Entonces me acordé del desfile del Orgullo Gay de hace dos años. Estaba con unos amigos en Gran Vía y justo detrás nuestra lo vimos a él. Guapísimo. Mucho. Como pocos hombres guapos he visto jamás. Estaba con
Belén López. En aquellos momentos, ambos eran conocidos por ‘
Motivos Personales’, aunque, ni por asomo, tenían la fama que ahora tiene Miguel Ángel.
Ella estaba algo más seria, pero él saltaba y bailaba al paso de las carrozas. Nos pusimos a hablar con él y nos estuvimos haciendo fotos. Estuvo muy simpático. Su sonrisa era increíble. Hasta me atreví a bromearle sobre si
Lydia Bosch también iba a aparecer por allí.
Han pasado dos años. Ahora, ya no es sólo Miguel Ángel Silvestre. Ahora, también es
El Duque.
Y quizás, a Miguel Ángel Silvestre se le permitía bailar como un marica más*. Pero seguramente, a El Duque, no. Y con lo de “permitir”, me refiero tanto a la posibilidad de que su entorno no se lo permita, como al hecho de que ya es demasiado famoso como para pasar desapercibido.