stavroguin 11 rebuznó:
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A la naturaleza sólo le importa una cosa: perpetuar los genes. Y sin el mecanismo interno de esas lerdas capaces de anular absolutamente todo para proyectarse a la prole probablente no habríamos sobrevivido como especie. Pero el que algo sea necesario no quiere decir que sea soportable. Y mucho menos si uno no es el progenitor y se echa a los hombros la carga genética de otro.
(...).
Exacto. Lo inevitable, ya sea cagar, morirse o rebañar la cera de los oídos, no tiene porque ser estético. La histeria maternal es decisiva para reducir el porcentaje de mortalidad infantil, sin una obsesiva dedicación a sus crías, sin su enamoramiento enfermizo por sus cachorros, sería necesario reproducirse por docenas para que al menos una pequeña parte de la camada pudiera tomar el relevo y dedicarse a la prolongar la fertilización hasta el final de los tiempos. No es hermoso, no es poético, pero eficaz, y las células y los cromosomas vibran felices con el deber cumplido sin preocuparse por el mundo exterior y las inframamás del siglo XXI.
Ful_de_estambul rebuznó:
Una cosa que aprendí de las MILF:
Se puede conquistar el corazón de una mujer pero no el de una madre.
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Esto es no sólo es una opinión, sino que es una verdad científica, neuronal, capaz de encontrar apoyos en los manuales de psiquiatría y las resonancias magnéticas. La mujer, de la misma manera que antaño otros homínidos, se puede clasificar en varias subespecies. No es lo mismo una niña que una adolescente con tetas reventonas, ni pertenecen al mismo nivel taxonómico una hembra con el útero adormecido que una coneja irreductible con su jauría aullando a su alrededor. Todas son hembras de sapiens, pero ordenadas en categorías muy distintas.
El cerebro de una mujer que ha consumado su preñez, sufre unas transformaciones químicas tan severas, que podemos decir que su mente y por lo tanto su personalidad abandonan sus características originarias. Su operatividad se reduce y se especializa, focalizando su atención de manera permanente en el recién nacido. Deja ser ser un cerebro femenino, con todas las limitaciones que ya conocemos, para convertirse en un cerebro maternal, cercenado, insensible, incapaz de elaborar un juicio objetivo y realista. La corrección política lo silencia, pero de alguna manera, presenta características propias de una enfermedad mental.
Es ahora cuando un hombre comprende que el amor es otra cosa, que él ha estado royendo los huesos, apurando la osamenta, celebrando las migajas que caían de la mesa. Comprende y compara y se le pone la bragueta triste Porque mientras que el amor de una madre da de sobra para llevar bálsamo y consuelo a un hijo que ha violado, asesinado y trepanado culitos de bebes, porque todo lo admite, todo lo perdona y todo lo consiente; el amor de una esposa no transige con un desempleado de larga duración, un conformista sin aspiraciones o con un novio que desatiende las exigencias palatinas de la princesa. Ocurre que el amor y la conveniencia son cosas distintas y ahora se da cuenta.
No se puede competir con un hijo. No se debe, es nuestra sangre y el custodio de nuestros genes. Su nacimiento nos obliga a ceder el trono y a nombra a una regente, así que ya que vamos a tener que colocarnos al final de la fila, mendigar mimos y atenciones y pedir permiso para hablar, al menos que todo este camino por carreteras secundarias, lo hagamos por alguien que conserve cierto parecido con el molde original. El sacrificio y el martirio no compensa si es a un dios ajeno al que entregamos el alma.