Lo de la oveja fue más complicado.
Como todos sabéis, España es el único país del mundo donde los hombres son HOMBRES… y las ovejas están nerviosas. Vamos, que lo de “pura lana virgen” es un timo de cuidado.
Y es que al verla la primera vez, sentí que Irene, la oveja más joven y retozona de toda Córdoba, debía ser mía.
Cuando estaba fuera, con su lacito azul y su blanca y provocadora lana al sol, siempre la acompañaban las del resto del rebaño, y el granjero y a la vez pastor no les quitaba ojo.
Así que esperé a que anocheciera, cierto sábado que todos creían que iba al cine a ver “El planeta de los simios”, de Alejandro Amenabar, cuando entré en las instalaciones, hacia el lugar donde Irene, echada como una provocadora, me esperaba.
La saqué de allí en silencio y me la llevé a los servicios, donde pudiéramos tener más intimidad.
Irene estaba así como confundida, con la mirada me interrogaba. No nos conocíamos más que de vista, así que era normal su desconfianza.
- Tranquila cariño – le dije – he venido a darte placer.
La acaricié un rato hasta que se calmó, y luego la abracé y le di besitos. Ella me pegó un rápido pero suave lametazo en la oreja y entonces supe exactamente lo que tenía que hacer.
- Túmbate Irene, que te voy a comer el coño.
La postura era un poco estrafalaria, pero poco a poco le cogimos el tranquillo, hasta que empezó a gustarle aquello, y lubricaba que daba gusto.
- Irene – jadeé lujuriosamente – quiero follarte ahora.
- Beeeee.
- Voy.
Se incorporó y me puse detrás de ella, estilo perrito. La penetré de un golpe y la agarré bien de las caderas. Dios, ¡que emocionante era aquello!
Así seguimos un buen rato, hasta que el dueño de la granja, al parecer desvelado por nuestros gritos de placer y deseo, se levantó y, tras acecharnos, abrió la puerta.
Nos contempló atónito en pleno acto, yo en pelota picada a esas alturas, y mi dulce ovejita sacando el culo para que mis embestidas le llegasen hasta el fondo.
- Hostia Irene, que nos han pillao – dije mientras la sacaba, haciendo un “plop” que resonó absurdamente en la silenciosa estancia.
- Beeeee – soltó Irene.
- No, ve tú y se lo explicas, dile que no hay amor, que es sólo sexo.
- Beeeee.
- Joder, bueno, pues voy yo.
Así que asustado me dirigí a Eustaquio, el granjero de mi pueblo, a darle explicaciones.
Y sucedió lo impensable, caballeros. Al acercarme, vi que me sonreía comprensivamente, casi divertido.
- Yo puedo explicarle…
No me dio tiempo a nada más, Eustaquio, todo afecto y comprensión, me rodeó los hombros con su enorme brazo y me dijo que lo entendía, que no era el primero que tonteaba con Irene, que ella iba provocando y que así era normal. Que incluso ÉL había sucumbido a sus encantos en más de una ocasión.
Ya más tranquilo, le conté mis experiencias sexuales, y él asentía, entre interesado y complacido. Entonces fue cuando hizo LA PREGUNTA.
- ¿Y con los dos salchichoneh dentro a la veh, lo hah probao?.
- Esto… ¿la doble penetración?.
- ¡Ezasto!.
- Pos no.
- Ahhh, puez ezo es la leche, amos al lio que te vah a entreteneh un güen rato –y se rió así en plan campechano, como dando confianza.
Total, que yo ya desnudito como estaba, y él en proceso, llamaríamos al parecer la atención de Irene porque se acercó, a ver qué tramábamos.
Bah, voy directo al grano, que me recreo efusivamente con los detalles. Eustaquio la sujetó por detrás y de pié, cogiéndola en peso, le endilgó su “salchichón”, yo a mi vez se la metí por delante. Pero con intimidad los dos, por el mismo agujero.
Fue el apoteosis, que movimientos, que éxtasis, que berridos que pegaba la Irene.
Y así fue como acabamos los dos, sujetando con fuerza a la oveja, en plan Sanwich, mientras gritábamos de gusto como condenados.
Luego nos limpiamos la lefada en la lana de Irene, que según Eustaquio eso le daba morbo a ella, que lo decía un estudio, y nos despedimos con un fuerte apretón de manos, como dos hombres de mundo.
Vamos, para repetirlo cuando se pueda. Cuando algún forero esté dispuesto, que me envíe un m.p. y lo invito a pasar unos días en mi pueblo, que vais a gozar de la hospitalidad sureña como nunca, y es que aquí en Andasulía “semos loh mejoreh”..
Y me temo que ya está. Esas han sido mis experiencias zoofílicas hasta el momento.
Confieso que una vez lo intenté con un hamster que tenía, pero al meterla vi que más que un hamster, parecía un perrito caliente, con el miembro entrando por detrás y saliendo por la boca, y además me rozaba mucho con los dientes, así que todo quedó en un intento.
Otra vez hice el amago de hacerlo con una perrita de raza caniche, perteneciente a un vecino, pero cuando la puse en posición y me la saqué, me miró y me dijo “¿qué coño estás haciendo, hijo de puta?”. Así que desistí.
Aunque por supuesto, mi fantasía erótica desde que la vi en los documentales de La 2: UNA LEONA MARINA. Dios… tiene que ser la leche. Y bueno, cuando vi en el cine “Parque Jurásico”, entonces ya… pufff, que pajote cayó esa noche pensando en la Velociraptora.
En fin, espero que este hilo acabe siendo, debido a las últimas tendencias, muy en auge y al alza, un “hilo – post it”, donde cada forero relate experiencias, dudas, sugerencias y en definitiva, plantee una nueva forma de alternar con el sexo animal opuesto, hermanándonos con el resto de las especies del planeta, que ni los de Green Peace, Oigan.
Un bechi así en plan campechano.
P.D. Me estoy pensando, muy seriamente, publicar esto en “todorelatos.com”.