Lo del chabacano puede dar para hilo aparte si hay suficiente que contar, ya sea ateniéndonos al chabacano o extendiéndolo a otros idiomas intercomprensibles con el español. Si no hay nadie que sepa llevarlo no da para hilo, claro, sólo puede dar, como es en este caso, para enmarranar hilos.
Es que su encrucijada no tiene lógica interna. Tiene la misma lógica interna que si digo yo que por mis cojones no vuelvo a comprar leche envasada por razones que no quiero explicar y que cuando me preguntan me pongo hecho una furia y luego pretendo meter en mi piso del centro de Madrid una vaca para poder tener leche. Hay siete supermercados diferentes en un radio de tres manzanas de mi casa, pero no, por mis cojones no entro a ellos, y por mis cojones la vaca se va a meter en mi casa y voy a tenerla sin mugir para que no interfiera con los vecinos y me denuncien al ayuntamiento, y va a comer lo que yo diga y no lo que la vaca necesite, y voy a poder hacer lo que me dé la gana sin que el hecho de tener una vaca en casa sea diferente a tener un libro en la estantería. Y es que encima, joder, es que no sé cómo no entendéis que tengo toda la puta razón del mundo en meter a la puta vaca, en que lo más apropiado es meter a la puta vaca y seguro que si El Cabezas dijera que la puta vaca es la mejor idea le diríais que sí, que tiene razón, pero, claro, como lo dice ILG es que me tenéis envidia porque blao. ¿Te enteras?
Eh, y nada de cualquier vaca, nada de una vaca vieja. La vaca, además, joven y lozana.