escoces rebuznó:
yo casi lloro, podiamos recordar como lo celebramos cada uno un momento tan bonito para la familia madridista.
Estaba con mis amigos en casa de uno(unos 8) cuando marco pedja, no podia hablar, me abraze a dos de ellos y lo unico que hacia era repetir una y otra vez, en voz baja, gol de pedja, gol de pedja, gol de pedja... Lo recuerdo y me emociono...
Yo vi el partido en mi casa, solo en mi habitación. Mi padre, que no era de ningún equipo pero le gustaba ir en contra del mío, por chincharme, tenía una cara de "me lo voy a pasar pipa tocándole los cojones a este" que no me gustaba un pelo, así que, por si acaso, decidí que él lo viera en el salón que yo lo vería en la habitación. Sudé mares, temblé desde el pitido inicial. Cuando Pedja marcó el gol estuve dos segundos sin reaccionar, paralizado, esperando a ver si era verdad o un efecto óptico o se le ocurrían anularlo o algo así. Sólo cuando vi que Mijatovic corría hacia el centro del campo pude gritar gol.
Recuerdo también lo mal que lo pasé el resto de minutos, no veía la hora de que pitasen el final. Cuando por fin lo hizo el árbitro, cuando oí el silbato, resoplé, aliviado. No me sentí especialmente jubiloso, fue más como quitarme un peso de encima, como un alivio, por fin, tras haber visto perder la final contra el Liverpool cuando era niño, tras haber visto a la magnífica Quinta del Buitre -la última generación de futbolistas que eran futbolistas de un equipo y no mercenarios- no poder alcanzar la copa que sin duda se merecieron más que otros que sí la ganaron y que era lo que más ansiaba ver a esa edad, por fin, por fin, por fin, con veintitrés años, vi al Real Madrid campeón de Europa. Recuerdo que pensé "ya está, es esto".
Entré al salón, miré a mi padre sonriéndole, que no me dijo ni mú, ni yo a él, llamé a un amigo que vivía a la vuelta de la esquina de mi casa, quedé con él, salimos hacia Cibeles. En el mismo portal de mi casa se empezaban a dar cita todos los madridistas del barrio, con banderas, con bufandas, con trompetas, los coches pitaban, dos tías buenísimas se abrazaban, no sé cómo no aproveché para abrazarme también con ellas. Nunca había visto esa algarabía en mi barrio, había que acercarse más a la Cibeles para poder empezar a ver a la gente de fiesta cuando el Madrid ganaba un título. Fuimos a por más amigos, y nos dirigimos a Cibeles. Ya cuando llegué la policía estaba pegando tiros. Aún conservo un cartucho, vacío, recogido del suelo aquel 20 de mayo de 1998, el día en el que vi, por fin, y por primera vez, al Madrid Campeón de Europa.