Joder, redpo, degustaste las mieles del triunfo. Pilotabas una avioneta, conducías descapotables y te follabas a tías buenas, porque Macarena estaba buena, las cosas como son, aunque luego fuese más mala que la quina. Eras una especie de Sony Croquet mallorquín, con pelazo, americanas de corte italiano sobre camisetas de cuello redondo en tonos pastel, pantalones de tela planchados y zapatos blancos sin calcetines. Un puto crack, el puto amo. De la avioneta te bajabas con tus gafas de aviador Ray Ban y te montabas en tu descapotable y conducías por carreteras secundarias acelerando con total desprecio por tu vida. Eras joven, guapo, con éxito; todo te la sudaba. Veías la tierra a tus pies, literalmente, vivías vertiginosamente. Controlando el aeroplano con mano firme durante las corrientes de aire caliente, acelerando en las curvas hasta apurar el borde del precipicio, galopando a potrancas como Maca; todo desmesura.
Y ahora, mírate, con un puto chucho de compañía que para más inri cuando os pongan de patitas en la calle él encontrara hogar antes que tú. Pero que te quiten lo bailao.