El maestro PO llamó a su discípulo Kwai Chang Caine para darle otra de les lecciones que tanta utilidad le prestarían en su futura vida como monge shaolín.
-Po: ven Kwai Chang Caine, hoy te daré una lección sobre gobierno, como governar un païs.
El niño acude, más que nada porque sabe que si desobedece se lleva un sopapo, que el maestro Po será viejo y ciego pero reparte más que el legendario Poli Diaz.
-Kwai: dígame maestro.
-Po: si se te encargara tal faena, ¿cómo montarías un castillo de cartas?
-Kwai: pues tomaría carta por carta, y las iría poniendo en su sitio.
-Po: muy bien, inmagínate que cada uno de las cartas decida irse a la suya. Una se pone a bailar, una se enciende y se quema, una se tira al suelo, otras se ponen a jugar a cartas entre ellas, y una se mete en tu bolsillo.
-Kwai: pues muy mal, porque entonces no podría montar el castillo de cartas.
-Po: bien Kwai. Ahora inmagínate que tienes que montar un país. Tienes una gran baraja de ciudadanos y tienes que montar un castillo nacional con ellos.
-Kwai: haría lo mismo, pero cada ciudadano tendría que ir a donde yo le indicara, porque sino no podría montar el castillo, o el país.
-Po: bien Kwai, inmagínate que algunos ciudadanos se quedan donde los pones y algunos no. Algunos ruedan por el suelo, algunos se ponen a protestar porque no les gusta su sitio. Se escapan, cambian de color, de posición. Pero tu, tienes que montar el castillo porque en ello te va la vida.
-Kwai: pues si tengo algunos ciudadanos que sí se están quietos. Los usaría a estos y retiraría al resto.
-Po: ¿qué harías con ellos?
-Kwai: los metería, este digo, los sacaría de la mesa y los metería en el cajón.
-Po: no tienes cajón, sólo tienes una hoguera y sólo los puedes tirar ahí.
-Kwai: pues qué remedio neng.