Novato de mierdaSi algo hay que agradecerle a Internet ha sido lo mucho que ha hecho por la equiparación de la gente. Ha proporcionado osadía a los tímidos, descaro a los vergonzosos y desenfado a los apocados. En la intimidad de tu casa, en la clandestinidad de tu alcoba y con las armas de destrucción pasiva del teclado y el ratón, cualquier pacífico ciudadano se puede convertir en el más aguerrido de los samurai y cualquier pánfilo—y no de Narváez— de medio pelo se nos puede transformar en el rey del desparpajo.
Con la infinidad de chats, foros, blogs y bitácoras que existen, cualquiera que lo desee puede expresar libremente todo aquello que de ninguna manera se atrevería a hacer en directo, así por ejemplo tenemos auténticas moscas muertas discutiendo como energúmenos con otras de su estilo sobre tal o cual político, consumidores extáticos de visualsex, ludópatas de ruleta, póker y bacarrá, escritores frustrados de ensayos infumables, dilapidadores estáticos de horas irrecuperables y jugadores inexpertos de bolsa que siempre ganan.
Pero ojito y no me interpreten mal pues todos los inventos que sirvan para igualar a las especies me parecen un adelanto descomunal tal como se puede ver en los ejemplos anteriores. Porque vamos a ver, ¿quién no se cree un cotizado tertuliano de los de a tres mil euros el programa cuando defendiendo tu postura política le llamas hijoputa al rival golpeando las teclas con rotundidad?, y ¿quién no se siente el sultán del harén cuando desfilan desnudas ante tus ojos las más bellas huríes del paraíso del pecado?, porque ¿en qué se diferencia de ti el emir de Kuwait en Montecarlo cuando tú desde la soledad de tu cuarto arriesgas dos euros en el Celta-Levante? ¿Es que acaso no somos iguales Pérez-Reverte y su capitán Alatriste que yo y mi comandante Castroso?, obsérvese que el mío es de superior graduación que el de Pérez y no ando presumiendo por ello. Y qué hay más democrático que sentirte un tiburón financiero comprando cien jazzteles con un solo clic de ratón.
Y además, quién se atreve a tratar a los navegantes de la red como despilfarradores de horas cuando todos sabemos que el tiempo pasado frente a la pantalla es tiempo quitado a la barra del bar o a la tarjeta del Cortinglés, hasta el punto de que si quieres cuadrar las cuentas del mes es preciso echarle horas al invento. Porque lo que está claro es que no hay adicción a Internet, no, lo que hay es una hipoteca como un templo y si te levantas de la silla te juegas el embargo.
Hemos visto una serie de casos en que la igualdad se generaliza al identificarnos unos con el emir, otros con el tiburón, algunos con el literato y todos con el tertuliano. Con el mirón pornógrafo que se identifique el que quiera que a mí me da la risa.
Ahora bien, quiero destacar por encima de lo dicho hasta ahora que la auténtica democracia no se alcanzará hasta que la mujer consiga asesinar al mismo número de maridos con que hoy día se les asesina a ellas; una vez que ocurra este feliz evento, la igualdad entre hombre y mujer será un hecho impepinable, pero mientras esto ocurre Internet es un juguete que ha permitido iniciar el proceso de igualdad sin necesidad de recurrir al asesinato de momento, pero...¡temblad varones el día que la mujer pueda asesinar por Internet!
Al igual que la Monja Alférez en su día y sin necesidad de disfrazarse, cualquier dama si gustare podría hoy intervenir a través de los múltiples foros de opinión que se encontrará en la red y hacerse pasar por el más aguerrido de los varones, viceversa también puede darse pero se nos nota demasiado, la sutileza es un don preferentemente femenino.
Ya lo dice el Mensaje de Cristo:
–“Todos somos iguales ante Dios”
o el mensaje de los hombres:
–“Todos somos iguales ante la ley”
mensajes que yo me permito unificar en el de:
–“Todos somos iguales ante Internet”, porque permite el intercambio de roles si el gusto o la conveniencia por el travestismo —otros le llamarán mimetismo– están en los planes del consumidor.
Los chistes antiguos nos pintaban a unos españoles envidiosos tratando de adquirir el coche del vecino, veranear como lo hacía él y en fin, luchar por una igualdad que nunca se producía porque era cara; hoy día y gracias a Internet estas desigualdades se han allanado hasta el punto de que cualquier ignaro como yo puede tener un blog con el que poner a parir al vecino.
Con la infinidad de chats, foros, blogs y bitácoras que existen, cualquiera que lo desee puede expresar libremente todo aquello que de ninguna manera se atrevería a hacer en directo, así por ejemplo tenemos auténticas moscas muertas discutiendo como energúmenos con otras de su estilo sobre tal o cual político, consumidores extáticos de visualsex, ludópatas de ruleta, póker y bacarrá, escritores frustrados de ensayos infumables, dilapidadores estáticos de horas irrecuperables y jugadores inexpertos de bolsa que siempre ganan.
Pero ojito y no me interpreten mal pues todos los inventos que sirvan para igualar a las especies me parecen un adelanto descomunal tal como se puede ver en los ejemplos anteriores. Porque vamos a ver, ¿quién no se cree un cotizado tertuliano de los de a tres mil euros el programa cuando defendiendo tu postura política le llamas hijoputa al rival golpeando las teclas con rotundidad?, y ¿quién no se siente el sultán del harén cuando desfilan desnudas ante tus ojos las más bellas huríes del paraíso del pecado?, porque ¿en qué se diferencia de ti el emir de Kuwait en Montecarlo cuando tú desde la soledad de tu cuarto arriesgas dos euros en el Celta-Levante? ¿Es que acaso no somos iguales Pérez-Reverte y su capitán Alatriste que yo y mi comandante Castroso?, obsérvese que el mío es de superior graduación que el de Pérez y no ando presumiendo por ello. Y qué hay más democrático que sentirte un tiburón financiero comprando cien jazzteles con un solo clic de ratón.
Y además, quién se atreve a tratar a los navegantes de la red como despilfarradores de horas cuando todos sabemos que el tiempo pasado frente a la pantalla es tiempo quitado a la barra del bar o a la tarjeta del Cortinglés, hasta el punto de que si quieres cuadrar las cuentas del mes es preciso echarle horas al invento. Porque lo que está claro es que no hay adicción a Internet, no, lo que hay es una hipoteca como un templo y si te levantas de la silla te juegas el embargo.
Hemos visto una serie de casos en que la igualdad se generaliza al identificarnos unos con el emir, otros con el tiburón, algunos con el literato y todos con el tertuliano. Con el mirón pornógrafo que se identifique el que quiera que a mí me da la risa.
Ahora bien, quiero destacar por encima de lo dicho hasta ahora que la auténtica democracia no se alcanzará hasta que la mujer consiga asesinar al mismo número de maridos con que hoy día se les asesina a ellas; una vez que ocurra este feliz evento, la igualdad entre hombre y mujer será un hecho impepinable, pero mientras esto ocurre Internet es un juguete que ha permitido iniciar el proceso de igualdad sin necesidad de recurrir al asesinato de momento, pero...¡temblad varones el día que la mujer pueda asesinar por Internet!
Al igual que la Monja Alférez en su día y sin necesidad de disfrazarse, cualquier dama si gustare podría hoy intervenir a través de los múltiples foros de opinión que se encontrará en la red y hacerse pasar por el más aguerrido de los varones, viceversa también puede darse pero se nos nota demasiado, la sutileza es un don preferentemente femenino.
Ya lo dice el Mensaje de Cristo:
–“Todos somos iguales ante Dios”
o el mensaje de los hombres:
–“Todos somos iguales ante la ley”
mensajes que yo me permito unificar en el de:
–“Todos somos iguales ante Internet”, porque permite el intercambio de roles si el gusto o la conveniencia por el travestismo —otros le llamarán mimetismo– están en los planes del consumidor.
Los chistes antiguos nos pintaban a unos españoles envidiosos tratando de adquirir el coche del vecino, veranear como lo hacía él y en fin, luchar por una igualdad que nunca se producía porque era cara; hoy día y gracias a Internet estas desigualdades se han allanado hasta el punto de que cualquier ignaro como yo puede tener un blog con el que poner a parir al vecino.
Clásico
dices arpalgata tambien ?
Veterano
gracias por el halago
