Precipotado
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Así es, damas y caballeros. No he podido por menos que dedicarle un post a este tremendo asunto que debería empezar a preocuparnos más de lo que en la actualidad nos inquieta.
Digo esto porque yo, por mi trabajo, trato con mucha gente todos los días. Hablo con personas de diferentes niveles económicos, hombres y mujeres, de edades muy dispares... Pero el más rico tiene algo en común con el que tiene unos ingresos menores, el más joven es semejante al más viejo en un aspecto, y por supuesto, no existe la diferencia entre los sexos para:
LA HALITOSIS
O la repugnante característica del aliento fétido en el ser humano que no cuida su higiene bucal como es debido.
Cada día me encuentro con personas que tienen verdaderos problemas con el repulsivo hálito que expelen. Y no solo es una peculiaridad hedionda, sino que además es un escollo para la comunicación. Dos personas pueden estar departiendo sobre un tema interesante, pero si a uno de los emisores le huele la boca a calcetines de gasolinero después de una semana sin habérselos quitado, el que actúa como receptor mientras este habla está pensando más en cómo deshacerse de la alcantarilla parlante que en el tema sobre el que debaten. Y eso, amigos míos, acabará extinguiendo la comunicación entre seres humanos.
Yo, que procuro mantenerme siempre limpio y con mi aliento fresco, procuro dar ejemplo a la gente con la que tengo que lidiar cada día, sin éxito por lo que puedo comprobar; gracias a mi experiencia, he podido desarrollar una ley: la Ley de Precipotado:
Si a alguien le huele el aliento a hostias, la próxima vez que te lo encuentres le olerá peor.
Digo esto porque yo, por mi trabajo, trato con mucha gente todos los días. Hablo con personas de diferentes niveles económicos, hombres y mujeres, de edades muy dispares... Pero el más rico tiene algo en común con el que tiene unos ingresos menores, el más joven es semejante al más viejo en un aspecto, y por supuesto, no existe la diferencia entre los sexos para:
LA HALITOSIS
O la repugnante característica del aliento fétido en el ser humano que no cuida su higiene bucal como es debido.
Cada día me encuentro con personas que tienen verdaderos problemas con el repulsivo hálito que expelen. Y no solo es una peculiaridad hedionda, sino que además es un escollo para la comunicación. Dos personas pueden estar departiendo sobre un tema interesante, pero si a uno de los emisores le huele la boca a calcetines de gasolinero después de una semana sin habérselos quitado, el que actúa como receptor mientras este habla está pensando más en cómo deshacerse de la alcantarilla parlante que en el tema sobre el que debaten. Y eso, amigos míos, acabará extinguiendo la comunicación entre seres humanos.
Yo, que procuro mantenerme siempre limpio y con mi aliento fresco, procuro dar ejemplo a la gente con la que tengo que lidiar cada día, sin éxito por lo que puedo comprobar; gracias a mi experiencia, he podido desarrollar una ley: la Ley de Precipotado:
Si a alguien le huele el aliento a hostias, la próxima vez que te lo encuentres le olerá peor.