Cachondo Mental rebuznó:
Las acciones de los compradores (los tíos) y los vendedores (las tías) llevan de forma natural a los mercados al equilibrio de la oferta y la demanda.
Aquí la Ley de la oferta y la demanda tiene poco o ningún sentido. Es cierto lo que expones a nivel puramente económico, pero olvidas algo esencial: ellas no buscan lo mismo que tú, que yo o que nosotros. Una mujer ofrece su cuerpo a cambio de algo muy diferente a lo que muestras en tu gráfica. Lo que ella busca (más bien, exige) es protección, seguridad, "amor", tener hijos, una casa más grande que un palacio, una cartera abultada que la mantenga y la saque de tener que dedicarse a algo tan "sórdido" como trabajar para ganarse el pan. Si acaso, según ellas, se trabaja para redondear los ingresos del marido, pareja o amante, a fin de poder obtener todas las tonterías y pamplinas que se les antoje.
¿Qué buscamos nosotros? Nosotros demandamos chochos, y algo de cariño, sin excesos, pero esencialmente poder follar con regularidad sin pasar "hambre", tener libertad, poder disfrutar de las cosas que nos gustan y que no guardan relación alguna con ellas.
Son dos mundos paralelos que nunca convergen, nunca se cruzan, sólo se rozan tangencialmente en ocasiones, y la mayor parte de las veces acaban en un puto fracaso. ¿Cuántas veces habéis visto la situación que expongo ahora? Ella se pinta, se arregla, da lo mejor de sí misma, folla con regularidad, trata de mantener la llama del deseo en el hombre, lo provoca... Él pica, va poco a poco cayendo en la red. En cuanto ha llegado el momento en que ella considera que la pieza cazada está en el bote, segura de no escapar con facilidad, cesan los arrumacos, las pinturitas, las minifaldas, se raciona el sexo, se tienen menos relaciones ("follas menos que un casado") y todo se va yendo a la mismísima mierda.
¿Por qué? Porque
ellas ofrecen algo que nosotros NO demandamos y nosotros demandamos algo que ellas NO ofrecen. Mientras no os deis cuenta de que estamos hablando de dos mundos diametralmente opuestos, nunca alcanzaréis a contemplar la situación de una forma neutra, desapasionada y desesperanzada. Una mujer quiere una casita mona y grande, niños (muchos niños), ir de compras, seguridad económica, protección de un tío y, sobre todo, dinero, mucho dinero. No quiere vuestro pene, ni quiere saber nada de vuestra polla si no es para fecundarla en el momento que ella desee perpetuar la especie trayendo al mundo una piara de cachorros. Una vez con el bombo en la tripa, os vais a hacer más pajas que erl tonto del pueblo mirando revistas. Punto pelota final.