No, mira, no. Entre la gente que aprieta el gatillo y la gente que defendía a la gente que aprieta el gatillo no había diferencia, ni eran dos alas, ni hostias en vinagre. Son los mismos. La gente que no aprieta el gatillo le compra las balas, les cobija, les defiende, y, en ocasiones, pasaron de estar en un escaño a estar con una pistola en la mano y viceversa. Ni dos alas ni hostias. El mismo equipo, como son el mismo equipo el portero y el delantero, sólo que cada uno hace cosas diferentes en un área diferente.
Nadie decía de ignorarlos, porque no se puede ignorar al que te pega un tiro en la nuca o te pone un coche bomba. Decían de aislarlos. Y a eso Anguita se negaba y decía que eso era una cosa de nazis contra judíos, victimizando a los asesinos terroristas y presentando como opresores a los que ponían la nuca a las balas. Lo que se llamaba entonces "aislarlos" se llama hoy "cordon sanitario", y a eso sí que se aplaude hoy si se hace con un partido que será todo lo que tú quieras (y al que ni de lejos yo defiendo) pero que no está manchado de sangre.
Victimizar al asesino, al terrorista, es lo que hacía Anguita con estas declaraciones. Ponerse al lado de los que le pegaron el tiro. Oh, el prohombre. Oh, el prócer de la patria. Oh, ojalá hubiera muchos como él. Ojalá hubiera más gente que se entierra con una bandera de un estado tirano y genocida, ojalá hubiera más defensores de asesinos. Sí, ojalá. Lástima que nunca nos gobernó.