A día de hoy ser homosexual está perfectamente bien visto por la inmensísima generalidad de la población, y nadie se mete con ellos, salvo los cuatro cerriles que utilizan eso como excusa para meterse con alguien y que lo mismo les da eso que el ser bajito, gordo o llevar gafas. Además, la tendencia natural, insisto, natural, de la gente es a que cada vez nos importe menos si fulano se acuesta con tíos, tías o su puta madre mientras nos deje tranquilos. El único rechazo que causan los gays entre la gente normal es el rechazo que causa un gay que hace bandera de su condición y que está todo el puto día contando las pollas que se come, las orgías en las que se mete o que en toda conversación mete el asunto pegue o no pegue, y aun así el rechazo es por pesado, por monotema, por cansino y por tener el mal gusto de ir exhibiendo tu vida privada cuando no toca, y no diferería mucho de si un tío se mete, en cualquier conversación, a hacer bandera de que es un putero, a contar sus aventuras con putas o que no se le cayera de la boca el temita.
Además, los mensajes que se lanzan por los medios, los ejemplos que vemos en la tele a diario y la constatación de la realidad, la simple realidad, dejan bien claro que a día de hoy ser homosexual es algo que está perfectamente normalizado. Es innecesario seguir con la turra, porque además mañana estará más normalizado aún por sí solo. Pero, claro, si no seguimos con la turra no nos dan la subvención, se nos desmonta el chiringuito y perdemos la pasta que nos estamos embolsillando, así que hay que seguir echándose las manos a la cabeza y reclamar más y más y más.