Slowhand
Freak
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- 17 Ene 2010
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Sepan ustedes que gracias a Filmaffinity me he visto conminado a robar el teclado de mi padre para poder realizar "críticas" sobre las películas que voy viendo. Esto tiene una parte positiva, trasladada al mundo de las tildes, las cuales puedo utilizar desde ya, y otra negativa, basada en un testamento que soterrará mi presencia
Me registré ayer mismo en la página y comencé a votar los tours. Por si le interesa a alguien -que sé que no - el nick que aparece debajo de mis "críticas" es Ameba evolucionada. Actualmente sólo he realizado dos, que paso a pegaros aquí como "ultimos visionados".
Cisne negro.
Darren, casi te quiero más que a Natalie.
Trasladar la potencia, la agudeza y la inteligencia de Cisne negro tiene algo de heroico. Parte de su perfección se pierde en el camino de las palabras, mas me veo obligado a dejar una breve pincelada de una genialidad sin complejos ni pretextos.
Asomarnos al oído del cisne negro y saborear el delicado regusto que deja, convulsiona y zarandea cualquier nimiedad que se pueda decir sobre ella. Una acumulación de episodios que se suceden y entrelazan con orden, concierto y maestría, dirigidos por una mente brillante y encarnados en la superlativa figura de una bella, inocente y desequilibrada bailarina (Natalie Portman). El cruce sin aviso de las fronteras entre el sueño, el delirio, la realidad y el mundo paralelo al que nos arroja Aronofsky con total impunidad no son sino un abismo de perfeccion del que no podremos salir.
Una manera de narrar irrepetible, cuyos ecos pueden rastrearse únicamente desde lo alto, a gran altura, con el cielo como testigo y la recreación por castigo. Un descarnado propósito que sólo tenía dos caminos; la mierda y la grandeza, y creedme cuando os digo que se trata de lo segundo.
Qué decir de Natalie, ¡Oh, Natalie! sin caer en falsas palabras. El agudo filo de su figura, el desasosegante golpeo de su movimiento, la desenvoltura de su mirada y la directa crudeza moral de su pulso narrativo. La inmarcesible mirada directa y segura del cisne negro a la par que la dulzura e inocencia del cisne blanco.
La agresividad, componente indispensable de la obra maestra, alcanza en Cisne negro al universo entero y verdadero. Un film escapista que, refractario de la mentira, no huye, tampoco se apiada; sólo destruye el mundo minuciosamente.
Nota: un 10
El Bosque (The Village).
Como comenzar para jamás acabar.
Es un puedo pero no quiero cinematográfico, algo inherente a Shyamalan, ese protodirector incapaz de ahondar en el fondo de los enigmas humanos, en el interior del atormentado espectador que busca que le partan el alma de una vez por todas. Un contexto excepcional, una ambientación de lujo, un guion sólido, música decente y unos actores que en su gran mayoría rozan lo sublime, ¿y todo esto para qué? para dejarnos a media paja, con los pantalones por los tobillos y una mano decrépita que grita auxilio. El bueno de Shyamalan lo ha vuelto a hacer.
Podría cercenar nuestra inocente mirada, mutilar la delicada línea que separa la conmoción del espanto, resquebrajar el remanente de temor que todos llevamos dentro, triturar el alma y regurgitar los restos al ritmo de una danza de la muerte, defenestrar la virginal visión evocada por la protagonista, mancillar sin compasión los anhelos, sueños y esperanzas de un poblado o hacer caer un meteorito del cielo que acabase con todo, provocando la emoción y el sentimiento. Un témpano malhumorado en forma de film, para variar en el bueno de Shyamalan.
Al final obtenemos una película ramplona, del montón, cuya expectativa desemboca en frustración. Eso sí, magníficas actuaciones, un guión cuidadísimo y una primera media hora memorable. Correctita, sin más.
Nota: un 4.
PD: Ahora me entero de que deben validar las críticas
Me registré ayer mismo en la página y comencé a votar los tours. Por si le interesa a alguien -que sé que no - el nick que aparece debajo de mis "críticas" es Ameba evolucionada. Actualmente sólo he realizado dos, que paso a pegaros aquí como "ultimos visionados".
Cisne negro.
Darren, casi te quiero más que a Natalie.
Trasladar la potencia, la agudeza y la inteligencia de Cisne negro tiene algo de heroico. Parte de su perfección se pierde en el camino de las palabras, mas me veo obligado a dejar una breve pincelada de una genialidad sin complejos ni pretextos.
Asomarnos al oído del cisne negro y saborear el delicado regusto que deja, convulsiona y zarandea cualquier nimiedad que se pueda decir sobre ella. Una acumulación de episodios que se suceden y entrelazan con orden, concierto y maestría, dirigidos por una mente brillante y encarnados en la superlativa figura de una bella, inocente y desequilibrada bailarina (Natalie Portman). El cruce sin aviso de las fronteras entre el sueño, el delirio, la realidad y el mundo paralelo al que nos arroja Aronofsky con total impunidad no son sino un abismo de perfeccion del que no podremos salir.
Una manera de narrar irrepetible, cuyos ecos pueden rastrearse únicamente desde lo alto, a gran altura, con el cielo como testigo y la recreación por castigo. Un descarnado propósito que sólo tenía dos caminos; la mierda y la grandeza, y creedme cuando os digo que se trata de lo segundo.
Qué decir de Natalie, ¡Oh, Natalie! sin caer en falsas palabras. El agudo filo de su figura, el desasosegante golpeo de su movimiento, la desenvoltura de su mirada y la directa crudeza moral de su pulso narrativo. La inmarcesible mirada directa y segura del cisne negro a la par que la dulzura e inocencia del cisne blanco.
La agresividad, componente indispensable de la obra maestra, alcanza en Cisne negro al universo entero y verdadero. Un film escapista que, refractario de la mentira, no huye, tampoco se apiada; sólo destruye el mundo minuciosamente.
Nota: un 10
El Bosque (The Village).
Como comenzar para jamás acabar.
Es un puedo pero no quiero cinematográfico, algo inherente a Shyamalan, ese protodirector incapaz de ahondar en el fondo de los enigmas humanos, en el interior del atormentado espectador que busca que le partan el alma de una vez por todas. Un contexto excepcional, una ambientación de lujo, un guion sólido, música decente y unos actores que en su gran mayoría rozan lo sublime, ¿y todo esto para qué? para dejarnos a media paja, con los pantalones por los tobillos y una mano decrépita que grita auxilio. El bueno de Shyamalan lo ha vuelto a hacer.
Podría cercenar nuestra inocente mirada, mutilar la delicada línea que separa la conmoción del espanto, resquebrajar el remanente de temor que todos llevamos dentro, triturar el alma y regurgitar los restos al ritmo de una danza de la muerte, defenestrar la virginal visión evocada por la protagonista, mancillar sin compasión los anhelos, sueños y esperanzas de un poblado o hacer caer un meteorito del cielo que acabase con todo, provocando la emoción y el sentimiento. Un témpano malhumorado en forma de film, para variar en el bueno de Shyamalan.
Al final obtenemos una película ramplona, del montón, cuya expectativa desemboca en frustración. Eso sí, magníficas actuaciones, un guión cuidadísimo y una primera media hora memorable. Correctita, sin más.
Nota: un 4.
PD: Ahora me entero de que deben validar las críticas