presente.
A la izquierda le queda solo el pasado. La historia en su concepción histérica. La historia como mito “progresista”. La miseria ideológica y existencial de las gentes de izquierda se resuelve con una mirada hacia atrás en la historia. Da tortícolis con sólo pensar en lo que ERC o IU ponen el mayor interés: que vuelva el archivo de Salamanca, que se haga un monumento al maquis, en el mismo pueblo en donde se derriba otro a Franco o a José Antonio, que si los presos, que si los deportados de Buchenwald, etc. Ideales, todos ellos muy dignos, pero que están tan fijados en el ayer que, a costa de mirar hacia atrás, buena parte de la izquierda se ha perdido entre las brumas del pasado.
LA “RECONCILIACION” QUE NO LO FUE TANTO...
Por nuestra parte pensamos que lo mejor para superar el drama de la guerra civil es olvidarlo de una vez por todas y para siempre. Olvidarlo por que de lo contrario, las luchas políticas del presente se van a enconar más con referencias a las “dos españas”, a los horrores que uno y otro bando cometieron durante la guerra civil (¿quién más y quién menos?).
El stalinismo carrillista –si, el que Carrillo contribuyera a moderar al PCE durante la transición y éste fuera uno de los factores democratizadores, no puede hacer olvidar su origen político, sus fidelidades de juventud y madurez, y mejor no hablar de su odioso papel durante la guerra civil- era tan cínico como mentiroso: hablaba constantemente de “superar la guerra civil”, de “reconciliación”, cuando en realidad, lo que pretendió siempre era la revancha.
Mientras a Carrillo se le llenaba la boca aludiendo a estos tópicos y siempre había algún ingenuo que le creía, en su cerebro lo que permanecía era el “ajuste de cuentas” con el pasado. Y con Carrillo, buena parte de la izquierda pensaba en los mismos términos.
Por que una cosa es reconocer los derechos a los excombatientes y exmilitares republicanos (mi abuelo lo era y mi padre fue combatiente nacional; es decir que en mi propia familia estuvo bien presente el drama de lo que fue la guerra civil), revisar indemnizaciones a partidos por expropiaciones, etc., y otra muy diferente, reivindicar cada vez mayores cotas de condena al otro bando. ¿Reconciliación? Eso se hace mediante la superación, y no insistiendo en la pasada legislatura -¡68 años después!- en la condena al período franquista: el franquismo es historia, sólo historia y nada más que historia. Como la insurrección de Viriato, las guerras médicas o los cien mil hijos de San Luis... La historia no se juzga en los foros legislativos, la historia se estudia, se valora y se enseña. Y, en ocasiones, se enseña para evitar lo que debió evitarse: la jodida guerra civil.
CUANDO LO NORMAL ES SUPERADO POR LO INTOLERABLE
Es admisible defender los derechos de los excombatientes republicanos. Es admisible recuperar las fosas comunes con víctimas de uno y otro bando y darles una sepultura digna. Sería admisible, sobre todo, que cada año, excombatientes de uno y otro bando se dieran la mano: la guerra civil ha sido superada en el corazón de la mayoría de los españoles. No, desde luego, en el corazón de una izquierda que huye de su miserable presente para mirar hacia atrás y encontrar en el pasado motivos de inspiración que hoy le faltan.
En el viejo edificio carcomido del PCE, los sucesivos fracasos cosechados, le impulsan una u otra vez a refugiarse en “papá”, es decir, en la glosa, loa y alabanza a los excombatientes antifranquistas. Bien, están en su derecho. No vamos a ser nosotros quienes les reprochen honrar a los que tuvieron valor para defender sus ideas en los frentes de batalla. A condición, claro está, de que ellos no se sorprendan de que otros honren también a sus excombatientes. Y a sus muertos y a los fusilados por las balas de la república. Y, sobre todo, habría que pedirles que no utilizaran el recuerdo y el homenaje a los abuelos excombatientes en campañas políticas. Por que eso implica no terminar nunca de superar aquella tragedia española.
Y en eso llega ERC. ERC que fue incapaz de movilizar, como todo el independentismo catalán, un solo batallón en defensa de la República, que estuvo ausente del maquís y de la resistencia antifranquista. Que no tuvo ni muertos, ni presos políticos, que no tuvo absolutamente ningún papel, ni siquiera de tercer orden en la oposición al franquismo... esa fue la ERC. Un cero a la izquierda durante 40 años. El primer muerto de “Terra Lliure”, Martí Marcó, era, al mismo tiempo, militante de la juventudes de ERC, el JERC. Pero su muerte ocurrió en 1982, cuando la lucha antifranquista hacía siete años que había terminado y vivíamos un razonable nivel de libertades públicas. Es entonces cuando a unos atontados de JERC se les ocurre hacer atentados...
Podemos entender que el PCE defienda a los que se sacrificaron por él. Pero no así que ERC intente hacer olvidar su desaparición durante 40 años en la historia de la oposición antifranquista, pidiendo, oíganlo bien, los derechos de los presos de ETA como “víctimas del franquismo”. Por que eso es justamente el último disparate de ERC... No tienen nada propio que defender, por que sus miembros se tomaron 40 años de vacaciones. Y es entonces cuando recuerdan a los criminales de ETA. El límite de lo tolerable se ha rebasado.
EL 20-N NO MARCA UNA DIFERENCIA ENTRE DOS TERRORISMOS
En julio de 1975, el FRAP asesinó a un policía nacional cuya “tarea represiva” consistía en ser el barbero del cuartel. Los terroristas del FRAP eran criminales antes del 20-N y después de la muerte de Franco. Como los de ETA. Las víctimas de la calle del Correo, el Guardia Civil de tráfico, Pardines Arcay, la primera niña asesinada por un tiro perdido de un etarra, el guardia civil muerto por un atentado del Front d’Alliberament Catala en 1973 junto a la Delegación de Hacienda, todos ellos, todos sin excepción, eran víctimas inocentes. Y sus asesinos, eran asesinos, y no precisamente inocentes. El día antes del 20-N existían la misma dificultad en justificar los asesinatos que el día después.
ETA entre 1976 y julio de 1977 consiguió trasladar a la izquierda española un espejismo: que sus asesinos encarcelados eran “demócratas” que merecían el reconocimiento por sus crímenes anteriores, en la forma de amnistías y extrañaciones. Y la izquierda española aceptó. “Contra terrorismo, democracia” decía “Cuadernos para el Diálogo” clamando por la amnistía de los detenidos y condenados por delitos de sangre en los últimos años del franquismo. Todos fueron liberados... y el terrorismo siguió. El Estado demostró debilidad y la debilidad se paga: a partir de la amnistía de 1977 el Estado había demostrado que tenía la mandíbula frágil. Los etarras aún viven de esta creencia: que el Estado puede sentarse a negociar y que, gracias a la izquierda dará su brazo a torcer.
Ahora bien, es cierto que los presos liberados en 1977, mayoritariamente se han integrado a la vida civil y política en posiciones muy diferentes a las de su juventud. La sociedad les perdonó. Bien, el perdón sirvió para reinsertarlos y, en ocasiones, para convertirlos en férreos defensores de posturas antiterroristas. Bien, lo podemos entender haciendo un esfuerzo...
... lo que ya nos resulta imposible admitir es que ahora ERC pida para los etarras que planificaron la colocación de explosivos, para los etarras que colocaron la bomba de la calle del Correo y para los etarras que asesinaron al presidente del gobierno y a sus escoltas y a tantos y tantos otros ciudadanos anónimos, el mismo trato que para militantes, obreros y estudiantes, que condenaron siempre la violencia. Antes del 20-N de 1975 también hubo víctimas. Y las víctimas y sus familiares eran de la misma carne y hueso que los que se unieron a ellos después del 20-N de 1975.
Las víctimas son las víctimas y los asesinos, asesinos. Al menos estos últimos tienen suerte de que la sociedad sepa perdonar y olvidar. Lo que resulta inadmisible es que un partido que estuvo completamente ausente en la oposición contra Franco y ninguno de cuyos dirigentes sufrieron represión, cárcel y fusilamientos, ni maquís, ni clandestinidad, ahora saque a la superficie el recuerdo de aquellos muertos y pretenda loar a sus asesinos. La sociedad ha querido olvidar quienes eran los asesinos, les ha dado un puesto en la sociedad democrática... pero mejor no remover la fetidez –y fétido fue el ambiente en el que nació, se creó y desarrolló ETA- por que su olor nauseabundo puede remover las conciencias de muchos españoles. Y recordar que hubo víctimas inocentes y asesinos.
Pero si algo evidencia la petición de ERC es su propia estupidez. Ya es algo. Pero también es hora de que este partidillo de mediocres y ambiciosos sin talla y sin escrúpulos, este partido surgido al calor de los errores de CiU (que amamantó un monstruito que ahora ha cobrado vida propia) y del PSC (que lo ensalzó al pactar con él aún a sabiendas de que cualquier entendimiento con una banda de independentista sin experiencia politica y sin talla, es imposible), éste partido gracias al cual ZP se mantiene en el poder, sea aislado como en Catalunya y en Madrid. Por que si hoy no está aislado es por culpa de Maragall y de ZP. Ambos tienen una excusa: ninguno de los dos se entera, finalmente, de nada. Y mientras, un país y una autonomía se van precipitando a paso firme hacia el abismo.
© Ernesto Milà – krisis.info – [email protected]
