Las cenas del embajador

No podía dar crédito: aparté la gruesa cortina hacia un lado y en la oscura estancia, cuya atmósfera estaba cargada de humo, jugaban a las cartas Jesucristo, Mike Donovan, Chicho Sibilio y el niño skater subnormal del último anuncio de Colacao.

Por suerte, Pilar Rubio era quien ponía los whiskies.
 
Me contrató el ayuntamiento de Nerjahr para pescar un tiburón que se estaba manducando a la gente. Me llevé a Quelquechose y también al porquero del pueblo, que tenía hecha media EGB y además regentaba la bodega.

Para variar, a la media hora de zarpar estábamos beodos perdidos, dando berridos como borrachos asquerosos. Esto debió de atraer al bicho, que nos dio un cabezazo y nos tiró al agua. Quelque y yo pudimos huir nadando a lo perro, porque al de los cerdos le dio un calambre y allí mismo le hicieron la cata.

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A sabiendas de su diarrea, me las ingenié para robarle al comodoro el papel higiénico y obligarle así a que tuviera que salir de madrugada a comprar un rollo, dejando desprotegida a la señora Winchester.En venganza por lo de la noche anterior, la cosí a navajazos.

Los Beach Boys, que me debían un favor, me ayudaron a distraer a la guardia cantando "dont worry baby" para ellos, y de paso camuflaron los alaridos de la interfecta entre sus coros.

Soy un genio.

El momento del crimen

 
Esperando al señor Constanza en mesa, el embajador quiso divertirnos burlándose un poco del sumiller, al cual obligó a servir el vino con una mano mientras con la otra hacia malabares con dos limones.Cuando estaba en el turno de servir a Valuev le pinche con un alfiler en el culo y le salpicó.Le soltó tal crochet de izquierdas que tuvo que hacerse otro DNI porque la foto ya no se correspondía con su nuevo rostro.

 
Fui con los compañeros de terapia a la convención trekkie que hicieron este año en Argamasilla. Estábamos tan tranquilos cuando apareció un hato obesos diciendo que Kirk era mejor que Picard.

Hubo abucheos y se mascaba la tragedia. Uno de ellos me quiso hacer la llave vulcaniana, pero me enganché a cabezazos y me quedé solo. Después bloquearon las salidas, pero Crisanto, que iba de Worf, utilizó como ariete al que iba de Sulu y conseguimos abrirnos paso.

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Todo parecía discurrir de manera normal hasta que muñeco y ventrilocuo empezaron a escupirse mutuamente.Este ultimo renunció a la lucha y se largo llorando,dejando allí al muñeco.Impávido, se encendió un pitillo y en pleno delirio, focalizando su rabia en el público, comenzó a insultarnos sin cesar hasta que no quedo nadie en la sala.Nos devolvieron el dinero de la entrada y nos explicaron que no era la primera vez que montaban semejante numérito.Me lo gaste en el puticlub de al lado, donde me encontré al ventrilocuo borracho perdido y hablando solo.

 
Casi me muero de risa cuando el ventrilocuo sacó sus tarjetas de crédito síndrome de down cajamadrid y se dispuso a pagar.Resulta que una de las downies que aparecía en la tarjeta era hermana de una de las meretrices.Creyendo que todo aquello era una broma de cámara oculta, se desmayó y tuvieron que llamar a una ambulancia.Como no me quedaba ya dinero para un taxi hice un car-jack al conductor de la ambulancia y me lleve a la puta inconsciente de propina.Amarrada en el sótano la tengo aún.

 
La semana pasada estaba dando un paseo por el jardín, escuchando los simpáticos dislates de Rodney mientras bebíamos unas achicorias. Cuando el hombre-trucha le estaba dando la réplica, vimos la señal del comisario Ñórdon. Algún maloso tramando picardías, sin duda.
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Buscando el vellocino de oro llegamos a una isla que parecía desierta. Mientras hacíamos la danza de la victoria apareció un cíclope desmembrando a todo el que enganchaba.

El que limpiaba los devueltos en el barco nos dijo que si nos quedábamos quietos no podría vernos. LOS COJONES.

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Estuve con el hombre-trucha jugando a la veintiuna en el casino de Midian. No supe parar y, viendo que ya debíamos un pastizábal, aproveché un despiste del crupier para lanzarle el cubata a la cara y huir.

Al llegar a la salida nos engancharon unos mafiosos y nos bajaron a la sala de esparcimiento para darnos un peeling de hostias. Estaba por allí el Lisensiado Ramírez, que también se unió a la tremenda golpisa.

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Cuando me echaron del albergue monté el grupo de performances "Sudor de culo" con Quelquechose. Recorrimos las ferias de los pueblos con nuestro espectáculo animando a los borrachos.

Nuestro número estrella era menear los huevos en el suelo mientras sonaba Eloise, del gran Casal.

Hace dos años me lanzaron una botella de anís que me rompió la cabeza. Y ya me cansé de hacer el indio.
Dándolo todo

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La última epidemia zombi me pilló trabajando en la casa de socorro. Me atrincheré en la azotea con unos amigos y pasamos los días entre orgías y sobredosis de mierdas varias.

Pero pronto nos faltó el comercio. Me pergeñé una pértiga juntando varias muletas y me dispuse a saltar al tejado de enfrente.

Cuando pegué el brinco se me tronchó el invento y acabé cayendo en la turba. Me dieron más hostias que a un tonto.
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Hice un grupo de mariachis con Skelletor y hombre-trucha. Nos contrataron para una boda y al llegar a la iglesia nos encontramos con una tuna que nos quería pisar la actuación.

De no se sabe dónde empezó a sonar música de tangana y montamos un carrusel de hostias.

Al que venía pegando saltos con la bandurria le partí los dientes con el copón del cura.

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Con la batalla por decidir me fui a Mordor con lo mejor que tenía: Zed, Quelquechose, un comepiedras y la sota de bastos. Nos escoltaron hasta el Morannon los gloriosos Tercios.

Piqué al telefonillo y salió un engendro lleno pelos:

- Soy la Boca de Saurohrn.

- Pues yo soy los cojones de Caifás deconstruidos, ¡quita!

Nos empezamos a empujar con el pecho mientras voceábamos qué pasa, qué pasa. Aquello parecía la berrea.

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Main man rebuznó:
No podía dar crédito: aparté la gruesa cortina hacia un lado y en la oscura estancia, cuya atmósfera estaba cargada de humo, jugaban a las cartas Jesucristo, Mike Donovan, Chicho Sibilio y el niño skater subnormal del último anuncio de Colacao.

Por suerte, Pilar Rubio era quien ponía los whiskies.

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Hartos de los abusos, decidimos hacer frente a los pandilleros que tenían acobardado al barrio.

Me dieron dos tiros, pero me cubrían Charles Bronson y el Pimp de la barriada, que tenía un corazón de oro. Si no es por ellos me pegan nueve.
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Llegamos al castillo de Drácula al anochecer. Había secuestrado a la mujer de Crisanto con sus malas artes, aunque luego nos enteramos de que se había ido con él porque tenía un rabo que se le colaba en el desagüe al ducharse.

Al llegar al foso nos pusimos a discutir con los siervos cíngaros del conde. Van Helsing, que iba fino de pacharanes, se enganchó en la verja y se puso a escupir a los criados. Estos respondían, a la voz de me cágon toa tu calaña, con jarras de aceite hirviendo.
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Me llevé al hombre-agaporni a Pasgüord, porque era el único de la cueva que sabía leer mayúsculas.

Como no acertaba ninguna, me saqué la goma del butano y le puse tibio a latigazos. Ahora me han quitado su custodia y estoy esperando la cita del juzgado.
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Uncle Meat rebuznó:
Nada, tío, que venía a hacerte compañía. :lol:
El fantasma de Eugenio había venido a casa a ver el partido en streaming. Estuvimos instalando programas de mierda hasta la mitad del medio tiempo, hartos de esperar, al final bajamos al bar. Nos dieron de hostias cuando Eugenio se puso a gritar Cristiano Maricón, yo señalaba mis plumas y decía: Que soy del Madric.

Ni siquiera me gusta el fútbol.

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Cuando estuve en la Antártida investigando me quedé aislado durante tres meses con mis compañeros.

El bueno de Rodney se dejó la puerta abierta cuando vino el del gas a leer el contador y se nos coló un alienígena que poseía cuerpos. Al principio no sabíamos quién lo tenía dentro, y teníamos que sacarles el mal con fuego purificador.

De quince que éramos nos quedamos en cinco. Al final descubrimos que el ser mostraba su verdadera naturaleza al ponerle habaneras, pero nos daba pena matarlo y le pusimos en el sótano con un cuenco de friskas y unos sudokus.
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Me contrataron para secuestrar a la criatura de la laguna negra y llevarla a un show de freaks.

Saqué el drakkar y me llevé a los borrachuzos del barrio para hacer la batida, con hombre-trucha de vigía. Al pobre le dio el trémens y nos llevó directos a la carpa del circo "Los Mutxatxos" que había en la orilla.

Los payasos se creían que veníamos a robar rollos de cobre y nos descalabraron con piedros.
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Gracias

Señor Constanza: dos orejas, rabo y salida por la puerta grande por esta faena de "Las cenas del embajador". Deseo sigan estas aportaciones de calidad. También para Sr.Tomasín

Salu2
 
Aunque cueste creerlo, hace tiempo fui amigo del Lisensiado Ramírez. Un día me invitó a su mansión para degustar unos berberechos a la arena con gaseosas.

Después del convite escuchamos ratas rascando el cartón yeso. El ruido era cada vez más fuerte y los bichos rompieron la pared, saltándonos a la cara mientras sonaba música dramática.

El Lisensiado huyó por una trampilla secreta, escondiéndome yo en el horno. No sirvió de nada, ya que del tabique salió el mismísimo Nyarlathotep y me sacó a rastras. Intenté hacerle un par de katas, pero del cabezazo que me dio me dejó federico.
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