Experiencias follescas dignas de contar

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Jark Prongo rebuznó:
Los pelos de coño, los matojos inguinales, son una de las pocas cosas agradables que puso en este mundo el niño Jesús cuando procedió a darle forma.

Si me apuráis hasta un par de pelos en el ano denotan buen gusto.

Los pelos en los pezones si que ofenden. Pero los otros muy bien, ya os digo.

Un día estaba zumbándome a una y me pongo a comerle las tetas. Cuando me fijo, veo que tiene un par de pelos. Me vestí, ofendido y le dije : "A ver, puta guarra, cuando te depiles las putas tetas follamos". Y la eché de su propia casa, me comí sus risketos y vi el Madrid - Barça
 
Vaserqueno rebuznó:
A mí el momento que me ponía burro, burro de verdad, era cuando por primera vez deslizabas tu mano bajo las bragas de una nueva amigüita, tanteando cuidadosamente su reacción. Esa expectación, ese no saber, ese territorio nuevo...
Y rozar ese pelo áspero, tosco, oloroso e impregnado de sudor y flujo vaginal, entrar en un territorio totalmente íntimo y particular... Cuando llegaba ahí sabía que el puerto estaba ganado. Me satisfacía sobremanera.
Si bien las piernas, las tetas, el culo, y tantas otras partes de la anatomía femenina se exhiben como reclamos cuando se visten como putas, el pelo del coño nunca será exhibido de esa forma. Hasta las más coquetas que lo recortan o lo eliminan, no lo exhiben.

Si lo encontraba baldío como la comprensión de Cachondo o el intelecto de forni (campeón, chaval, bro... :face:) pues me daba morbillo porque sabía que la chica en cuestión me iba a dar más caña en la cama que otra de pelo más tupido. Pero me gustaba la sensación de alcanzar esos rizos.

Seh, ese momento es muy emotivo. Como, por primera vez, se estremecen frente a tí. Es mágico. Además, sólo se puede disfrutar de ese privilegio una única vez por señorita. La única manera de renovar, es metiendo mano a una nueva tiparraca.

Y después preguntarán por qué somos tan promiscuos. ¿Quien no querría vivir eso, una y otra vez?
 
Sólo paso para disir que el megatocho de Adder es cojonudo.

Y aprovecho para contar una experiencia diecinueveañera.

En mi casa, los que me conocéis los sabéis, hemos sido siempre paupers. Ricos de espíritu, como le gusta decir a mi padre, pero pobres cual gitanos portugueses.

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Nunca tuvimos coche, pues la necesidad de afrontar los gastos corrientes consumía los dos salarios, ¡dos!, que en aquella época ochentera entraban en nuestro pisito de alquiler del south Saint James.

Haced cuenta de que no tuvimos teléfono hasta bien entrados los 80 :face:, en cuyo momento, y por la presión social y necesidad de contactar con parientes en la otra punta de la piel de toro, la CTNE nos marcó con el número 565685 de la provincia brigantina.

Bien, como he dicho, el pequeño Mongüivercito creció con una escala de valores de consumo asimilable a la de la RDA, por lo que nunca sufrí demasiado por los regalos que mis colegas del cole exhibían después de Reyes, y que sólo me ocasionaron problemas cuando ví que no podía acceder a la Master System II.

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Pero bueno, avancemos en el mierdi-relato.

Crecí y, con mi primer sueldo, como socorrista, corrí a apuntarme a la autoescuela para hacerme con el permiso.

Ahí empecé la matraca de comprarnos un coche, y comprarnos un coche, y comprarnos un coche, y comprarnos un coche...

Y si algo tengo es la capacidad de persuasión por agotamiento; soy una puta gota malaya que horada la sutura entre parietales hasta hacer reblandecer la duramadre y beyond.

De tal suerte que mi padre habló con un conocido que lo remitió a un emigrante en México de la zona de Avión, que cambiaba de Mercedes, y al que compró su antiquísimo aunque bastante bien conservado 300.

***

Con el paso del tiempo conocí a zagala, con la que traté adecuadamente y con quien hice transitar al PanzerKampfWagen por las más inextricables congostras que os hayáis imaginado en busca del placer carnal.

Donde hoy se asienta la vergüenza esa que se hace llamar Cidade da Cultura, fue no ha mucho tiempo, una elevación pelada donde no era inhabitual ver a manadas de cazadores con los perros e incipientes vestigios recauchutados de condones (42.870209,-8.521301)

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El Gaiás antes del desastre; el cuadrante inferior de nuestra izda. fue campo de tiro del Ejército. La zona calva la zona electa para el escarceo conspicuo.

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Vista desde la vereda por la que metía el autocarro.



Bueno, pues era uno de los sitios donde íbamos a yagar febrilmente.

Como el coche era grande de cojones y el asiento trasero, mejor dicho, el sofá cama trasero :lol:, la rehostia de cómodo, pasábamos el tiempo a salvo de merodeadores y con unas buenas vistas sobre la city.

Bien, pues resulta que, un día -era incipiente el ánimo pedestre quemagrasas y bicicletero de montaña-, estábamos a ello (zumba-zumba, zumba-zumba, oh-ah, ah-oh), y se nos acerca, tras los chorreantes cristales, un individuo que, desde una relativa distancia de seguridad, oteaba las evoluciones follarinescas.

Rota la magia (:lol:), pillé una Valtro Beretta 98 que le había comprado a un conocido y cuyo valor como ahuyentador conocía por haberla disparado accidentalmente en casa al pensar que el cartucho ya estaba percutido :face:

La risa que me entró en forma de ogt invaginado al atender a la vecina preguntando por el ruidazo y el pestazo a pólvora con que le abrí la puerta, no se me olvidará nunca :lol: ; thank God una adecuada ventilación, más Álvarez Gómez a tutti pleni resolvieron la papeleta

Bueno, el paisano se largó sin necesidad de esgrimir el hierro cochino y, pasado el mal trago, volvimos al hamor :lol: (:oops:)

Con el paso del tiempo, puse a la venta el coche para pillarme otro más racional y me llamó un profesor del Instituto que estaba interesado en la antigualla.

Durante la prueba, me dijo que conocía este tipo de coches y que ya había visto cómo le había dado buen uso a las amortiguaciones una tarde-noche en un recóndito paraje... :lol:

Si me dáis vuestro dies, os cuento cuando me trincó la Guardia Civil en la playa, a media noche y con el M-16 en el maletero.
 
Mongüiver rebuznó:
Y aprovecho para contar una experiencia diecinueveañera.

Creo que a más de uno le hubiese encantado que el mirón hubiese sido Manuel Delgado Villegas... :1
 
RichardYates rebuznó:
Creo que a más de uno le hubiese encantado que el mirón hubiese sido Manuel Delgado Villegas... :1

Sin mirar el Gúguel, palabrita de niño Jesús, el Arropiero, ¿no? :lol:
 
Cuando empecé a follar, allá por mediados de los años 90, las tías ya empezaban a afeitarse la raja, si no toda, casi toda. Muchas solían dejar el típico triangulo por encima del clítoris. Y siempre me pareció que una tia con felpudo era como más mujer, me daba ( y me sigue dando) más morbo, más ganas de jincarla que otra que se lo deja más calvo que la cabeza del Matamoros.

Como han dicho, antes metias mano debajo del pantalón y al notar la pelambrera, sabías que estabas con una mujer, no con una niña.
 
chotoman rebuznó:
Como han dicho, antes metias mano debajo del pantalón y al notar la pelambrera, sabías que estabas con una mujer, no con una niña.

En mi caso no es asi.
Cuando estoy con alguna y no me excita realmente, ya sea fisicamente, por su forma de ser o porque este cansado de cojones o no me guste y ya esta y no hay manera de que se me levante el mastil.
Solo necesito meter la mano en la entrepierna, si no to pelo o no, no me excita sobremanera (aunque prefiera sin), eso si, cuando meto los deditos en su rajita y esta mojada a mas no parar... ahi ya levantamos velas y vamos a por todas, se llega al "punto de no retorno"
Lo dicho como este chorreando me pone "berraco" a saco y los pelos si no estan cojonudo y si estan los quemo con la frotacion posterior.
 
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