Tu puta madre.
Cualquier dia te da algo y me dejas aquí sólo contando Epopeyas y aguantando a
@Nueces.
Hombre, lo de Nueces está subvencionado, tampoco te quejes cabrón que eres el mod que más cobra por ello.
No sé qué ibais a hacer aquí sin mí.
Después de la mierda de semana pasada con la lluvia y los entrenos de bici de ciclo, que te ametrallan mentalmente, he aprovechado esta semana para hacer una carga de volumen guapa. 205 km en dos días con desniveles facilitos, el lunes unos +700 y ayer unos +1300, todo carretera por supuesto. Mola comprobar que el motor no está calado del todo porque conforme avanzan las horas y los km me siento muchísimo mejor, soy un diesel de manual, la hostia. A ver si hoy tengo ocasión y meto otros 100 pero más llanitos.
Sí a todo. Lo que se ha llamado bici estática toda la vida es psicológicamente aburridísimo, pero bueno, es lo que hay.
El tipo de ruta con la que más disfruto sin ningún genero de duda son las de muchos kilómetros sin putirrampas, acumulando un desnivel que realmente no llegas a sentir como tal. Cuando yo me meto 100 km con la btt necesito entre 5,5 y 6 horas. No sé por cuántos cambios pasará el cuerpo en ese tiempo, pero algunas de las sensaciones son maravillosas.
La primera hora siempre es caca; entre que arrancas, calientas, te metes mentalmente en la ruta, etc., es como una hora de transición. Luego vienen un par de horas realmente buenas, donde más disfrutas en todos los sentidos: vas fuerte y vas animado, con la falsa sensación de que podrías hacer 300 km. La cuarta hora es la mejor, la del nirvana. Empiezas a notar que vas micuit y el cerebro debe suministrarse un buen puñado de drogas; se queda en blanco, se dispara a pensamientos, se pone a cantar para distraer, se anima a sí mismo. El entorno, lo que hay alrededor, pasa como a un segundo plano y vas metido en ti mismo. La última hora es la del bajón; empiezas a notar que te estás quedando vació, que aunque comas el músculo ya presenta fatiga, ¿cuánto falta? Ya queda menos, subes un piñón para no quemarte y mantener la cadencia... Hasta que llegas a tu destino y se mezcla la satisfacción de la ruta terminada con la consciencia de la derrota física.
Una ruta de este tipo, además de representar una buena sesión de ejercicio físico, es una buena sesión de meditación, en la que el cerebro trabaja de formas en las que no está acostumbrado y eso es bastante placentero.