stavroguin rebuznó:
No se, unas veces parece encantadora, otras, una cretina. Es realmente curioso.
33 años. 33 años durante los cuales, posiblemente, hayan pasado por su vida un buen número de individuos con los cuales nunca pudo cimentar una relación duradera y, más posiblemente, en fecha no muy lejana del pasado, realizara todas las zorrerías que suelen cometer las mujeres en sus noches locas, con esa excusa siempre perenne de "me dejé llevar", "yo no era yo..." o, el clásico, "no pude reprimirme y no sé qué pasó". Por una parte, la llama usted trabajadora y competente, como si eso fuese una disculpa a su favor. Por otro lado, la llama usted atractiva y empática, aunque al mismo tiempo menciona ese gesto casi inhumano de la sonrisa despreciativa frente a una situación tan triste como esa mujer que llora desesperadamente por su marido muerto.
Igualmente, la describe como una mujer que parece encantadora y, en otras ocasiones, una vulgar cretina, alguien que si le ve por la calle le saluda casi como a un desconocido que ha visto sólo en un par de ocasiones, mirándolo de soslayo. Por lo que cuenta, imagino que está soltera y siempre lo ha estado, lo cual, aunque usted no lo piense a priori, es un serio hándicap para cualquier mujer, dado que en ellas lo que pesa es el factor cronobiológico que desesperadamente les impulsa a rejuntarse con quien sea cuando ven el límite del tiempo próximo, para intentar formar una familia que posiblemente se vea abocada al fracaso de una pronta separación.
Usted me disculpara, pero insisto en que yo sólo veo a una mujer voluble, cambiante, frívola, que quiere parecer intelectual, pero (como todas) se deja arrastrar por la vulgaridad; una mujer que tiene una preparación académica elevada, completamente desacorde con su comportamiento miserable de vulgar rastrera y que, no nos engañemos, usted desearía que se fijase en alguien con ciertas inquietudes, inteligencia y capacidad, pero que, en el fondo, hace como cualquier mujer, dejándose arrastrar ineludiblemente, en una especie de atracción magnética, por una especie de chuloplayas cualquiera, "devorando con la mirada a un guaperas estandar vestido como un pijo estandar", añadiendo, no sin un regusto amargo que "No cabia ninguna duda de que al acabar la cena iban a echarse el polvo del siglo."
Lo que me sorprende aún es que se extrañe, de que aún le pille desprevenido, su comportamiento vulgar y le desconcierte que usted imagine a alguien con cualidades superiores cuando, en el fondo, estamos hablando de una mujer, que, como todas, se deja llevar por actitudes cambiantes, efímeras, volubles, falta de criterio y madurez y, como todas también, sobre todo en esta sociedad actual donde difícilmente maduran antes de los 50, se siente atraída por el guaperas pijo que todos sabemos que sólo la quiere para follársela y que le va a dar esa mala vida a la que toda mujer se siente irremisiblemente atraída como por un intenso imán pese a que es consciente de que eso no le conducirá sino a recibir palos en la espalda, soledad, depresión y abandono.
Esto último es especialmente curioso, porque hasta hace unos veinte años atrás, las mujeres maduraban en ese sentido y para los 18-20 años, después de haber probado una buena ración de pollas, de haber sufrido lo indecible con múltiples decepciones de tíos que las habían usado como receptáculos de esperma, maduraban, cambiaban, formaban una familia, se convertían en señoras más o menos respetables y "sentaban la cabeza", si es que eso es completamente factible de imaginar en una mujer.
Hoy en día, las series, las películas, las revistas, esa eterna caza absurda por conservarse joven eternamente que promulgan las revistas de moda, la sociedad en general, les conduce a querer seguir sintiendo con 33 o con 45 años lo que deberían haber dejado ya de hacer con 18, a comportarse como adolescentes en cuanto están delante de algún hombre que las desprecia, las maltrata psicológicamente o no les presta la atención que necesitan. Admitámoslo: les pierde la chulería, les pierde esa actitud despreciativa que tan bien saben algunos explotar para sacar tajada de ir follando coños por donde quiera que pasan; les pierde que otras mujeres se sientan atraídas por el pijo guaperas, porque a falta de criterio propio, la mujer siempre juzga bueno lo que otras determinan (sin lógica alguna) que es "bueno", alpha, o llamémosle como queramos. Hoy en día, desafortunadamente, incluso las divorciadas que han vivido toda suerte de desgracias vitales, cargadas de hijos, folladas y despreciadas por decenas de hombres, eluden evitar despreciar individuos válidos a cambio de reprimir esa inagotable ansia de buscar guaperas pijos inútiles o, peor aún, chuloplayas que las maltraten, como si fueran incapaces de desprenderse de su adolescencia, cuando eran absolutamente inexperimentadas y aún no sabían el futuro que les esperaba o sólo sentían atracción por el "malote" de la clase.
A mí no me extraña nada el malestar que usted sintió, porque es algo humano que todos hemos vivido, sino que aún caiga en ese pozo amargo de tristeza ante este tipo de situaciones cuando usted tiene la perspectiva clara, nítida, meridiana y transparente de cómo son, de que nunca puedes fiarte de ellas, de que son incapaces de mantener la palabra o de vivir con coherencia y rectitud y de que, en el hipotético caso de que usted pudiera vivir con ella en algún momento, no dude un instante en que, tras haber echado unos cuantos polvos, descubriría la bajeza, la indolencia, la ingratitud, la ausencia de motivaciones elevadas, la frivolidad, la vulgaridad de alguien que sólo es capaz de simular una bonita fachada para un fondo que encierra sólo la búsqueda de su propio interés y un paisaje que es sólo la máscara que oculta un árido desierto.
La atracción por el sexo contrario, por desgracia, nos ciega demasiado frecuentemente la inteligencia. Todos hemos hecho cosas absurdas por conseguir meterla en caliente con una mujer que nos parece bonita (y ellas, instintivamente, lo aprovechan siempre que pueden para obtener todo lo que desean porque saben perfectamente que si hay algo que no podemos controlar es la atracción y el deseo), pero, reflexionemos, pensemos con seriedad sobre el asunto y extraigamos las conclusiones que todos conocemos. Imagínese su futuro a su lado. Quizá eso, como bien le diría saca-al-tarado, le haga reflexionar muy seriamente.