Arisgo rebuznó:
Hay una gran diferencia que tu obtuso cerebro "dos caballos" no te permite ver. El caso es que "andaluces-castellanos-extremeños-mursianus" son del mismo país, con la misma lengua y el mismo idioma, y en Catalunya hacen sus guettos moralmente respaldados por estar "dentro del mismo país" e institucionalmente cubiertos por idéntico motivo.
Los "arabes-subsaharianos-chinos-panchis" nada tienen que ver entre si, ergo el nexo de unión será, como nunca debió dejar de ser, la cultura e idioma de la tierra anfitriona. Se adaptarán mejor o peor que los primeros, pero al menos no diluirán ni la cultura ni el idioma de la tierra que los acoje.
Sin contar, por otro lado, que políticamente, desde el minuto 1, los del primer grupo votan a su gente, mientras que los "arabes-subsaharianos-chinos-panchis" no tienen, o no tenían de forma importante, esa representación parlamentaria.
Te olvidas de un detalle.
Y es que nuestra base
lumpen - clase obrera- pequeña parte de la clase media está basada en inmigración castellanomurcianandaluza, cuyo idioma vehicular es el castellano. Como comprenderás, los chinos, moros o sudacas que vienen aqui son gente que se mueve en esos dos terrenos, o bien delincuencia o bien clase obrera, por tanto ellos solo tiran para el castellano, que es el idioma que los castellanos peones, cajeras del Dia y carteristas les dejaron como herencia.
Un moro que llega aqui no tiene contacto con la élite (idioma català) y sí lo tiene con sus compañeros de trabajo. Ellos se encuentran trabajando en bares, obras, talleres o supermercados en dónde sus compis de curro son catalanes castellanoparlantes. A esto le llaman, los amigos estilo mecagoensatan, la "Catalunya real".
Si tú Arisgo vienes a Barcelona, y decides coger un taxi, te encontrarás a un castellanoparlante (nacido aqui o no), si decides tomarte una caña en el bar, te encontrarás a un castellanoparlante poniéndotela (nacido aqui o no), si decides ir a la panadería te encontrarás a un castellanoparlante vendiéndote un croissant (nacido aqui o no), si te vas de putas te encontrarás a una castellanoparlante chupándote la polla (nacida aqui o no), si te metes la mano en el bolsillo y ves que tu cartera no está dónde debería, sabes, y si no lo sabes te lo digo yo, que la tiene un castellanoparlante (ahí sí, hace doce o quince años te diría que la tiene un andaluz nacido en el Raval, hoy con toda seguridad te diría que la tiene en un 75% de posibilidades un moro castellanoparlante, 20% de posibilidades un eslavo castellanoparlante, 4% de posibilidades un sudaca castellanoparlante, 1% de posibilidades el andaluz nacido en el Raval).
Si tú decides ir a un buen dentista, oftalmólogo o cirujano en Barcelona, te encontrarás a un catalanoparlante. Si tú decides ir a la Universidad, te encontrarás catalanoparlantes. Si tú decides consultarle X cuestión al director del banco, te encontrarás a un catalanoparlante.
Ahora ponte en la piel de un panchito, negro o filipino que llega a Cataluña, y ya me contarás en qué idioma acabará asentándose.
De hecho, para ponerte un ejemplo que habla mucho de la situación, no sé si sabrás que en el lenguaje policial un punto caliente significan aquellas calles y zonas en dónde la actividad delictiva sobresale por encima de otras. Los puntos calientes de Barcelona, hoy tomados por la inmigración internacional, son los que crearon los andaluces décadas atrás. El barrio del Raval por ejemplo, era dónde en los 80 y 90 los andaluces traian a sus hermanas y novias para prostituirlas, o dónde metían la navaja en el cuello para comprar droga, dónde le levantaban las carteras a los turistas o dónde vendían droga. Hoy esas mismas zonas, esquinas y puntos calientes siguen funcionando en el mismo sentido, con las mismas putas, carteristas y proxenetas, pero cambiando andaluz por rumano, marroqui o dominicano.
Con el tiempo te das cuenta que todo esto es una estafa, que estamos condenados a lo mismo de siempre, que nadie se adaptará a esto jamás, se adaptarán cuatro y los demás irán a su puto rollo, y siempre existirán esas dos Cataluñas una alejada de la otra.
La prueba fehaciente, si es que alguien necesita más pruebas, de que el quehacer catalán es más próspero que el del español, es que jamás te encuentras un Latin King catalanoparlante, por ejemplo. Eso es imposible. Nunca. Ser catalán y ser Latin King es incompatible. Todos los chavalines sudacas (excepciones) que te vas encontrando muy de vez en cuando que te hablan catalán, son gente normal, que viste como tú y como yo, que llevan una vida como la que cualquier persona normal puede llevar, que juegan limpio, cuyos padres se han preocupado por llevarlos a un colegio de pago aunque tengan que dormir solo 4 horas diarias para poder pagarlo. Son aquellos que han sabido llegar, explorar y darse a la cultura catalana de manera plena e incondicional, y a sus correspondientes valores. El resto del 95% de padres sudacas que hacen lo que suelen hacer los sudacas, gastarse lo que no tienen en beber mientras sus hijos de diez años están por la calle a las once de la noche de un martes cualquiera, son los que tienen un hijo Latin King.
Sin duda pienso que sería positivo para todos tener todos los instrumentos a mano para erradicar cualquier signo español de nuestro sistema educativo y social. Aqui las cosas, todas las cosas, desde el más mínimo detalle hasta el mayor de ellos, tendrían que hacerse a nuestra manera, única y exclusivamente. Eso solo puede llegar con la independencia.