Harvey Guaystein, el folla actrices

Estado
Cerrado para nuevas respuestas.
Ayer hubo comida de nominados de los Óscar. Espero que estuvieran en mesas separadas, por sexo, para evitar manoseos varios.

Cito a Rosa Belmonte:
'Mamá Chicho #MeToo ca, #MeToo ca cada vez más...'
 
Hoy vengo a meterme con la zorrita de Nina Dobrev, que en su instagram tiene puesto el "Time's up" y apoya el #MeToo.

Nina Dobrev (@nina) • Fotos y videos de Instagram

Pero claro, luego se hace fotos muy acaramelada con Johnny Depp, que no pega a las mujeres borracho y es un ejemplo de civismo, elegancia, saber estar y urbanidad.

4324cb35d8eea29e7de0021106886f20.jpg


b1bb16fffe7ab01b8b8e8139c91fb46b.jpg


Nina Dobrev Called Out for Being Friends With Johnny Depp While Supporting Time’s Up
 
El articulo de Javier Marías de hoy.

MUJERES VIOLADAS, acosadas, manoseadas sin su consentimiento, todo eso existe y ha existido siempre, por desdicha. Que haya una rebelión contra ello no puede ser sino bueno. Pero hay demasiadas cosas buenas que hoy se convierten rápidamente en regulares, mediante la exageración y la exacerbación y la anulación de los matices y grados. El estallido se produjo con el caso Weinstein, cuyas prácticas son viejas como el mundo. Ya hacia 1910 se acuñó la expresión “couch casting” (“casting del sofá”), para referirse a las pruebas a que los productores de Hollywood y Broadway sometían a menudo a las aspirantes a actrices (o a los aspirantes, según los gustos). En el despacho solía haber un sofá bien a mano, para propósitos evidentes. La costumbre me parece repugnante por parte de esos productores (como me lo parece la de cualquier individuo poderoso), pero en ella no había violencia. Se producía una forma de transacción, a la que las muchachas podían negarse; y una forma de prostitución menor y pasajera, si aceptaban. “A cambio de que este cerdo se acueste conmigo, consigo un papel, iniciar mi carrera”. Pensar que la única razón por la que se nos dan oportunidades es nuestro manifiesto talento, es pensar con ingenuidad excesiva (ocurre a veces, pero no siempre). Con frecuencia hay transacciones, compensaciones, pactos, beneficios mutuos que entran en juego. La índole de algunos es repulsiva, sin duda, pero cabe responder “No” a tales proposiciones. Y tampoco hay que olvidar que no han sido pocas las mujeres que han buscado y halagado al varón viejo, rico y feo, famoso y desagradable, poderoso y seboso, exclusivamente por interés y provecho. No hay que recurrir a nombres para recordar la considerable cantidad de mujeres jóvenes y atractivas que se han casado con hombres decrépitos no por amor precisamente, ni por deseo sexual tampoco.

Ahora el movimiento MeToo y otros han establecido dos pseudoverdades: a) que las mujeres son siempre víctimas; b) que las mujeres nunca mienten. En función de la segunda, cualquier varón acusado es considerado automáticamente culpable. Esta es la mayor perversión imaginable de la justicia, la que llevaron a cabo la Inquisición y los totalitarismos, el franquismo y el nazismo y el stalinismo y el maoísmo y tantos otros. En vez de ser el denunciante quien debía demostrar la culpa del denunciado, era éste quien debía probar su inocencia, lo cual es imposible. (Si a mí me acusan de haber acuchillado a una anciana en el Retiro, y la mera acusación se da por cierta, yo no puedo demostrar que no lo hice, salvo que cuente con coartada clara.) De hecho, en esta campaña, se ha prescindido hasta del juicio. Las redes sociales (manipuladas) se han erigido en jurados populares, son la misma muchedumbre que exigió la ejecución de Jesús y la liberación de Barrabás en su día. Tal vez sean culpables, pero basta con la acusación, y el consiguiente linchamiento mediático, para que Spacey o Woody Allen o Testino pierdan su trabajo y su honor, para que pasen a ser apestados y se les arruine la vida.

Ahora el movimiento MeToo y otros han establecido dos pseudoverdades: a) que las mujeres son siempre víctimas; b) que las mujeres nunca mienten

La justificación de estas condenas express es que las víctimas no pueden aportar pruebas de lo que sostienen, porque casi siempre estaban solas con el criminal cuando tuvieron lugar la violación o el abuso y no hay testigos. Es verdad, pero eso (los delincuentes ya procuran que no los haya) les ha sucedido a todas las víctimas, a las de todos los crímenes, y por eso muchos han quedado impunes. Mala suerte. ¿Cuántas veces no hemos visto películas en las que alguien se desvive por conseguir pruebas o una confesión con añagazas, porque sin ellas es palabra contra palabra y perderían el juicio? Así está montada la justicia en los Estados de Derecho, con garantías; no así en las dictaduras. Por eso me ha sorprendido leer editoriales y “acentos” en este diario en los que se afirmaba que las injusticias derivadas de todo este movimiento eran “asumibles” y cosas por el estilo. Es algo que contraviene todos los argumentos que, desde Beccaria en el siglo XVIII, si no antes, han abogado por la abolición de la pena de muerte. La idea de los defensores de la libertad, la razón y los derechos humanos ha sido justamente la contraria: “Antes queden sin castigo algunos criminales que sufra un solo inocente la injusticia de la prisión o la muerte”. Ahora se propugna lo opuesto. Si la falta de pruebas contra los acusados se extendiera a otros delitos, y aquéllos dependieran de las volubles masas, se acabaría la justicia.

Dar crédito a las víctimas por el hecho de presentarse como tales es abrir la puerta a las venganzas, las revanchas, las calumnias, las difamaciones y los ajustes de cuentas. Las mujeres mienten tanto como los hombres, es decir, unas sí y otras no. Si se les da crédito a todas por principio, se está entregando un arma mortífera a las envidiosas, a las despechadas, a las malvadas, a las misándricas y a las que simplemente se la guardan a alguien. Podrían inventar, retorcer, distorsionar, tergiversar impunemente y con éxito. El resultado de esta “barra libre” es que las acusaciones fundadas y verdaderas —y a fe mía que las hay a millares— serán objeto de sospecha y a lo peor caerán en saco roto, haya o no pruebas. Eso sería lo más grave y pernicioso. 
 
El articulo de Javier Marías de hoy.

MUJERES VIOLADAS, acosadas, manoseadas sin su consentimiento, todo eso existe y ha existido siempre, por desdicha. Que haya una rebelión contra ello no puede ser sino bueno. Pero hay demasiadas cosas buenas que hoy se convierten rápidamente en regulares, mediante la exageración y la exacerbación y la anulación de los matices y grados. El estallido se produjo con el caso Weinstein, cuyas prácticas son viejas como el mundo. Ya hacia 1910 se acuñó la expresión “couch casting” (“casting del sofá”), para referirse a las pruebas a que los productores de Hollywood y Broadway sometían a menudo a las aspirantes a actrices (o a los aspirantes, según los gustos). En el despacho solía haber un sofá bien a mano, para propósitos evidentes. La costumbre me parece repugnante por parte de esos productores (como me lo parece la de cualquier individuo poderoso), pero en ella no había violencia. Se producía una forma de transacción, a la que las muchachas podían negarse; y una forma de prostitución menor y pasajera, si aceptaban. “A cambio de que este cerdo se acueste conmigo, consigo un papel, iniciar mi carrera”. Pensar que la única razón por la que se nos dan oportunidades es nuestro manifiesto talento, es pensar con ingenuidad excesiva (ocurre a veces, pero no siempre). Con frecuencia hay transacciones, compensaciones, pactos, beneficios mutuos que entran en juego. La índole de algunos es repulsiva, sin duda, pero cabe responder “No” a tales proposiciones. Y tampoco hay que olvidar que no han sido pocas las mujeres que han buscado y halagado al varón viejo, rico y feo, famoso y desagradable, poderoso y seboso, exclusivamente por interés y provecho. No hay que recurrir a nombres para recordar la considerable cantidad de mujeres jóvenes y atractivas que se han casado con hombres decrépitos no por amor precisamente, ni por deseo sexual tampoco.

Ahora el movimiento MeToo y otros han establecido dos pseudoverdades: a) que las mujeres son siempre víctimas; b) que las mujeres nunca mienten. En función de la segunda, cualquier varón acusado es considerado automáticamente culpable. Esta es la mayor perversión imaginable de la justicia, la que llevaron a cabo la Inquisición y los totalitarismos, el franquismo y el nazismo y el stalinismo y el maoísmo y tantos otros. En vez de ser el denunciante quien debía demostrar la culpa del denunciado, era éste quien debía probar su inocencia, lo cual es imposible. (Si a mí me acusan de haber acuchillado a una anciana en el Retiro, y la mera acusación se da por cierta, yo no puedo demostrar que no lo hice, salvo que cuente con coartada clara.) De hecho, en esta campaña, se ha prescindido hasta del juicio. Las redes sociales (manipuladas) se han erigido en jurados populares, son la misma muchedumbre que exigió la ejecución de Jesús y la liberación de Barrabás en su día. Tal vez sean culpables, pero basta con la acusación, y el consiguiente linchamiento mediático, para que Spacey o Woody Allen o Testino pierdan su trabajo y su honor, para que pasen a ser apestados y se les arruine la vida.

Ahora el movimiento MeToo y otros han establecido dos pseudoverdades: a) que las mujeres son siempre víctimas; b) que las mujeres nunca mienten

La justificación de estas condenas express es que las víctimas no pueden aportar pruebas de lo que sostienen, porque casi siempre estaban solas con el criminal cuando tuvieron lugar la violación o el abuso y no hay testigos. Es verdad, pero eso (los delincuentes ya procuran que no los haya) les ha sucedido a todas las víctimas, a las de todos los crímenes, y por eso muchos han quedado impunes. Mala suerte. ¿Cuántas veces no hemos visto películas en las que alguien se desvive por conseguir pruebas o una confesión con añagazas, porque sin ellas es palabra contra palabra y perderían el juicio? Así está montada la justicia en los Estados de Derecho, con garantías; no así en las dictaduras. Por eso me ha sorprendido leer editoriales y “acentos” en este diario en los que se afirmaba que las injusticias derivadas de todo este movimiento eran “asumibles” y cosas por el estilo. Es algo que contraviene todos los argumentos que, desde Beccaria en el siglo XVIII, si no antes, han abogado por la abolición de la pena de muerte. La idea de los defensores de la libertad, la razón y los derechos humanos ha sido justamente la contraria: “Antes queden sin castigo algunos criminales que sufra un solo inocente la injusticia de la prisión o la muerte”. Ahora se propugna lo opuesto. Si la falta de pruebas contra los acusados se extendiera a otros delitos, y aquéllos dependieran de las volubles masas, se acabaría la justicia.

Dar crédito a las víctimas por el hecho de presentarse como tales es abrir la puerta a las venganzas, las revanchas, las calumnias, las difamaciones y los ajustes de cuentas. Las mujeres mienten tanto como los hombres, es decir, unas sí y otras no. Si se les da crédito a todas por principio, se está entregando un arma mortífera a las envidiosas, a las despechadas, a las malvadas, a las misándricas y a las que simplemente se la guardan a alguien. Podrían inventar, retorcer, distorsionar, tergiversar impunemente y con éxito. El resultado de esta “barra libre” es que las acusaciones fundadas y verdaderas —y a fe mía que las hay a millares— serán objeto de sospecha y a lo peor caerán en saco roto, haya o no pruebas. Eso sería lo más grave y pernicioso. 

Pues tiene más razón que un Santo, como casi siempre, el señor Marías.

A ver lo que tarda la repugnante Elisa Benny o su ama, Julia Hortero en fusilarlo al alba.

¡Qué ya vale, cojones!
 
El articulo de Javier Marías de hoy.

MUJERES VIOLADAS, acosadas, manoseadas sin su consentimiento, todo eso existe y ha existido siempre, por desdicha. Que haya una rebelión contra ello no puede ser sino bueno. Pero hay demasiadas cosas buenas que hoy se convierten rápidamente en regulares, mediante la exageración y la exacerbación y la anulación de los matices y grados. El estallido se produjo con el caso Weinstein, cuyas prácticas son viejas como el mundo. Ya hacia 1910 se acuñó la expresión “couch casting” (“casting del sofá”), para referirse a las pruebas a que los productores de Hollywood y Broadway sometían a menudo a las aspirantes a actrices (o a los aspirantes, según los gustos). En el despacho solía haber un sofá bien a mano, para propósitos evidentes. La costumbre me parece repugnante por parte de esos productores (como me lo parece la de cualquier individuo poderoso), pero en ella no había violencia. Se producía una forma de transacción, a la que las muchachas podían negarse; y una forma de prostitución menor y pasajera, si aceptaban. “A cambio de que este cerdo se acueste conmigo, consigo un papel, iniciar mi carrera”. Pensar que la única razón por la que se nos dan oportunidades es nuestro manifiesto talento, es pensar con ingenuidad excesiva (ocurre a veces, pero no siempre). Con frecuencia hay transacciones, compensaciones, pactos, beneficios mutuos que entran en juego. La índole de algunos es repulsiva, sin duda, pero cabe responder “No” a tales proposiciones. Y tampoco hay que olvidar que no han sido pocas las mujeres que han buscado y halagado al varón viejo, rico y feo, famoso y desagradable, poderoso y seboso, exclusivamente por interés y provecho. No hay que recurrir a nombres para recordar la considerable cantidad de mujeres jóvenes y atractivas que se han casado con hombres decrépitos no por amor precisamente, ni por deseo sexual tampoco.

Ahora el movimiento MeToo y otros han establecido dos pseudoverdades: a) que las mujeres son siempre víctimas; b) que las mujeres nunca mienten. En función de la segunda, cualquier varón acusado es considerado automáticamente culpable. Esta es la mayor perversión imaginable de la justicia, la que llevaron a cabo la Inquisición y los totalitarismos, el franquismo y el nazismo y el stalinismo y el maoísmo y tantos otros. En vez de ser el denunciante quien debía demostrar la culpa del denunciado, era éste quien debía probar su inocencia, lo cual es imposible. (Si a mí me acusan de haber acuchillado a una anciana en el Retiro, y la mera acusación se da por cierta, yo no puedo demostrar que no lo hice, salvo que cuente con coartada clara.) De hecho, en esta campaña, se ha prescindido hasta del juicio. Las redes sociales (manipuladas) se han erigido en jurados populares, son la misma muchedumbre que exigió la ejecución de Jesús y la liberación de Barrabás en su día. Tal vez sean culpables, pero basta con la acusación, y el consiguiente linchamiento mediático, para que Spacey o Woody Allen o Testino pierdan su trabajo y su honor, para que pasen a ser apestados y se les arruine la vida.

Ahora el movimiento MeToo y otros han establecido dos pseudoverdades: a) que las mujeres son siempre víctimas; b) que las mujeres nunca mienten

La justificación de estas condenas express es que las víctimas no pueden aportar pruebas de lo que sostienen, porque casi siempre estaban solas con el criminal cuando tuvieron lugar la violación o el abuso y no hay testigos. Es verdad, pero eso (los delincuentes ya procuran que no los haya) les ha sucedido a todas las víctimas, a las de todos los crímenes, y por eso muchos han quedado impunes. Mala suerte. ¿Cuántas veces no hemos visto películas en las que alguien se desvive por conseguir pruebas o una confesión con añagazas, porque sin ellas es palabra contra palabra y perderían el juicio? Así está montada la justicia en los Estados de Derecho, con garantías; no así en las dictaduras. Por eso me ha sorprendido leer editoriales y “acentos” en este diario en los que se afirmaba que las injusticias derivadas de todo este movimiento eran “asumibles” y cosas por el estilo. Es algo que contraviene todos los argumentos que, desde Beccaria en el siglo XVIII, si no antes, han abogado por la abolición de la pena de muerte. La idea de los defensores de la libertad, la razón y los derechos humanos ha sido justamente la contraria: “Antes queden sin castigo algunos criminales que sufra un solo inocente la injusticia de la prisión o la muerte”. Ahora se propugna lo opuesto. Si la falta de pruebas contra los acusados se extendiera a otros delitos, y aquéllos dependieran de las volubles masas, se acabaría la justicia.

Dar crédito a las víctimas por el hecho de presentarse como tales es abrir la puerta a las venganzas, las revanchas, las calumnias, las difamaciones y los ajustes de cuentas. Las mujeres mienten tanto como los hombres, es decir, unas sí y otras no. Si se les da crédito a todas por principio, se está entregando un arma mortífera a las envidiosas, a las despechadas, a las malvadas, a las misándricas y a las que simplemente se la guardan a alguien. Podrían inventar, retorcer, distorsionar, tergiversar impunemente y con éxito. El resultado de esta “barra libre” es que las acusaciones fundadas y verdaderas —y a fe mía que las hay a millares— serán objeto de sospecha y a lo peor caerán en saco roto, haya o no pruebas. Eso sería lo más grave y pernicioso. 
Amén.

Y Trump también tiene razón, aunque sea un gilipollas peligroso (y seguramente también él un abusón).

Trump relativiza el movimiento ‘Me Too’ contra el acoso sexual
 
Para ver este contenido, necesitaremos su consentimiento para configurar cookies de terceros.
Para obtener información más detallada, consulte nuestra página de cookies.


Al final lo joden. LOL y gñe.
 
Y que no haya ningún periodista que cuando sale una de estas denunciando que en la última década del siglo XX o principios del XXI sufrió acoso le espete: "hija de puta, y por qué no lo dijiste en su momento y así hubieses evitado mas acosos a otras mujeres? Aaahhh, que es que si no no conseguías papeles..."
 
Y que no haya ningún periodista que cuando sale una de estas denunciando que en la última década del siglo XX o principios del XXI sufrió acoso le espete: "hija de puta, y por qué no lo dijiste en su momento y así hubieses evitado mas acosos a otras mujeres? Aaahhh, que es que si no no conseguías papeles..."
No es tan difícil. Si el charolobby (formado por rajas, y por ende, bípedos hiperconsumistas y rencorosos) hace cruz a un periolisto, se lo hace a la empresa para la que trabaja; los anunciantes huyen, y con ellos, el oro que paga los garbanzos y las ortodoncias.
Comulga con nuestra agenda o muere de hambre, hijo de puta.
Merchants win.
:jew::jew::jew:
 
Para ver este contenido, necesitaremos su consentimiento para configurar cookies de terceros.
Para obtener información más detallada, consulte nuestra página de cookies.


Al final lo joden. LOL y gñe.


Evan-Rachel Wood, otra que AHORA dice que fue violada dos veces y que llevaba todo el puto día pregonando en su fapstagram que va a testificar en el Congreso como víctima de horribles actos heteropatriarcales.

Para ver este contenido, necesitaremos su consentimiento para configurar cookies de terceros.
Para obtener información más detallada, consulte nuestra página de cookies.


"herstory"...me cago en mi vida...
 
Última edición:
Evan-Rachel Wood, otra que AHORA dice que fue violada dos veces y que llevaba todo el puto día pregonando en su fapstagram que va a testificar en el Congreso como víctima de horribles actos heteropatriarcales.

Para ver este contenido, necesitaremos su consentimiento para configurar cookies de terceros.
Para obtener información más detallada, consulte nuestra página de cookies.


"herstory"...me cago en mi vida...


Pues ya puede ser verdad, por que por lo que tengo entendido, si en USA juras sobre el gran libro, como mientas, te vilipendian de por vida.

Aunque Rachel, la bollera de oro, ya de teen protagonizo una película que flirteaba con todo esto, Thirteen, que para el que no la ha visto, es provocación rozando la linea:

thirteen-175215912-large.jpg

giphy.gif


Todos queremos a Dolores, a su manera.
 
Pobre Evan Rachel, además sufrió mucho al posar para Terry Richardson

38d26b5773cb1560c3f8b4906839dff5.jpg


656dba40a4071a87554926d63e9f8cfd.jpg
 
... Las mujeres mienten tanto como los hombres, es decir, unas sí y otras no... 


Mentiras como puños productions
De los creadores de: los gitanos roban tanto como los payos
Llega “Las mujeres mienten tanto como los hombres”
Véala ya en su cine favorito.
 
Última edición:
Como protesta han puesto esta estatua cerca de donde se entregarán los oscars. Cuántas de las que la vean se dirán a sí mismas " conseguí aquel papel gracias a ese sofá".
2071.webp
 
Última edición:
Como protesta han puesto esta estatua cerca de donde se entregarán los oscars. Cuántas de las que la vean se dirán a sí mismas " conseguí aquel papel gracias a ese sofá".
Ver el archivos adjunto 5993

jajajaajaja, como PROTESTA?? o en plan "aquí empezaron vuestras carreras, zorras, así que dejad los #MeToo y los ataques de dignidad, que habéis comido polla de gordo durante años"
 
Pues sí, como "protesta" lo han puesto, los muy hipócritas. En vez de ponerlo para vergüenza de las que tragaron y aceptaron pasar por sofás y camas de productores, directores etc para conseguir un papel y establecer una norma y un patrón a la hora de negociar una intervención en una peli.
 
De estar nominado, llevaría debajo del esmoquin una camiseta tal que así:

10deefb0f70eed56b047cd55e8f0828c.jpg
 
Para ver este contenido, necesitaremos su consentimiento para configurar cookies de terceros.
Para obtener información más detallada, consulte nuestra página de cookies.


Matt Damon ha sido atacado por el movimiento #MeToo por decir que aunque tanto dar una palmada como violar a un niño son ambas cosas moralmente incorrectas, hay una graduación y es un error meterlas en el mismo saco como si fueran lo mismo. Eso ha llevado a una campaña de firmas contra Damon, que se ha disculpado por su afirmación.
 
Evan-Rachel Wood, otra que AHORA dice que fue violada dos veces y que llevaba todo el puto día pregonando en su fapstagram que va a testificar en el Congreso como víctima de horribles actos heteropatriarcales.

Para ver este contenido, necesitaremos su consentimiento para configurar cookies de terceros.
Para obtener información más detallada, consulte nuestra página de cookies.


"herstory"...me cago en mi vida...


Wood pronunció unas escalofriantes palabras narrando cómo su expareja la maltrató física y psicológicamente, la torturó y la violó. “Me ataba las manos y los pies para ser torturada mental y físicamente hasta que mi abusador sentía que había quedado probado mi amor por él”, detalló la actriz frente al Capitolio de Washington. Y continuó explicando cómo esos macabros rituales acabaron afectándole psicológicamente

Mujer... Si te emparejas con el mismísimo Marilyn Manson, no sé qué esperabas... "Rituales" demoníacos sólo le ha faltado decir :lol:

article-2510001-1983446900000578-866_634x754.jpg
 
Como protesta han puesto esta estatua cerca de donde se entregarán los oscars. Cuántas de las que la vean se dirán a sí mismas " conseguí aquel papel gracias a ese sofá".
Ver el archivos adjunto 5993


"Es la última que chupo" dicen que le oyeron a Marilyn Monroe saliendo del despacho de un productor de Hollywood. Las jóvenes actrices no se como harán ahora cuando deseen un papel en una película.

También se comentaba que Kirk Douglas hacia ese famoso casting couch en su caravana. Senderos de gloria, si señor.
 
Estado
Cerrado para nuevas respuestas.
Arriba Pie