Libros Ladrillos de nuestra vida (Fragmentos memorables y relatos breves)

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Conste que no soy un fan de Barrico, aún así

Barrico – Tierras de Cristal

Mierda. Mierda, mierda, mierda, mierda. Estáis todos en un lago de mierda. Se os pudre el culo en un océano de mierda. Se os pudre el alma. Los pensamientos. Todo. Una asquerosidad grandiosa, de verdad, una obra maestra de la repugnancia. Un espectáculo. Malditos bellacos.

Yo no os había hecho nada. Yo no quería más que vivir. Pero no se puede, ¿verdad? Hay que morir, hay que estar en fila pudriéndose, uno detrás de otro, ahí, dándonos asco, con gran dignidad. Reventad, cabrones. Reventad. Reventad. Reventad. Yo os veré reventar, uno tras otro, eso es lo único que quiero, veros morir y escupir en la mierda que sois. Dondequiera que os hayáis escondido que os devore el más horrendo de los males y que muráis gritando de dolor sin que ni a un perro le importe lo más mínimo, solos como animales, como los animales que habéis sido, animales infames y obscenos.

Dondequiera que estés, padre mío, tú y el horror de tus palabras, tú y el escándalo de tu felicidad, tú y el disgusto de tu vileza… que revientes de noche con el miedo aferrándote a la garganta, y un dolor infernal en tu interior, y el hedor del espanto sobre ti. Y que contigo reviente tu mujer, vomitando blasfemias que le hagan ganar un paraíso infinito de tormentos. La eternidad no le bastará para pagar todas sus culpas. Que reviente todo aquello que habéis tocado, las cosas que habéis visto y todas y cada una de las palabras que habéis dicho. Que se marchiten los prados en los que habéis posado vuestros abyectos pies, y estallen como vejigas putrefactas las personas que habéis ensuciado con el hedor de vuestras sonrisas.

Eso es lo que quiero. Veros reventar, a vosotros que me habéis dado la vida. Y junto a vosotros, a todos aquellos que después me la han quitado, gota a gota, ocultos por todas partes, espiando no otra cosa que mis deseos.

Yo soy Hector Horeau y os odio. Odio los sueños que dormís, odio el orgullo con el que acunáis la escualidez de vuestros niños, odio lo que tocan vuestras manos podridas, odio cuando os vestís para las feistas, odio el dinero que lleváis en los bolsillos, odio la blasfemia atroz de cuando os permitís llorar, odio vuestros ojos, odio la obscenidad de vuestro corazón, odio los pianos que como ataúdes pueblan el cementerio de vuestros salones, odio vuestros amores asquerosamente justos, odio todo lo que me habéis enseñado, odio la miseria de vuestros sueños, odio el ruido de vuestros zapatos nuevos, odio todas y cada una de las palabras que habéis escrito, odio cualquier momento en el que me hayáis escrito, odio todos los instantes en que habéis tenido razón, odio las vírgenes que cuelgan sobre vuestras camas, odio el recuerdo de cuando hice el amor con vosotros, odio vuestros secretos de nada, odio todos vuestros días más hermosos, odio todo lo que me habéis robado, odio los trenes que no os han llevado lejos, odio los libros que habéis enfangado con vuestras miradas, odio lo asqueroso de vuestras caras, odio el sonido de vuestros nombres, odio cuanto abrazáis, odio cuando aplaudís, odio lo que os conmueve, odio todas y cada una de las palabras que me habéis arrancado, odio la miseria de lo que veis cuando miráis a lo lejos, odio la muerte que habéis sembrado, odio todos los silencios que habéis desgarrado, odio vuestro perfume, odio cuando os comprendéis, odio cualquier tierra que os haya acogido, y odio el tiempo que ha pasado sobre vosotros.

Todos los minutos de ese tiempo han sido blasfemias. Yo desprecio vuestro destino. Y ahora que me habéis robado el mío, lo único que me importa es saber que reventaréis. El dolor que os destrozará seré yo, la angustia que os consumirá seré yo, el hedor de vuestros cadáveres seré yo, los gusanos que engordarán con vuestros despojos seré yo, y cada vez que alguien os olvide, allí estaré yo.
Yo sólo quería vivir
Cabrones.
 
jdr, disculpas por la duplicación pero no me lo publicaba

Dejo uno de un auténtico maestro, Kurt Vonnegut
Barbaazul

No cabe duda de que nací para dibujar mejor que la mayoría de la gente, igual que la viuda de Berman y Paul Slazinger nacieron, sin duda, para contar historias mejor que la mayoría de la gente. Otras personas nacen, sin duda, para cantar y bailar o para interpretar los astros del cielo o hacer trucos de magia o ser grandes líderes o atletas, etcétera.

Creo que podría remontarme a la época en que la gente tenía que vivir en pequeños grupos de parientes, quizá cincuenta o cien personas como máximo. Y la evolución o Dios o lo que sea arregló las cosas genéticamente para que las pequeñas familias siguieran adelante, para animarlas, de modo que todos pudieran tener a alguien que contara historias junto al fuego por la noche, y a alguien que no le tuviera miedo a nada, etcétera.

Eso es lo que yo pienso. Y por supuesto, un esquema como aquél no tiene sentido, porque los talentos regulares a secas no tiene valor debido a la prensa escrita y la radio y la televisión y los satélites y todas esas cosas. Una persona de talento moderado, que habría sido una joya de la comunidad hace mil años, tiene que abandonar, tiene que tomar otra línea de acción, porque los medios de comunicación modernos le enfrentan en su competición diaria con nada menos que los campeones mundiales de su especialidad.

Ahora el planeta entero puede funcionar muy bien con, pongamos, una docena de campeones en cada área de los talentos humanos. Una persona moderadamente dotada tiene que mantener sus dones embotellados hasta que, por decirlo así, va a una boda y se emborracha y se pone a bailar claqué sobre la mesa como Fred Asteire o Ginger Rogers. Tenemos un nombre para esa persona. La llamamos "exhibicionista".
¿cómo recompensamos a un exhibicionista? Le decimos a la mañana siguiente: "¡Vaya trompa llevabas anoche!"
 
Fragmento de «Novela con cocaína», de M. Agueiev

Es exacto y verdadero que la separación de lo espiritual y lo carnal en un hombre es signo de su virilidad, y la separación entre lo espiritual y lo carnal en una mujer es signo de su prostitución. Y bastaría con que todas las mujeres, juntas, se virilizaran para que el mundo, el mundo entero, se transformara en un burdel.

Para un hombre enamorado, todas las mujeres no son mas que mujeres, excepto aquella que ama - ésta es para él un ser humano -. Para una mujer enamorada, todos los hombres son sólo seres humanos, con excepción del que ama; para ella, este es un hombre.
Esta es la triste verdad que se impone mas y mas.

Y por último, la certidumbre (experimentada tantas veces ya, y cada vez a su manera) de que los encantos de un cuerpo de mujer que inflaman los sentidos son como olores de cocina - excitantes cuando se tiene hambre, repugnantes cuando se está saciado.
 
Kurt Vonnegut - El Desayuno de los Campeones (Obra Maestra)

El cine en el que estaba Trout con todos sus paquetes sobre las rodillas sólo ponía películas porno. La música era suave y sobre la pantalla plateada los fantasmas de una pareja joven se lamían el uno al otro, inocentemente, las blandas aberturas de sus cuerpos.
Mientras estaba allí sentado, Trout concibió otra novela. Trataba de un astronauta terrícola que llegaba a un planeta en el que la contaminación había acabado con todo tipo de vida vegetal y animal, excepto con la de unos humanoides que se alimentaban con comida hecha a base de petróleo y carbón.

Organizaban una fiesta para el astronauta, que se llamaba Don. La comida era horrible y durante todo el rato el gran tema de conversación era la censura. Las ciudades estaban plagadas de cines que sólo ponían películas porno. Los humanoides querían encontrar algún modo de acabar con aquellas películas pero sin interferir en la libertad de expresión.
Le preguntaban a Don si las películas porno también constituían un problema en la Tierra y Don decía que "Sí". Le preguntaban si las películas eran realmente guarras y Don respondía que "Todo lo guarra que podía llegar a ser una película".

Y aquello suponía un desafío para los humanoides, que estaban convencidos de que sus películas superaban a cualquiera de las existentes en la Tierra. Así que todos decidían dirigirse a un cine porno del centro de la ciudad, apretujados en unos vehículos que flotaban sobre unos colchones neumáticos.

Llegaban en el momento del descanso, así que Don tenía algo de tiempo para pensar sobre qué podría ser más guarro que aquello que ya había visto en la Tierra. Antes de que apagaran las luces ya estaba sexualmente excitado. Las mujeres del grupo estaban agrietadas e inquietas.

Se apagaban las luces y se abría el telón. Al principio no aparecía ninguna imagen. Sólo se oían chupeteos y gemidos que salían de los altavoces. Al poco rato comenzaba la película. Era una filmación de muy buena calidad en la que aparecía un humanoide macho comiendo lo que parecía ser una pera. La cámara se acercaba hasta tomar un primerísimo plano de los labios, la lengua y los dientes, brillantes de saliva. El protagonista se comía la pera con extremada lentitud. Cuando el último trozo desaparecía dentro de su ávida boca, la cámara descendía y le enfocaba la nuez del cuello, que subía y bajaba de un modo obsceno. Y después eructaba, satisfecho, y sobre la pantalla aparecía la siguiente palabra, claro que en el idioma de aquel planeta:
FIN

Todo era falso, por supuesto. Las peras ya no existían en aquel planeta. Pero, de todos modos, la película de la pera no era la principal de aquella noche, sino que sólo era un corto, que se proyectaba mientras el público se acomodaba en su butaca.
 
A mi me mola este:


".....come niño", te dijo, con la mueca que era su sonrisa; insistió en que era para ti y te lo fue acercando poquito a poco con la mano; la mano te iba acercando el platito con el pan y la mantequilla y tu viste de repente la uña negra morada inmensa un punto blanco, anda comiendo niño, y tu viste los guantes blancos con que Celso y Daniel servían en el palacio y para nada te sirvieron: Vomitaste, Julius, vomitaste cuando ya Carlos se quería marchar, tuvo que fumarse otro cigarrillo mientras Arminda descubría que el té no te sentaba y te limpiaba el cuello con un trapo humedo..."

un mundo para Julios, Alfredo Bryce Echenique
 
Esto es de "Así Habló Zarathustra", la primera vez que lo leí me impresionó mucho:

" Una!
Alerta, Hombre!
Dos!
Qué dice la profunda medianoche?
Tres!
Yo dormía, yo dormía!
Cuatro!
He despertado de mi profundo sueño!
Cinco!
El mundo es profundo!
Seis!
Y más profundo de lo que pensaba el día!
Siete!
Profundo es su dolor!
Ocho!
El placer es más profundo aún que el sufrimiento!
Nueve!
El dolor dice: pasa!
Diez!
Mas todo placer quiere eternidad!
Once!
Quiere profunda, profunda eternidad!
Doce!
Eternidad de alegría y de dolor!"

Gracias infinitas al menda que lo tradujo, Juan Carlos García Borrón.
 
Aqui teneis dos de los mejores fragmentos de El Señor de los Anillos:

El camino de Isengard

Inexpugnable y maravillosa era Isengard, y en otros tiempos también había sido hermosa; y en ella habían morado grandes señores, los guardianes de Gondor en el oeste, y los sabios que observaban las estrellas. Pero Saruman la había transformado poco a poco para adaptarla a sus cambiantes designios, y la había mejorado, creía él, aunque se engañaba; pues todos aquellos artificios y astucias sutiles, por los que había renegado de un antiguo saber y que se complacia en imaginar como propios, provenían de Mordor; lo que él había hecho era una nada, apenas una pobre copia, un remedo infantil, o una lisonja de esclavo de aquella fortaleza-arsenal-prisión-horno llamada Barad-dur, la imbatible Torre Oscura que se burlaba de las lisonjas mientras esperaba a que el tiempo se cumpliera, sostenida por el orgullo y una fuera inconmensurable.

A través de las ciénagas

Habían llegado a la desolación que nacía a las puertas de Mordor: ese monumento permanente a los trabajos sombrios de muchos esclavos, y destinado a sobrevivir aun cuando todos los esfuerzos de Sauron se perdieran en la nada: una tierra corrompida, enferma sin la más remota esperanza de cura, a menos que el Gran Mar la sumergiera en las aguas del olvido.
- Me siento mal- dijo Sam. Frodo callaba.
 
Primeros parrafos de "Cita con Rama", de Arthur C. Clarke.
Cada vez que los leo se me pone la piel de gallina
Más temprano o más tarde, tenía que suceder. El 30 de junio de 1908 Moscú escapó de
la destrucción por tres horas y cuatro mil kilómetros, un margen invisiblemente pequeño
para las normas del universo. El 12 de febrero de 1947 otra ciudad rusa se salvó por un
margen aún más estrecho, cuando el segundo gran meteorito del siglo veinte estalló a
menos de cuatrocientos kilómetros de VIadivostok provocando una explosión que
rivalizaba con la bomba de uranio recientemente inventada.
En aquellos días nada habla que los hombres pudieran hacer para protegerse de las
últimas descargas al azar del bombardeo cósmico que alguna vez marcó la cara de la
Luna. Los meteoritos de 1908 y 1947 se abatieron sobre regiones desiertas; pero hacia
fines del siglo veintiuno no quedaba región alguna en la Tierra que pudiera ser utilizada
sin peligro para la práctica celeste de tiro al blanco. La raza humana se habla extendido
de polo a polo. Y así, inevitablemente...
A las 9.46 (meridiano de Greenwich) de la mañana del 11 de septiembre, en el verano
excepcionalmente hermoso del año 2077, la mayor parte de los habitantes de Europa
vieron aparecer en el cielo oriental una deslumbrante bola ígnea. En cuestión de
segundos se tornó más brillante que el sol y al desplazarse en el cielo -al principio en
completo silencio- iba dejando detrás una ondulante columna de polvo y humo.
En algún punto sobre Austria comenzó a desintegrarse produciendo una serie de
explosiones, tan violentas que más de un millón de personas quedaron con los oídos
dañados para siempre. Estas fueron las afortunadas.
Desplazándose a cincuenta kilómetros por segundo, un millón de toneladas de roca y
metal cayó sobre las llanuras al norte de Italia y destruyó con una llamarada de
segundos la labor de siglos. Las ciudades de Padua y Verona fueron barridas de la faz
de la Tierra; y las últimas glorias de Venecia se hundieron para siempre en el mar
cuando las aguas del Adriático avanzaron atronadoras hacia tierra después de aquel
golpe fulminante venido del espacio.
Seiscientas mil personas murieron, y el daño material se calculó en más de un trillón de
dólares. Pero la pérdida que significó para el arte, la historia, la ciencia-para el género
humano en general por el resto de los tiempos estaba más allá de todo cálculo. Era como
si una gran guerra hubiese estallado y se hubiese perdido en una sola mañana, y pocos
pudieron sentir algún placer por el hecho de que, mientras el polvo de la destrucción se
depositaba, el mundo entero presenció durante meses los más espléndidos amaneceres y
ocasos que se recordaban desde el Krakatoa.
 
De que tratá?La intro me llama la atención.Merece la pena?Al menos y por variar el meteorito no cae en EE.UU.Me imagino que cayendo en Italia nosotros pillamos cacho no?
 
Comandante Cobra rebuznó:
De que tratá?La intro me llama la atención.Merece la pena?Al menos y por variar el meteorito no cae en EE.UU.Me imagino que cayendo en Italia nosotros pillamos cacho no?
En realidad lo del meteorito es solo el primer capitulo. Te pego una reseña del libro, que no soy bueno con las sinopsis:
La llegada al Sistema Solar,hacia el año 2130, del monstruoso Rama, esa masa de cuarenta kilómetros de longitud, plantea a los científicos de la Tierra una serie de enigmas a estudiar y resolver. ¿Se trata de un astro con luz propia?

¿Es acaso un meterorito escapado del cinturón de Van Allen, o es un vehículo espacial, una aeronave tripulada por seres de una suprema inteligencia o tal vez teledirigido desde algún planeta del Cosmos infinito?

Cosmonautas y hombres de ciencia, a la par, dedican todos sus esfuerzos, todos sus conocimientos, a encontrar la solución a tales enigmas, algunos de los cuales podrán aclararse mientras que otros seguirán siendo un misterio cuando Rama, esa verdadera incógnita volante, abandone nuestro sistema planetario para hundirse de nuevo en las procelosas profundidades del insondable espacio cósmico.
 
Bueno, como cerraron el mio, solo quería hacer una rectificación:

Actualmente el cuento más corto escrito es de Luis Felipe G. Lomelí.

El cuento, titulado "El emigrante" dice íntegramente:

"-¿Olvida usted algo?
- Ojalá."

El cuento de Monterroso tiene siete palabras y es el cuento más corto publicado en una sola línea. El de G. Lomelí tiene cuatro palabras en dos líneas.

Y Takian, ahora que hay nuevos moderatas, también se podrían cambiar algunas reglas
 
Qusis, un rey poco demostrativo, alcanzó fama en su reino cuando inventó la prohibición secular.
Nadie, ni siquiera él mismo, sabía de qué se trataba esta susodicha prohibición pero lo importante era que un rey, para ser rey, debe prohibir siempre.
El pueblo adoraba a Qusis, lo idolatraba por sus actos benignos, olvidando o esquivando el autoritario y despótico modo con el que este rey enfrentaba la toma de decisiones.
Qusis, padre de dos hijas vírgenes, no tenía la cultura propia de un rey, por eso tal vez, cuando escuchó que sus hijas pensaban pasar un fin de semana en el campo con dos jovenes nobles, y cuando una de ellas en lengua medio trabada dijo a la otra: Los jovenzuelos quieren demostrarnos cómo "secula", Qusis prohibió lo relacionado con esta actividad. Para él el verbo era secular. Yo seculo, tu seculas, el secula, nosotros seculamos, vosotros seculais, ellos secul(e)an...
per secula seculorum... amen

Juan Fragueiro
 
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Hermenegildo, quizás VII, tuvo un bastardo jorobado.

Cuando se hizo mayor huyó de la guarida en el bosque y se escondió entre la maleza.

Cuando amanecía salía en busca de comida para almacenarla, ya que las nieves rompían los caminos.

Una mañana fue visto por el halconero real, que, tonto de él, se lo llevó como presa a su Majestad. Este mandó ahorcar al cazador por la solemne tontería que había cometido y encerró en las mazmorras al pobre chico donde no pudiera verlo, y lo mantuvo a pan y agua con la esperanza de que se consumiese.

Ya le tenía preparado el funeral de semiestado reconociendo así su buen corazón de padre adúltero.

Sin embargo no moría el cabrón. Tenía una resistencia de jorobado. Como si en la joroba encontrara el alimento que le faltaba. Una joroba alimenticia. Se pasó a la segunda fase: envenenarlo. Así fue y se envenenó. Se lloró mucho en el Reino. Se lloraba pensando que las lágrimas del Rey eran sinceras. La reina se llamaba también Genoveva. Todas se llamaban Genoveva. Se quería dar constancia al Reino.

Genoveva no tenía por qué llorar. Acaso tenía que reír. Salía con la suya.

Hermenegildo demostraba cuán arrepentido estaba del engaño matrimonial. A la Genoveva le entró la risa nerviosa. Al rey le entraron ganas de reír pero seguía llorando, incluso, con verdad. Amén.

Archivos, José Luis Alegre Cudós, Mira Editores 2006
 
Y mi tiempo se detubo............................



-Ésta también está bien, muy bien -dijo-; escuche usted la frase: <<Hay que estar orgulloso del dolor; todo dolor es un recuerdo de nuestra condición elevada.>> ¡Magnífico! ¡Ochenta años antes que Nietzsche! Pero no es ésta la sentencia a la que yo me refería; espere usted, aquí la tengo. Vea: <<La mayor parte de los hombres no quieren nadar antes de saber.>> ¿No es esto espiritual? ¡No quieren nadar, naturalmente, no quieren pensar; como que han sido creados para la vida, ¡no para pensar! Claro, y el que piensa, el que hace del pensar lo principal, ése podrá acaso llegar muy lejos en esto; pero ése precisamente ha confundido la tierra con el agua, y un día u otro se ahogará

-El Lobo Estepario, Hermann Hesse-
 
Este es un cuento de Borges donde se narra la historia de Teseo y el Minotauro (Asterión) de forma distinta. Yo lo descubrí gracias a mi profesora de latín del instituto. Leedlo, y vereis como merece la pena.


LA CASA DE ASTERIÓN

Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la Tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el Sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.
El hecho es que soy único. no me interesa lo que un hombre pueda transmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos.
Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. ( A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos.) Pero de tantos juegos el que prefiero es el del otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya verás cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.
No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Esto no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce [son infinitos] los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado Sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el Sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.
Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá que me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?

El Sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba un vestigio de sangre.
- ¿Lo creerás, Ariadna? - dijo Teseo -. El minotauro apenas se defendió.

Jorge Luis Borges
 
El relato es genial, ya ha sido publicado en varios hilos, pero decir que trata sobre Teseo y el Minotauro antes de leerlo es digno de alguien con verdadero mal gusto.
 
Selbst rebuznó:
El relato es genial, ya ha sido publicado en varios hilos, pero decir que trata sobre Teseo y el Minotauro antes de leerlo es digno de alguien con verdadero mal gusto.

No deja de ser un punto de vista. Yo personalmente pienso que no le resta nada al relato. Pero claro, eso tampoco deja de ser otro punto de vista.
 
Cuentan que una noche, un caminante cansado de andar durante todo el día, paró a descansar a las afueras de un poblado tibetano. No llevaba mucho tiempo durmiendo cuando un joven le despertó, y tras saludarle, angustiado, le dijo:
-Dámelo.
-¿Qué he de darte?- respondió el hombre, confunso.
-Verás, anoche se me apareció Buda en sueños. Me dijo que, a la salida del pueblo, encontraría a un caminante y que él me daría algo que me convertiría en el hombre más rico del mundo.
-Ah.. te referirás a esto..- y tras rebuscar en su vieja mochila, le entregó al chico, sin darle ninguna importancia, un enorme diamante, el más valioso del mundo, que apenas le cabía en la mano.

El joven se fue contento a su casa, se metió en la cama e intentó dormir. Pero algo le preocupaba, no podía dejar de pensar en ello...
A la mañana siguiente, muy temprano, corrió a buscar al caminante, que estaba ya a punto de emprender de nuevo su viaje. Le puso el valioso diamante en la mano y le dijo:
-Te devuelvo tu joya... dame, en cambio, lo que te permite deshacerte de ella.
 
Dos niños rondaban ante el escaparate de Casinelli, un niño de aproximadamente seis años y una niña de siete, ambos bien vestidos. Hablaban de Dios y de los pecados. Yo permanecí detrás de ellos. La niña, quizá católica, sostenía que sólo el mentir a Dios constituía el verdadero pecado. El niño, quizá protestante, preguntó con testarudez infantil qué era entonces el mentir o el robar a los hombres. «También grandes pecados -dijo la niña-, pero no los más grandes, sólo los pecados contra Dios son los más grandes, para los pecados contra los hombres tenemos la confesión. Cuando me confieso, viene enseguida el ángel y se sitúa detrás de mí, cuando cometo un pecado es el diablo el que se sitúa a mis espaldas, aunque no se le puede ver». Cansada de tanta seriedad, giró sobre sus talones para divertirse y dijo: «Ves, no hay nadie a mis espaldas.» El niño giró del mismo modo y me miró: «Ves -dijo sin considerar que pudiera oírle o sin ni siquiera pensar en ello-, a mis espaldas está el diablo.» «Yo también le veo -dijo la niña-, pero no me refiero a ése.»

Fragmentos póstumos, F. Kafka.
 
Los ojos hacen algo más que ver, de Isaac Asimov. It's my favorite cuento suyo.


Después de cientos de miles de millones de años, pensó de súbito en sí mismo como Ames. No la combinación de longitudes de ondas que a través de todo el universo era ahora el equivalente de Ames, sino el sonido en sí. Una clara memoria trajo las ondas sonoras que él no escuchó ni podía escuchar.

Su nuevo proyecto le aguzaba sus recuerdos más allá de lo usualmente recordable. Registró el vórtice energético que constituía la suma de su individualidad y las líneas de fuerza se extendieron más allá de las estrellas.

La señal de respuesta de Brock llegó.

Con seguridad, pensó Ames, él podía decírselo a Brock. Sin duda, podría hablar con cualquiera.

Los modelos fluctuantes de energía enviados por Brock, comunicaron:

—¿Vienes, Ames?

—Naturalmente.

—¿Tomarás parte en el torneo?

—¡Sí! —Las líneas de fuerza de Ames fluctuaron irregularmente—. Pensé en una forma artística completamente nueva. Algo realmente insólito.

—¡Qué despilfarro de esfuerzo! ¿Cómo puedes creer que una nueva variante pueda ser concebida tras doscientos mil millones de años? Nada puede haber que sea nuevo.

Por un momento Brock quedó fuera de fase e interrumpió la comunicación, y Ames se apresuró en ajustar sus líneas de fuerza. Captó el flujo de los pensamientos de otros emanadores mientras lo hizo; captó la poderosa visión de la extensa galaxia contra el terciopelo de la nada, y las líneas de fuerza pulsada en forma incesante por una multitudinaria vida energética, discurriendo entre las galaxias.

—Por favor, Brock —suplicó Ames—, absorbe mis pensamientos. No los evites. Estuve pensando en manipular la Materia. ¡Imagínate! Una sinfonía de Materia. ¿Por qué molestarse con Energía? Es cierto que nada hay de nuevo en la Energía. ¿Cómo podría ser de otra forma? ¿No nos enseña esto que debemos experimentar con la Materia?

—¡Materia!

Ames interpretó las vibraciones energéticas de Brock como un claro gesto de o.

—¿Por qué no? —dijo—. Nosotros mismos fuimos Materia en otros tiempos… ¡Oh, quizás un trillón de años atrás! ¿Por qué no construir objetos en un medio material? O con formas abstractas, o... escucha, Brock... ¿Por qué no construir una imitación nuestra con Materia, una Materia a nuestra imagen y semejanza, tal como fuimos alguna vez?

—No recuerdo cómo fuimos —dijo Brock—. Nadie lo recuerda.

—Yo lo recuerdo —dijo Ames con seguridad—. No he pensado sino en eso y estoy comenzando a recordar. Brock, déjame que te lo muestre. Dime si tengo razón. Dímelo.

—No. Es ridículo. Es... repugnante.

—Déjame intentarlo, Brock. Hemos sido amigos desde los inicios cuando irradiamos juntos nuestra energía vital, desde el momento en que nos convertimos en lo que ahora somos. ¡Por favor, Brock!

—De acuerdo, pero hazlo rápido.

Ames no sentía aquel temblor a lo largo de sus líneas de fuerza desde... ¿desde cuándo? Si lo intentaba ahora para Brock y funcionaba, se atrevería a manipular la Materia ante la Asamblea de Seres Energéticos que, durante tanto tiempo, esperaban algo novedoso.

La Materia era muy escasa entre las galaxias, pero Ames la reunió, la juntó en un radio de varios años-luz, escogiendo los átomos, dotándola de consistencia arcillosa y conformándola en sentido ovoide.

—¿No lo recuerdas, Brock? —preguntó suavemente—. ¿No era algo parecido?

El vórtice de Brock tembló al entrar en fase.

—No me obligues a recordar. No recuerdo nada.

—Existía una cúspide y ellos la llamaban cabeza. Lo recuerdo tan claramente como te lo digo ahora. —Efectuó una pausa y luego continuó—. Mira, ¿recuerdas algo así?

Sobre la parte superior del ovoide apareció la «cabeza».

—¿Qué es eso? —preguntó Brock.

—Es la palabra que designa la cabeza. Los símbolos que representan el sonido de la palabra. Dime que lo recuerdas, Brock.

—Había algo más —dijo Brock con dudas—. Había algo en medio.

Una forma abultada surgió.

—¡Sí! —exclamó Ames—. ¡Es la nariz! —Y la palabra «nariz» apareció en su lugar—. Y también había ojos a cada lado: «Ojo izquierdo..., Ojo derecho».

Ames contempló lo que había conformado, sus líneas de fuerza palpitaban lentamente. ¿Estaba seguro que era algo así?

—La boca y la barbilla —dijo luego— y la nuez de Adán y las clavículas. Recuerdo bien todas las palabras. —Y todas ellas aparecieron escritas junto a la figura ovoide.

—No pensaba en estas cosas desde hace cientos de millones de años —dijo Brock—. ¿Por qué me haces recordarlas? ¿Por qué?

Ames permaneció sumido en sus pensamientos.

—Algo más. Órganos para oír. Algo para escuchar las ondas acústicas. ¡Oídos! ¿Dónde estaban? ¡No puedo recordar dónde estaban!

—¡Olvídalo! —gritó Brock—. ¡Olvídate de los oídos y de todo lo demás! ¡No recuerdes!

—¿Qué hay de malo en recordar? —replicó Ames, desconcertado.

—Porque el exterior no era tan rugoso y frío como eso, sino cálido y suave. Los ojos miraban con ternura y estaban vivos y los labios de la boca temblaban y eran suaves sobre los míos.

Las líneas de fuerza de Brock palpitaban y se agitaban, palpitaban y se agitaban.

—¡Lo lamento! —dijo Ames—. ¡Lo lamento!

—Me has recordado que en otro tiempo fui mujer y supe amar, que esos ojos hacían algo más que ver y que no había nadie que lo hiciera por mí... y ahora no tengo ojos para hacerlo.

Con violencia, ella añadió una porción de materia a la rugosa y áspera cabeza y dijo:

—Ahora, deja que ellos lo hagan —y desapareció.

Y Ames vio y recordó que en otro tiempo él fue un hombre. La fuerza de su vórtice partió la cabeza en dos y partió a través de las galaxias siguiendo las huellas energéticas de Brock, de vuelta al infinito destino de la vida.

Y los ojos de la destrozada cabeza de Materia aún centelleaban con lo que Brock colocó allí en representación de las lágrimas. La cabeza de Materia hizo lo que los seres energéticos ya no podían hacer y lloró por toda la humanidad y por la frágil belleza de los cuerpos que abandonaron un billón de años atrás
 
Aunque a mí me gustaría más postearlo en el hilo de citas, parece que un extracto tan largo va mejor aquí. En fin, espero que el hilo este reverdezca un poco, que está apolillado.

Sobre la escritura y la memoria:

"Pues bien, oí decir que vivió en Egipto en los alrededores de Náucratis uno de los antiguos dioses del país, aquél a quien le está consagrado el pájaro que llaman Ibis. Su nombre era Theuth y fue el primero en descubrir no sólo el número y el cálculo, sino la geometría y la astronomía, el juego de damas y los dados, y también las letras. […]. Pero una vez que hubo llegado a la escritura, dijo Theuth: 'Este conocimiento, oh rey, hará más sabios a los egipcios y aumentará su memoria. Pues se ha inventado como un remedio de la sabiduría y la memoria.' Y aquél replicó: 'Oh, Theuth, [...] este invento dará origen en las almas de quienes lo aprendan al olvido, por descuido de la memoria, ya que los hombres, por culpa de su confianza en la escritura, serán traídos al recuerdo desde fuera, por unos caracteres ajenos a ellos, no desde dentro, por su propio esfuerzo. Así que, no es un remedio para la memoria, sino para suscitar el recuerdo lo que es tu invento. Apariencia de sabiduría y no sabiduría verdadera procuras a tus discípulos. Pues habiendo oído hablar de muchas cosas sin instrucción, dará la impresión de conocer muchas cosas, a pesar de ser en su mayoría unos perfectos ignorantes; y serán fastidiosos de tratar, al haberse convertido, en vez de sabios, en hombres con apariencia de serlo.'" (Platón, Fedro)
 
Una pequeña joya:

INSTRUCCIONES PARA SUBIR UNA ESCALERA

Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se situó un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.

JULIO CORTÁZAR

(Y tengo uno guardado de Chejov, para cuando note demasiada alegría injustificada. Espero que no sea demasiado largo.)
 
Mínima alma mía,tierna y flotante,huésped y compañera de mi cuerpo,descenderás a esos parajes pálidos,rígidos y desnudos,donde habrás de renunciar a los juegos de antaño.Todavía un instante miremos juntos las riberas familiares,los objetos que sin duda no volveremos a ver...Tratemos de entrar en la muerte con los ojos abiertos...

Memorias de Adriano de Marguarite Yourcenar.
 
"En el comedor se cruza con nuevas enfermedades. Su vecino de habitación, por ejemplo, le cuenta que es sidófilo (una nueva perversión sexual).
-Filmaba a chicas que se dejaban follar sin condón por un cómplice infectado de sida. La chica, por supuesto, nunca estaba al corriente. Luego, sin que ella lo supiera, la filmaba cuando salía de los laboratorios después de recoger los resultados de la prueba. El momento que más placer me proporcionaba era cuando la chica descubría que era seropositiva. Me corría cuando ella abría el sobre. Yo inventé la sidofilia. Si supieras como molaba verla echarse a llorar a la salida del laboratorio con el informe de "VIH+" en la mano. Pero tuve que dejarlo porque la policía me requisó todas las cintas. Primero estuve en la cárcel y luego me trajeron aquí. De todos modos, no tardaré en morir. Pero ahora estoy bien, estoy bien. Ahora estoy bien ahora estoy bien estoy bien estoy bien estoy bien estoy bien estoy bien."

Fragmento de 13`99 Euros, de Frédéric Beigbeder
 
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