Entiendo al compañero chotoman. Imagino que como un porcentaje importante de los asiduos a estos lares, hemos cometido el acierto y error de conocer a algún chocho loco que otro.
El hambre atrasada ayuda mucho a tomar decisiones que en caso de tener las necesidades cubiertas, no tomaríamos, pero reitero... el hambre a veces nos mete en callejones de los que se torna difícil escapar.
Yo conocí a una tía hace ya algunos años. El caso es que seguí un cierto protocolo de seguridad, tras encontrarla vía chat, hubo intercambio de MSN, y unas cuántas conversaciones de estas "profundas", vamos, de conocerse y bla bla bla. Hasta aquí todo iba bien, hubo muestreo de fotos para clasificarnos como seres humanos ambos y sesiones de webcam. En definitiva, todo parecía "normal". Así que llegó la fase de conocernos en persona. He de añadir, para que os la podaís imaginar mejor, que la muchacha en cuestión era normal, mejor físico que atractiva de cara, pero en general una puntuación media interesante.
La conocí. Hasta ese momento no había salido en ninguna conversación que estuviera tomando ningún tipo de medicación, ni yo me percaté de detalle alguno que me sirviera de alarma. Y efectivamente deberían haber sonado las alarmas de varios kilómetros. La chavala tenía varios trastornos a saber... trastornos de alimentación, ansiedad, momentos depresivos, etc.. era como una especie de bomba de relojería de varias cargas explosivas mentales.
Uno que en aquella época gozaba de corazón noble, decidió "ayudarla". Grave error. Cogí el largo y tortuoso camino del que acompaña a una persona con trastornos mentales. Tienes que estar bien preparado mentalmente para aguantar ese tirón. Yo aguanté un año entero. Ni que decir tiene que el follar y esas cosas eran magníficas, y que en los ratos y/o temporadas de estabilidad, era una tía agradable; pero cuando llegaban las nubes negras... no había techo donde cojones resguardarse.
Nuestra relación terminó tras varios altibajos con una llamada de teléfono en la cuál me amenazó con tirarse desde un quinto si no seguíamos juntos. A lo cuál respondí que si se tiraba, yo no olvidaría ese día, pero seguiría vivo. Vamos, un ordago en toda regla. Pensé que le faltaría el valor para hacerlo. Y afortunadamente para mi descargo moral, así fue.
Viví una temporada extraña, con llamadas de teléfono a cualquier hora, con el miedo a que se presentara por sorpresa, a que me viera en cualquier lugar y me liara un pollo... en fin. En resumen, compañero, el sexo por lo vivido y por lo que he conocido a través de otras vivencias con tías con cierto desequilibrio suele ser siempre magnífico, pero todo el acompañamiento ... es harina de otro costal. Consejo... folla, dejate ser follado, pero para ayudarla, mejor un profesional. Un año de experiencia con una loca simpática me avala.
El hambre atrasada ayuda mucho a tomar decisiones que en caso de tener las necesidades cubiertas, no tomaríamos, pero reitero... el hambre a veces nos mete en callejones de los que se torna difícil escapar.
Yo conocí a una tía hace ya algunos años. El caso es que seguí un cierto protocolo de seguridad, tras encontrarla vía chat, hubo intercambio de MSN, y unas cuántas conversaciones de estas "profundas", vamos, de conocerse y bla bla bla. Hasta aquí todo iba bien, hubo muestreo de fotos para clasificarnos como seres humanos ambos y sesiones de webcam. En definitiva, todo parecía "normal". Así que llegó la fase de conocernos en persona. He de añadir, para que os la podaís imaginar mejor, que la muchacha en cuestión era normal, mejor físico que atractiva de cara, pero en general una puntuación media interesante.
La conocí. Hasta ese momento no había salido en ninguna conversación que estuviera tomando ningún tipo de medicación, ni yo me percaté de detalle alguno que me sirviera de alarma. Y efectivamente deberían haber sonado las alarmas de varios kilómetros. La chavala tenía varios trastornos a saber... trastornos de alimentación, ansiedad, momentos depresivos, etc.. era como una especie de bomba de relojería de varias cargas explosivas mentales.
Uno que en aquella época gozaba de corazón noble, decidió "ayudarla". Grave error. Cogí el largo y tortuoso camino del que acompaña a una persona con trastornos mentales. Tienes que estar bien preparado mentalmente para aguantar ese tirón. Yo aguanté un año entero. Ni que decir tiene que el follar y esas cosas eran magníficas, y que en los ratos y/o temporadas de estabilidad, era una tía agradable; pero cuando llegaban las nubes negras... no había techo donde cojones resguardarse.
Nuestra relación terminó tras varios altibajos con una llamada de teléfono en la cuál me amenazó con tirarse desde un quinto si no seguíamos juntos. A lo cuál respondí que si se tiraba, yo no olvidaría ese día, pero seguiría vivo. Vamos, un ordago en toda regla. Pensé que le faltaría el valor para hacerlo. Y afortunadamente para mi descargo moral, así fue.
Viví una temporada extraña, con llamadas de teléfono a cualquier hora, con el miedo a que se presentara por sorpresa, a que me viera en cualquier lugar y me liara un pollo... en fin. En resumen, compañero, el sexo por lo vivido y por lo que he conocido a través de otras vivencias con tías con cierto desequilibrio suele ser siempre magnífico, pero todo el acompañamiento ... es harina de otro costal. Consejo... folla, dejate ser follado, pero para ayudarla, mejor un profesional. Un año de experiencia con una loca simpática me avala.