Acabo de ver el móvil de una puta, con todos sus agregados al guasac y esta es parte de la lista:
- Imbécil. Que le estaba mandando fotos de rosas con dedicatorias a la puta y a través de eso he pedido a la puta que me enseñe sus contactos.
-Paco 100. Siempre contrata el servicio de 100, según me ha dicho la puta. Porque tenía varios pacos en el guasac.
-Ángel sordo. Parece ser que como una tapia. Usa sonotone y cuando llama por teléfono para quedar la puta le tiene que gritar.
-José raro. Supongo que será un poco raro el chaval.
-José pepino. Le gusta que le penetren analmente y a los dildos les llama pepinos. Para la puta es Jose el de los pepinos.
-Raul rápido. No le he preguntado pero me imagino por dónde va lo de rápido.
Y un largo etc que era de descojone. Según ella no les puede guardar sólo por el nombre porque muchos se llaman igual, entonces se ve obligada a ponerles un apodo o algo que les identifique. La fríen a mensajitos de esos y la puta deja de trabajar para contestarles mientras se descojona de esos pobres infelices. Lo peor es que la muy puta es consciente de que tiene todo el poder para manipularlos y disfruta haciéndolo.
Y fotos, los clientes se hacen fotos o se dejan hacer fotos por la puta. Como si se la estuviesen ligando por el badoo o algo, no sé, estoy estupefacto.
Hoy ha comido fuera, según me ha dicho, invitada por un amigo taxista. Invitada.
Ser puta debe de ser lo más parecido a ser una deidad, se deben de sentir como diosas terrenales con su séquito de admiradores que las llevan en volandas.
Estos pobres angelitos sí que son los que necesitan ayuda por parte del Estado y no las putas, que son unas aprovechadas. Esa gente está enferma de cariño, de autoestima, de compañía, de atención.