Las tiendas de tu infancia -by Luis Cobos-

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3 Feb 2005
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Hello guys!!!!!

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-Tiqui tiqui tiqui

I'm the fucking Luis Cobos. ¡Ha!

¡¡HEN GUARDIA CABALLEROS!!

https://www.goear.com/listen/db7ae5b

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¿Cómo están ustedes? ¿Se alegran de ver a un servidor? ¡Demonios, seguro que sí!

La verdad es que debería ser un ídolo para vosotros. Tengo talento, he sacado decenas de discos con canciones creadas a partir de una inspiración propia inigualable. He dado cienes y cienes de conciertos delante de personas por las que os dejaríais defecar un oído o en los dos, me he calzado por el culo, por el coño, por la boca y por el agujero de la trifase a mujeres que os echarían spray en los ojos si os vieran...

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Bueno, voy a dejar de mí, que vais a pensar que soy un jodido chulo bastardo o, peor, que con esta pinta de peluquero homosexual pasando el domingo en el campo, es más probable que me la entoche por la retaguardia el quaterback de un equipo del partido casados contra solteros en la convención "Por la liberalización de la inocencia" de NAMBLA.

Voy al grano. Resulta que el otro día me puse triste:

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Don Julián, el propietario de la morgue de mi barrio decidió cerrar el pasado lunes su negocio, ese rincón que tanta alegría nos dio durante años y que ya, sin querer, era parte de todos nosotros.

Ver ese lugar, rebosante de alegría durante tanto tiempo, con la persiana echada y el cartel de SE VENDE colgado, hizo que me entrase un cuajo en el estómago y el alma se me cayese a los pies.

Al llegar a casa, me masturbé vestido de Constantino Romero y pensando en Rufa de Manos a la Obra, y ya se me pasó un poco la desazón y el disgusto. Fue entonces, mientras las últimas gotas de lefa surcaban suaves la última parte del armazón de mi glande para dirigirse lentamente hacia mi abdomen y allí desobar, cuando pensé en lo magnífico de las tiendas de mi barrio.

Allí, tumbado en mi cama, con la melena al viento, el bigote con las puntas mirando a las menos cuarto, mi elegante traje de Constantino Romero y mis patucos de Prenatal, tumbado entre mis lefadas sábanas, dibujé con ayuda del cosmos una estampa post-moderna que me inspiró. Y compuse una canción a todos aquellos negocios por los que he pasado cada dia desde que nací. Supongo que será un bombazo y que alcanzará el top 400.000 de las listas de ventas de la Asociación de familiares de aspronos, el reiki y Rumba 3.

La primera estrofa se la dediqué a una tienda de ordenadores que hubo a pocas calles de mi casa, de nombre DON CHIP.

Su dueño, tenía una peluquería de marujas dos calles más allá, y en cuanto el yankee ése de las gafas que se peina a cazuela y que tiene pinta de tener fimosis llamado Bill Gates inventó lo que es el Windows, éste ávido empresario tuvo la idea de montar su chiringuito cibernético en medio de un barrio de población anciana.

Digamos que se parecía terriblemente al Sr. Mackey:

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El auge de este negocio tuvo lugar en el momento en el que las grabadoras de cederróns costaban una media de 600 euros y la gente de mi barrio, yonkis, putas y gitanos en esencia, no podía permitirse tunear su ordenador (un Pentium II en el mejor de los casos y una calculadora de sol de las que daban con el Trinaranjus) con semejante jarguer.

Así que este hombre tuvo la genial idea de comercializar los juegos que tenía en su casa (que eran algo así como 500, de entre los que el Tomb Raider hizo furor).

El éxito fue espectacular. Colas de adolescentes y veinteañeros de la época durante ocho horas al día frente a la tienda pidiendo y recogiendo su material. Todos nosotros salíamos de la tienda con nuestro cederrón de a mil pelas la unidad, dispuestos a fracasar en nuestro intento de hacerlo funcionar en nuestros irrisorios ordenadores. Era fantástico.

Debido a que a los siete juegos que le compré no había conseguido que me fuera ninguno en mi ordenador, consulté a este EMPRESARIO sobre cómo podría disfrutar de la maravillosa mierda que me proporcionaba. Me dio una solución: ampliar mi memoria RAM de 16mb a 80mb. Para ello, le dejé mi computadora (puta...jojojoi) unos días, y por 10.000 pesetas me hizo un upgrade en la máquina que fue espectacular. Estuve viciándome durante mucho tiempo a los PcBasket y PcFútbols que me pasaba el amigo de forma ilegal.

Precisamente, la ilegalidad en la que incurría mediante ese negocio, provocó que la SGAE le pusiese una multa millonaria, por lo que, de la noche a la mañana, este magno EMPRESARIO tuvo que cerrar su chiringuito y nos quedamos sin Don Chip.


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-¿Os está gustando sailors?

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LIBRERÍA LOS ALPES

Jodidamente famosa librería de mi infancia, regentada por un viejo de mala hostia y una vieja que gustaba de ponerse negra como un tito durante los veranos en la piscina.

Se caracterizaba porque pidieras lo que le pidieras, nunca lo tenía, y si lo veías delante de tus narices y les replicabas, te contestaban con un: "¡es que si no me lo explicas bien, no sé qué me pides, coño!".

Curiosamente, cuando ibas acompañado de alguno de tus progenitores, el hijo de puta de mierda te trataba con más sutileza y amabilidad, y te decía que estabas muy grande y que comieras acelgas para que se te desarrollase el pene sobremanera para poder tener un mastodonte con el que violar a su mujer.

Lamentablemente, esa librería ha desaparecido. La mujer murió de una extraña afección en el hígado y el hombre vagabundea vestido con una chaqueta de paño por las calles, con claros síntomas de lolmencia senil, síndrome de diógenes y heces en los pantacas.

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EL VIDEOCLUB DEL GORDO

No digo el nombre del negocio porque seguramente el dueño sea alguno de vosotros.

Éste era uno de los lugares preferidos de mi infancia, cuando aún no había compuesto todas esas sinfonías que hoy hacen que sea reconocido músico-sexualmente a nivel mundial.

En los años del auge del VHS, el VIH, el CDS y su puta madre, cuando este jovenzuelo todavía podía verse los pies, decidió instalar un videoclub en mi barrio. Al principio, los aparatos eran jodidamente caros, por lo que sólo tenía cuatro o cinco clientes; pero cuando en PRYCA se les fue la pinza y pusieron en oferta un Sanyo de dos cabezales al que podías programar la hora, a la gente de mi neiborhú se le despertaron las ganas de ver en su casa todas las veces que quisieran, a cámara lenta, con imagen congelada y a toda hostia si era preciso, aquellas películas de acción en las que aprender los 4.000 tipos de patadas con las que matar jodidos amarillos.

Al principio, eran mis padres los que decidían qué películas coger. Solíamos ir los sábados por la tarde. A nosotros, nos contentaban con los Goonies, Mis Monstruos Favoritos, o cualquier mierda donde un perro, un gorila o un negro fuese el protagonista y nos hiciese reír. Ellos, en cambio, cogían primero una ñoñería, y segundo, una de hostias para cuando el padre estuviese hasta los cojones de aguantar a los críos y quisiese hacer un Columbine y acabar con todo.

Con el tiempo, el hijo de puta del dueño del videoclub metió juegos de la Nes y de la Master System, por lo que cada vez que íbamos a las instalaciones de su imperio deseosos de mamar cine, mi sufridor padre tenía que aguantarme mirando las carátulas de esas maravillas de la electrónica, con la consiguiente rabieta mía porque el muy subnormal de mi progenitor no se gastaba su puto raquítico sueldo en contentarme con el jodido Alex Kidd.

Al final, terminó cediendo, y ante lo caros que eran los videojuegos, de vez en cuando me daban 500 pelas para que me alquilase alguno de los títulos que el gordo de mierda del videoclub tenía allí, y de paso una película "para toda la familia" para la que le pedía consejo.

Bueno, de las 300 veces que fui, siempre, siempre, pero siempre, me engañó el maldito bastardo chivo gafotas. ¿Que le decía algo divertido? Me daba El Piano. ¿Que le decía algo para ver con los amigos y hacer unos smiles? Me endosaba el puto cuchitril de Joe. ¿Que le decía una para que no llorase mi hermana? Me recomendaba Delta Force.

Hoy, con el auge del emule y demás inventos del demonio, el local está más vacío y sólo se ven cuatro gatos jubilados paseando por sus inmensas instalaciones. No obstante, el tío vive en una urbanización, tiene un A6, una mujer que no habla mucho y una hija a la que percutiría el culo hasta que le saliese mi polla en forma de producto manufacturado por el conducto nasal.

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EL HERBOLARIO

Ésta era relativamente nueva. Ya me pilló de mozalbete, cuando me había follado a decenas de quinquilleras de mi barrio, y mi habilidad como director de orquesta era parecida a la de aquel viejo austriaco de gesto torcido que movía la batuta tan grácilmente y a la vez tan concentrado.

Su paso por el barrio fue un fracaso, pues los precios que tenía para sus mierda-productos de comehierba hipocondriaco eran bastante elevados para la capacidad adquisitiva de mis apestosos vecinos.

Recuerdo que la dueña salía de vez en cuando por la tele local haciendo la jodida mierda ésa de las flores de Bach, ante la incrédula mirada de la presentadora, que era al periodismo lo que yo a la fabricación de pizarras.

Curiosamente, abría los domingos. Ésa fue la circunstancia que me llevó a entrar durante una mañana, en la que tras buscar alguna farmacia abierta para remediar mi cagalera, me dirigí desesperado a ver si la lunática de la tele podía cortar semejante chorro marrón, que estaba forrando mi váter de algo parecido al metacrilato.

Efectivamente. La muy puta me aconsejó tomar un jarabe de esencia de chucrut fermentado (nombre exacto), que me dijo que era muy bueno para equilibrar la flora intestinal.

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Jamás lo tomé, pues al abrir el frasco, una arcada letal subió por mi esófago debido al nauseabundo hedor que desprendía semejante néctar. Por supuesto, el frasco se cayó de mis manos y derramó el suelo ante el chorro de bilis que emanaba (Emaná...jojojojoi) de mi boca. Durante dos años sin exagerar estuvo oliendo toda mi casa a aquella pócima de druida soplapollas.

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LA PELUQUERÍA DE LOS HIPPIES

Adornada con flores en la fachada y perfumada con extraños inciensos cannábicos, la peluquería de los hippies fue, durante mi más remota infancia, un lugar sobre el que todos los vecinos de mi barrio descargaban su ira en aquellos años.

Su furgoneta siempre estaba aparcada en la puerta del establecimiento, y de vez en cuando se veía salir de ella a alguna maruja sesentona con un corte de pelo a lo Warhol que te llevaba, oh muchacho inocente, a reírte de ella en su puta cara por ridícula.

Los niños, no obstante, teníamos miedo a entrar ahí, pues se oía que no te lavaban la cabeza antes de cortarte el pelo, que te daban tirones con el peine, e incluso que la dueña tenía sida. Pero ya se sabe que en aquellos tiempos era muy común que cualquiera que fuese algo sucio, con el pelo largo, o con chándal por la calle, fuese considerado un apestado sidoso al que no tocar para no contagiarse por vía aérea. Y con toda la razón lo decía la gente, con toda la razón.

El negocio cerró cuando a Paco, el peluquero de unos metros más allá, le dieron un premio nacional y disparó sus precios. Eso hizo pensar a la gente que iba a tener un corte de pelo de putipé, y abandonaron la peluquería hippie en masa en favor de la de Paco. A pesar de que tenía pinta de maricón porculero.

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Podía seguir diendo más, pues mi tristeza es infinita y mi composición está abierta a seguir ampliándose con mi infinito torrente de creatividad. Pero ¡oh foro! Os insto a que retratéis aquí aquellas tiendas de vuestro barrio que despiertan o despertaron en su día vuestras pasiones, odios e inquietudes. Estoy seguro de que sabéis, aunque seáis subnormales incultos cuyo destino es el jodido INEM.

Me despido. He de ir a follarme el cadáver de Rostropovic, que todavía huele a la reina.mmmm

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Era una tienda de animales y solíamos ir allí a hurtar tortugas carnívoras y demás especies acuáticas para soltarlas en el rio, con la esperanza de que procrearan entre si dando paso a una fauna invasora no autóctona que acabase con los peces gato o los cangrejos americanos que poblaban sus aguas y nos amargaban los ratitos de pesca; las carpas escaseaban y el lance de un puto pez gato además de presivible es aburrido y monótono.
<O:p

No dio efecto, ni tan siquiera la esperanza que albergaba de que copularan con otras especies y saliesen criaturas mutantes que nos amenizaran con su vision las fumadas mientras aguardabamos a que la jodida veleta se hundiese.A falta de esto (con los años) al menos las rumanas han poblado sus orillas y toman el sol en tetas y tanga, huelga decir que me masturbo mirandolas furtivamente tras los juncos.

Edito;la tienda fue a la quiebra porque aparte de lo que le sisabamos, construyeron un Alcampo a 100 metros y ya se sabe que la globalizacion hace estragos sobre el pequeño comerciante.

Luego si eso digo mas.<O:p</O:p
 
Mientras leía el post me ha dado tiempo a escuchar el Lotus de Santana. :121
 
Juro por mi madre que me descoloca usted totalmente señor Escribà. He leído hasta la mitad. Voy a cenar y me he llevado una copia impresa para ir ojeandola. Prometo sesudo análisis a la vuelta.

Al del tag de 'mari sentpere': hay que tenerlos como carretas para acordarse de ella y encima escribirlo mal.
 
Tiendas de Ultramarinos cerca de mi casa y que ya quedaron obsoletas hay a patadas.

Recuerdo una donde nos comprábamos,chicles de los que venían con premio,huevos kinder,phoskitos y una larga lista de chucherías.
Huelga decir que en esa época teníamos las manos largas y nos hinchábamos a robal todo lo que podíamos,la táctica era entrar 5-6 a la tienda y empezar el saqueo.

Otra tienda,en este caso móvil,era la de Teresita con su carrito,pipas,golosinas y todo un sinfín de amigos de las caries.
En la actualidad esta señora está jubilada y su hija no quiso heredar el negocio y trabaja en el Mercadona de cajera.Muy triste señores.

Última tienda que recuerdo es Ca toneta,tienda popular entre las abuelas.No sé como lo hacía pero sus precios abusivos no era impedimento para que no dejaran de ir la abuelas a comprarle.
Para mí que los cotilleos,las conversaciones amenas,el no ir más lejos porque Ca Toneta lo tengo al lado y esa silla solitaria,en donde nunca me senté,fueron los artífices de tal hazaña.
Eso si le endiñabamos billetes imprimidos directamente de impresora,lo suyo era comprar un paquete de fideos,ya que a mi madre se le habían acabado cuando iba a echar el caldo :lol:.

Bueno muchas anécdotas,saludos.

Edit:Koto,ya sé de quién es el escaneo mamario.
 
No tengo recuerdos especiales o destacables de ninguna tienda de estas que frecuentaba en mi infancia. Sólo puedo resaltar que la inmensa mayoría de los tenderos estos eran unos hijos de la gran puta y que había uno que me vendía los cromos que le sobraban de los danone por 3 pesetas -era la única forma de adquirirlos, ya que en mi casa éramos tan pobres y tristes que sólo había un danone para mi cumpleaños, aderezado con multitud de lamentos y reproches por parte de mis progenitores-.
 
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Tienda de comestibles y de productos de limpieza, nuestras madres nos llevaban de la mano y con el carrito, donde pasabamos horas y horas esperando q que se llenara.
El puto tendero parecía un profesor de la escuela al que le respetabas ahora te daría mucho asco.
 
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