Historias del cole

El menda de aquella estaba más descerebrado que ahora, si cabe. Mis compañeros decían que iba al colegio a hacer ventosa en la silla y no les faltaba razón, no tenía mas motivación en la vida que reventar.

Un día apagué la luz y según entraba la de latín le lancé un manzanazo que reventó en la pizarra a escasos centímetros de sus gafas.

Nunca se supo quién.

Otra vez a otra, yendo en fila a conocer de la nota de un examen a la mesa del profesor le dije que le partía el cuello si me suspendía, que no iba con otro suspenso a casa.

Un 5.

Otra estando en la ventana en un cambio de clase y pasando el director por la calle de enfrente, un amigo va y dice que no hay huevos de pegarle una pedrada. Pasaba un niño con su madre de ka mano y es al que acerté, por suerte de refilón.

Esa si que me comí ya que cuando subió el director amenazaba con llamar a la ertzaina y no me parecía.

4 días tuve que pasar en el parque fumando porros como un subnormal.

En fin, un niñato al que le hubieran venido bien una somanta de palos a tiempo.

Y no tiene ni pura gracia, no se ni porqué lo he contado.

En fin.
 
Te gano en altura, en tamaño de porra, en tamaño de tranca y en todo lo que pongas.
Todos saben que los down tiene una fuerza gorilacea, no miran dónde dan, se lían a hacer el molinillo y que dios reparta suerte. Son los rivales más fuertes que ha dado la madre naturaleza, por eso lea dió ese pollote y ese instinto sexual animalesco, para que procreen todo lo que puedan

Tienen en cierto modo ese romanticismo del mono de la maquinita que se abria por la mitad del "Donkey Kong", el que te lanzaba barriles. No sé, los veo en acción y percibo ese enajenamiento propio del "mongolian touch"
 
Yo fuí a un colegio franquista de Hortaleza, situado en la...bueno, en la puta calle. En el despacho del director colgaba un cuadro de un faraón que hacía muchos pantanos y al lado un pezado de póster de unos villanos de capa negra, dos flaps invertidos en la cabeza y dos motos bmw pintadas de verde carruaje. Muy profundo todo. El director, pese a tener el colodrillo un poco torcido de ideas, era un tipo muy legal. Y claro, uno es un criajo y se cogen confianzas.

El caso es que siempre me acordaré que estando en clase de álgebra, extraña materia que siempre me dio acidez estomacal nada más entrar el director por la puerta, que a su vez era profesor de lengua, historia, inglés, aquel hombre era un puto Lada Niva.

Total, que me hallaba yo en clase dibujando mi tirada semanal de cómic de Mortadelo y Filemón, cuando me pasan un papelajo cuya letra conocí al instante: la jitana de la clase, pero ojo que jitana, aquello era un atleta con tetas 95c, una cosa rara, como de portada de revista cimoc. Tenía más hombros que aletas un 124 fu2000.

La nota decía, "¿qé ai de debere?", y yo, en un instante de inspiración, escribí, algo más abajo, con letra medio deforme (a modo de solidaridad con aquella califrafía jitana):

"Tu puta poya melenuda"

La nota fue rulando hasta su destinatario, con tan mala suerte de que se levantó, se fue al director y se la dió. Aquel tipo, como ya digo, era muy legal, pero gastaba una mala hostia capaz de poner firme al más makarrilla de aquel tugurio de colegio.

Se hizo un silencio de velatorio de sordomudos y cuando me quise dar cuenta, yo seguía dibujando (joder, por fín un poco de silencio), un compi me dió un ligero codazo y al levantar la cabeza toda la clase me estaba mirando a mí, me miraba hasta el cristo de la pared, aunque ese ya estaba más jodido que yo, hubiese dado mis manos y mis pies clavados por ser él.

¿Has escrito tú esto?, me preguntó el director.

Asentí y dije sí. He sido yo. Para mi sorpresa no me hizo nada, no hubo collejón, no hubo reglazo, nada. Me comí 4 meses de trabajos forzados hincando codos todas las tardes en secretaría hasta el cierre del colegio, a las 20:30. Aquel curso, a base de aburrirme y ponerme a estudiar, terminé sacando buenas notas.

Un día, por el pasillo, me crucé con ese hombre y agaché el pescuezo como cubriéndome la hostia que no me dió en su día, me paró y me dijo: Eso que hiciste ni se te ocurra volverlo a hacer en mi colegio, pero me gustó que, sin titubear, reconocieses tu culpa. Si te hubieses hecho el loco entonces sí que te cae la del pulpo porque bajo hasta tu pupitre y sales volando. Me dejó a cuadros.
 
Incluso a estomagantes de forofórmula como tú os doy una oportunidad, pero "el menda era", cuando el menda eres tú, ya es demasiado. Te crees el puto Julio César o qué, imbécil.
 
Julio Cesar otros mientras uno va dando oportunidades. Grande John Wayne, ahí por la calle de enmedio.

Mírame los precios de unos espárragos anda...
 
Otra de vergüenza y horror.

Bien es cierto que en esta poco tuvo que ver mi madre y si mucho mi retraso congénito.

Mi padre, hombre que trabajaba para una empresa de autobuses de servicio discrecional, algunas veces nos traía cosas bien de otro país o cosas que olvidaban los viajeros y no reclamaban.

El hombre se pasaba la puta vida viajando. Pues bien después de llevar a pijos Borjamaris a los Alpes a esquiar, el hombre se encontró con una par de botas marrones de pre ski. Nadie las reclamó y se las trajo para casa.

Yo quedé embrujado por esas botas, unas botas de adulto que me valdrían 5 años más adelante como muy pronto. Pero yo a lo mío, rezando para que cayera una nevada y poder salir por medio Móstoles presumiendo de botas de pre ski, que ese lumpen mostoleño no había visto ni en fotos.

LOL que nunca me ha abandonado, realizó su trabajo en menos de un año. Nevó, y lo hizo bien, cubriendo de una capa entre 5-10 cm todo el pueblo. Hice bajar los botones a mi madre y me los puse con dos pares de calcetines, de esos gordos que picaban. Me puse el anorak coreano, una bufanda y un jersey de lana que no era gordo, era un chaleco antibalas.

Con dos huevos así salí. Al poco, pese a los calcetinarros, la holgura del calzado provocaba que el pie bailara dentro de la bota cosa mala, comprometiendo seriamente mi estabilidad. Para eso tenía que andar como si fuera un guardiamarina ruso desfilando en el Kremlin. Así llegué al colegio después de un trayecto tortuoso entre la nieve y las botacas.

Cuando llegué me sacudió la cruda realidad de cuajo. La chavalada se dió cuenta que eran enormes y que aquello era muy lolesco para ellos. Qué si Frankenstein, que si torpe, que si vete a saber qué, era la mascota de la clase. Yo intentaba salir corriendo y darles, pero claro, si a los dos pasos no me pegaba una hostia, era de milagro. Así pasé una mañana de órdago

Mi enfermiza cabeza se imaginaba un titán andando sobre la nieve, sin temor al frío ni al hielo con mis superbotas. La realidad es que la foto era muy diferente, era un subnormal hecho un cuadro surrealista, un niño con los pies de Astraco.

Encima para más inri, la nieve se deshizo en la misma mañana porque subieron las temperaturas y tuve que volver por el asfalto y acera con esas botacas del infierno, algunos me miraban como si no tuviera nadie al volante

Llegué a comer a casa, me las quité corriendo, por cierto entre los calcetinarros y las botas, habían puesto los pobres pies a su punto de cocción, y de allí emanaba esencias de pinrel a las finas hierbas. Las tiré al fondo del armario, para no volver usarlas jamás.
 
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Mi colegio era una antigua residencia de monjas y resulta que en lo que era el patio habían enterrado a unas cuantas. Nadie se habría enterado si no fuera porque un día el suelo se vino abajo y una niña cayó en un nicho sobre un ataúd.

Luego todos confinados en las clases sin poder mirar por las ventanas y al día siguiente un eficiente grupo de paletas se debió pasar la noche haciendo un muro de unos tres metros de alto por más de cincuenta de largo y cubriéndolo con lonas para que no viéramos lo que había ahí.
 
joder, porque le dara a todos los "especiales" por movidas de esas.

cuando tenia yo 12 palos, un dia, aparecio el baño con las paredes repletas de mierda, sin saberlo nosotros.

a esto que antes del recreo, aparece en clase la jefa de estudios, y se pone a olernos las manos.

cuando iba por la fila de delante mia, yo sudaba, porque llevaba semana y media sin ducharme y de aquella, tal como hoy, me la pasaba rascandome la genitalidad.

al final trincaron al sucnor dos posiciones delante de mi, y resulto que era el que hasta entonces era un malote, a partir de lo cual era, "el alfarero".

se nos intento acoplar a "los exentos", pero como lider de grupo, no cumplia las especificaciones y le denegue la entrada.

Y los no tan especiales. Un ninyo pijo de papis bien se entero del percal, y le hizo tanta gracia que se paso un curso entero cagando encima de la tapa del vater porque le parecia gracioso que las limpiadoras tuvieran que quitarlo. Era vox populi pero que yo recuerde nunca lo expulsaron.
 
En el cole me enamoré de una niña a la que nunca le dije nada y aún me acuerdo de ella y se me aparece en sueños.
 
Cerca de mi colegio había un convento de monjas de clausura y un colegio de monjas para niñas. Existía la leyenda urbana de que los tres edificios estaban conectados por unos túneles subterráneos que supuestamente servían para que los miembros de las congregaciones religiosas de los tres edificios se reunieran para sus orgías sexuales. Incluso se comentaba que habían encontrado huesos de niños abortados en la zona durante unas obras.

Siempre me gustó la historia, pero con el tiempo descubrí que esa misma leyenda urbana se repetía por un montón de colegios y centros religiosos de toda España. Habría que investigar cuál es el origen de la historia, que seguro que en algún lugar y en algún momento fue real, y contactar con Iker Jiménez.
 
En mi colegio, uno de curas con mucha fama, lo hicieron concertado por cuestiones de dinero. No tenian para cubrir mierdas como la cagada de la ampliacion del colegio, que parecia que la hubiera disenyado Calatrava y ejecutado Manolo y Benito. Dilapidaron la de Cristo en ello y despues en mantenimiento porque a la primera que lloviera, pegaba a filtrar agua para los aparcamientos privados de debajo del patio, liandola parda con muros, coches y todo lo que trincara por medio.

Yo estuve en la primera clase mixta, con ninyos, ninyas y como ahora era concertado, una mezcla de gente con nombre y/o dinero y nosotros los de serie B que decia el gobierno que tenian que admitir si querian perras del erario publico.

Los profesores:

Todos los profesores no sacerdotes o eran viejas glorias del franquismo o mas papistas que el Papa con la religion. Sorprendentemente los curas solian pasar de todo.

Algunas joyas que teniamos eran:

- Las Culebras

Viejas hermanas sesentonas, feas como gorgonas, que odiaban a los ninyos, pero con especial focus a las ninyas. Mano larga y facil para dar hostias y no se cortaban. Recuerdo como al ver a una ninya de seis anyos masticando chicle, una la obligo a escupirlo en su mano de vieja, para acto seguido agarrarla del pelo, meter un tiron y pegarle el chicle al pelo con odio. Una autentica hija de puta.
Cuando se jubilaron fue un descanso para todos, porque con los nuevos tiempos seguro que los curas estaban acojonados que alguien plantara una denuncia.

- El flipao de ciencias

Este parecia un tio molon, ponia juegos en la clase para no aburrirse el y pasar el rato, tipo preguntas y respuestas, pero el hijoputa no se molestaba mucho con lo de dar clases. Gran parte de la nota era traerle un cuaderno "en limpio" donde todo tenia que estar precioso y organizado, ya lo que estuviera escrito no importaba tanto. Horas perdidas de mi vida rehaciendo paginas porque tenian un poco mas de tinta en un punto que lo que el queria.

Termino su carrera de profesor y se metio en politica con el PP. Alcalde de una zona turistica, desaparecieron unos veinte millones de nada de las cuentas publicas y el tambien. A saber donde estara.

- El Don

Este fue un famoso de la epoca franquista, todo el mundo lo llamaba de Don porque sabian que era el hijoputa que realmente mandaba en el colegio. Ni director ni rector ni cojones, el Don era respetado. Sus hijos trabajaban todos en el colegio enchufados.

Por ejemplo el fue el nombrado por los curas para darnos una clase de educacion sexual, teniendo nosotros 12 o 13 anyos. Llego, mando a salir al profesor que nos tocaba, saco un librillo de la epoca franquista y se dio cuenta que era la primera vez que tendria que explicar delante de ninyas. Unica vez que lo vi tragar saliva. Flores, abejas y una rapida lista de partes de los organos sexuales y se dio el piro.

Otra que me toco los cojones sobremanera, en un examen de quimica, lo trajeron para que nos "cuidara" porque en nuestra clase estaban copiando a lo bestia y pensaron que nadie se atreveria delante de tal superhombre. El muy cabron saco una maquina de escribir de las viejas, se sento en la mesa, nos miro muy serios y dijo: "Espero que no les moleste que escriba unas cartas que tengo pendientes" y se paso todo el examen haciendo estruendo dandole con odio a las teclas y especialmente al retorno de carro, mientras nos miraba.

Nadie le tosia hasta que llego un alumno nuevo sudaca cuando estabamos en sexto de EGB. Algo paso en un pasillo, que el panchito ignoro una orden del Don de venir donde estaba o similar, que fue a por el y lo intento agarrar de una oreja. Tiraflechas se revira y le mete un bofeton con la mano abierta al Don. Se jubilo ese anyo y murio poco despues, probablemente maldiciendo a los hijos de Montezuma con su aliento final.

 
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Cuando recuerdo mi etapa escolar, lo primero que pienso es en como está la cosa hoy en día, y que al final si te tiene que pasar algo, te va a pasar por muchas inspecciones y mierdas que pongan.


Eso si, en mi época los maestros en su mayoría eran igual o mas subnormales que los actuales, que no es poco, no se a partir de que año era requisito ser subnormal para dar clases.

Yo acabe 2 veces con una brecha en la cabeza, era algo normal, teniendo en cuenta que el colegio no tenia muros y el patio de recreo daba por un lado a un descampado lleno de piedras y la gente jugaba a la guerra de pedradas.

Una de aquellas veces, aunque fue leve la herida, el sangrado era muy escandaloso, tenia la parte de arriba del chándal de algodón ochentero empapado de sangre, cuando me llevaron al pequeño botiquín del colegio sin dar ninguna queja y ningún ruido, las maestras que me estaban curando avisaron a mi hermano 4 años mayor que yo, y le dijeron entre risas, que gracioso tu hermanito se ha quedado quieto quieto y con la cara blanca (normal teniendo en cuenta que siempre he tenido ese color de piel). Claro porque lo normal es que un niño de 7 años sangrando como un cerdo es que te esté contando chistes. Así de borricos eran.

No recuerdo ningún elemento de aquel colegio que no tuviera algún peligro y que ahora estaría prohibido, no faltaban gitanos quemando basura, vías de tren a un metro de altura que los niños atravesaban para atajar desde sus casas, torre de alta tensión en mitad del patio... y muchos mas, que daría para historia propia.

Sobre mi persona, recuerdo que era un zoquete disléxico y que no mejore hasta tener 10 años, pero los profesores eran muy comprensivos, recuerdo en una tarea que nos mandaron, que confundí muchas letras, la reacción de la maestra fue tirar mi cuaderno por la ventana.

Pero sobre todo recuerdo que las reacciones de los niños eran muy diferentes a las de ahora, ser chivato era casi un delito, como cuando uno de la clase de mi hermano se llevo una granada de mano inutilizada y se pusieron a jugar con ella en el patio, alguien se chivó, y el chivato quedo estigmatizado desde aquel momento, nadie entendía que se chivara de algo tan "guay" y sin peligro como una granada que no recuerdo si tenía la carga quitada o simplemente una soldadura en la anilla.
 
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En el cole me enamoré de una niña a la que nunca le dije nada y aún me acuerdo de ella y se me aparece en sueños.

A mí se me aparece en sueños tu cuchara roñosa. Me persigue por un callejón hasta que me acorrala. Entonces me miro y descubro que soy un taper de cocido.
 
si ya de por si, mi epoca estudiantil fue tormentosa, por aquello de las gafas, la ortodoncia, la cabeza como un deposito de agua, el jersey de rombos, los pantalones de pana e ir en zapatos cuando la gente ya llevaba sus airmax y sus roc neige, recuerdo un dia con especial amargura.

para ir al instituto publico donde cursaba 1º de la eso, con 12 años en plan "experimental" porque el resto de institutos seguian con el bup, tenia que atravesar el descampao que habia detras de mi casa, que estaba sembrado de truños, de todos los perros del barrio.

aquel dia, por las prisas o por lo que fuera, sin darme cuenta, pise un fresco y enorme mojon de un perro que debia estar gordo, porque un perro alimentao con pienso seco, no te suelta una plasta asi de untuosa.

el caso es que llegue a clase, con el zapato del pie izquierdo con barro y el derecho con una toliga que hedia a muerte.

durante la primera hora, la gente ya se miraban unos a otros, acusativamente, intentando figurarse quien era el que se habia echado el cuesco.

poco a poco fui dandome cuenta, de que aquel hedor, me subia de muy cerca, hasta que el profesor, que no pudo aguantar mas, nos dijo que nos levantasemos y nos pusiesemos en fila.

uno a uno nos fue revisando las suelas, hasta que llego a mi, y me vio la plasta.

el hombre se agacho, me olio aquello y nada discretamente dijo "buaff, eres tu"

y yo, "no no, eso es barro" enseñando el otro zapato, que estaba igual de enfangado, pero no de mierda, claro.

"que coño barro, eso es una mierda"

y a continuacion, me invito a salirme al patio, a rascarme la suela con un palo para quitarme el pastiche.

como hacia frio y tal, sali, me rasque un poco la suela quitando lo gordo y me volvi para clase, cuando estaba a punto de acabar y como despues tocaba tecnologia, coji mis bartulos y me baje con el resto de mis compañeros al taller habilitado para tal materia.

no pasaron ni 5 minutos hasta que tuve a toda la clase mirandome mientras el profesor se cubria boca y nariz con el jersey al acercarseme para decirme que por favor, me pusiese al fondo del taller, yo solo en una de las mesas de trabajo, de estas que tienen tornillo de banco y tal.

cada vez que movia el pie del truño, a los 30 segundos, se giraba todo el mundo y el profesor me gritaba "estate quieto, no muevas la pierna".

y ya el culmen fue cuando fui a ver a un amigo del colegio, que al llegar al instituto lo metieron en otra clase, a su aula.

le conte el percal, nos echamos unas risas, me vuelvo a mi clase... y a los 10 minutos, entra un mameluco de la clase de mi amigo interrumpiendo al profesor, mira por encima, me ve, se viene a por mi, me trinca de la pechera y me dice "hijo de puta, me siento al lado de Alvaro, me has pisado la mochila y te has dejado alli el regalo" me suelta un guantazo, y el profesor, que se estaba comiendo el pestazo, en lugar de reprenderle se levanta asi como flipando de ver esa escena y me dice "javier, marchate a casa por favor".


Recuerdo como la gente aplaudia, mientras recogia y me piraba con la mochila.
 
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Recuerdo como la gente aplaudia, mientras recogia y me piraba con la mochila.

:lol::lol: tenias a la parroquia hasta los cojones.

Tenias que ser el ganso de la clase, el sangrehorchata que se quedaba con cara de :Benitazo cuando metía la pata.

Cuantas veces te has cagado en los pantalones Benito?
 
Creo que lo he contado, pero vamos lo vuelvo a hacer.

Quinto o cuarto de EGB, bueno da igual. Era el curso escolar siguiente al verano donde me compraron las Yumas, una compra llena de LOL y miseria por parte de mi madre.

Pues bien, mi madre atendiendo al desfalco que según ella provoqué a la economía de la casa por esa compra, no me las dejaba poner salvo que hubiera clase de gimnasia o fuéramos a un bar o terraza.

Ese año empezó el colegio sin gimnasio, ya que se filtró no se qué y levantó todo el suelo. Para dar las clases nos dejaron las mañanas en un pabellón deportivo llamado Joan Miró nuevo, todo reshulon.

Aquí viene la tercermundada. Mi madre decía que había que cruzar un campo sin asfaltar para llegar desde el colegio al pabellón, algo totalmente cierto. Su magnífica idea era ponerme unos zapatos marrones viejos de cordones con el chándal azul marino y las Yumas en una bolsa para no macharlas. Así iba al colegio y del colegio al pabellón. Imaginaros la postal, sólo me faltaba el sol y sombra y el Farías, sino tuviera 10 años. Lo raro es que no había mucho escarnio por parte de los demás, por lo que seguro no era una práctica extraña entre el lumpen mostoleño.

Pues bien, dos o tres veces me puse las Yumas en el pabellón y hacer deporte. Aquí paz y después, después la deshonra, joder, se me erizan los pelos cada vez que lo recuerdo.

Pero hete aquí, que un día por la razón que fuese, me olvidé las Yumas en mi cartera y fui al pabellón tan pichi. Cuando llegué me di cuenta del olvido en los vestuarios. Allí entré en pánico. Le dije al profesor que tenía que ir a por las zapatillas. Algo dijo de la gitanada de llevar los zapatos, pero vamos yo ya no escuchaba, estaba deshecho con la visión de hacer gimnasia descalzo.

Pues no ocurrió eso, fue peor. El hijoputa del profesor no me dejó volver y me obligó a hacer la clase con los zapatones. Menuda escandalera, parecía una exhibición de caballos jerezanos. Qué vergüenza yo trataba de no pisar fuerte e ir de puntillas, pero eso era algo parecido a una apoteosis flamenca. Una de las horas más larga de mi vida

Llegué a casa blasfemando, y encima me llevé una hostia de mi madre, que tuvo la osadía de culparme de la vergüenza que la hice pasar delante del profesor
Puta gloria bendita la historia esta, me he descojonado vivo en el momento en que te das cuenta de que no habías llevado las zapatillas.
 
Ya conté la que me pasó a mi con el bueno de paquito, un mongólico tierno y bueno hasta que la llamada de la selva le sobrevino. Se levantaba en medio de clase y se ponía a pajear su mastodóntico y peludo pollón, se subía a las mesas y refrotaba ese falo como una cinta de lomo por la cabeza de las niñas.
Pues un día la tomó conmigo, se levantó en mitad de clase y sin mediar palabra me tiró mi amado estuche de los chicago bulls a tomar por culo por la ventana. Me levanté a pedirle una explicación y como respuesta recibí un hostión que me tiró al suelo. Como pegar a un subnormal podría acarrearme problemas de estatus social, esperé al final del día y le seguí, cuando no había gente le asalté por la espalda con la intención de arrearle la paliza de su vida al puto retrasado ese y lo que me encontré fue otra hostia que volvió a tirarme al suelo y una vez en el suelo me escupió. Joder que humillación, menos mal que nadie lo vió.

Recuerdo esa historia, pero si la memoria no me falla, la historia terminaba en que en asalto a traición pudiste descargar toda tu ira sobre el mongolico que recibió de manera estoica la paliza de su vida, incluso me hice participe de ella imaginándome a mi mismo darle tal andanada de hostias por tal afrenta.

O eso o estoy mezclando historias de mongolos. También había otra de mongolos, en este caso era una historia con tintes corkianos y hermana buernorra, no se si es tuya o de otro.
 
En mi colegio había gente pauper de postal. Los demás no es que fuéramos unos potentados, al contrario, éramos gente muy humilde, pero es que los había de banda y diploma

Los que más pillaban de cerca era un par de hermanos que se llevaban 3-4 años entre sí.

El mayor venía a mi clase. Un tío aplicado, buena persona y con un don excelso para el dibujo, era increíble como pintaba a esa edad. Como he dicho eran pobres como ratas. Venían acompañados de su madre, lo más parecido físicamente a una bruja que he visto en mi vida. De muy corta estatura, con unos pelos que parecía que se había peleado con un gato, y unos ropajes raídos y viejos. La mujer era como Grimli, el enano del señor de los anillos pero sin barba ni bigote. Miento, el bigote si lo tenía.

Iban vestidos siempre igual, como si de personajes de un tebeo se tratara. Su higiene pese a que visualmente no parecía ser mala, sí que emanaban efluvios rancios de sus cuerpos y ropajes cuando llegabas a su zona de influencia. De hecho, sus cabezas olían a una mezcolanza entre amoniaco y cocido montañés, que las niñas en su hijooutez innata, le insultaban diciendo que su cabeza olía a pis a la mínima

El mayor, pertenecía a mi grupo de hamijos y era noblote. Estaba perfectamente adiestrado en las tácticas más extremas de supervivencia tacañil, era capaz de apurar el lápiz hasta que se pudiera ponerle el prefijo micro, la goma de borrar le duraba eones, eran de la marca LAN, nunca le vimos una goma de borrar con MILÁN todo junto, los libros los tenía impolutos, eso sí los llevaba un carterón de 1913, enorme y duro como el mármol, que podía echar a volar. Pese a sus carencias era un tío que compartía todo lo que tenía, que era más bien nada. Muy al contrario de su hermano pequeño que iba a clase de mi hermana y choraba las pinturas y material a los demás niños.

Pues bien, los pobres, nunca mejor dicho jamás iban a una excursión por muy económica que fuera. Eso hasta que un día que estaba programada una a la Pedriza. Mi hamijo apareció el día de la excursión para sorpresa de todos y cuchicheos de las arpías de las madres de los demás niños, que mascullaban entre ellas que los profesores habían pagado la excursión del chaval.

Sea como fuere yo me alegré y el también, aunque eso le duraría poco.

Para las excursiones nuestras madres preparaban una mochila con un bocata relleno de los embutidos más selectos de entonces, chorizo Revilla, mortadela, chopped, foie gras, jamón York con mantequilla, etc, envueltos en papel de plata o en un papel de embutidos Carranque. De beber, un par de latas a lo sumo. Los más adinerados llevaban Coca Cola o Fanta. El pelotón Trina o Kas, y alguno como yo Casera sola, que ese día estaba de oferta.

Pero mi hamijo no vino con la mochila. Vino con una bolsa de plástico color verde con algo empaquetado en papel de periódico pero que no tenía forma de bocadillo. De beber una botella de litro de cristal de gaseosa la Pitusa, pero que no llevaba gaseosa, estaba rellenada con agua

Así salimos y pasamos un día normal hasta la hora de comer. Todos nos sacamos los bocadillos, y mi hamijo quitó el papel a su enigmática vianda.

LOL se apareció de pronto. No era una tortilla, ni una empanada, era una ristra de plátanos, unos 6-7 plátanos, nada más.

A la excursión había ido medio colegio, y de pronto corrió la voz de la platanada. Menudo choteo, que si era Mowgli, que cuando iba a lanzar los plátanos con los pies a los demás, un infierno para el pobre chaval.

Ahí comiendo plátanos a palo seco como un gorila y bebiendo agua calentorra, mientras medio colegio se descojonaba de él. Yo como buen gregario me reía a mandíbula batiente mientras me tiraba unos eructos del quince gracias a la Casera sola que me había apretado.

El chaval lloró amargamente. Y desde entonces en él algo cambió. Se hizo más huraño. Hoy visto desde la distancia me apena aquella situación pese al LOL de los plátanos
 
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Recuerdo esa historia, pero si la memoria no me falla, la historia terminaba en que en asalto a traición pudiste descargar toda tu ira sobre el mongolico que recibió de manera estoica la paliza de su vida, incluso me hice participe de ella imaginándome a mi mismo darle tal andanada de hostias por tal afrenta.

O eso o estoy mezclando historias de mongolos. También había otra de mongolos, en este caso era una historia con tintes corkianos y hermana buernorra, no se si es tuya o de otro.
Son de otro esos finales.
Ojalá la mía hubiese acabado así. Pero no, las dos hostias como dos camiones me las comí con patatas.
 
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