Alaskamalaputes rebuznó:
Los coños son manjares que merece la pena lamer, aunque yo a veces les escupo ahí porque un toto de borracha huele a todo menos a manjar...
Ahhh, el noble y muy español arte de aprovecharse de la golfa en estado de embriaguez... cuántos matrimonios patrios se forjaron lúbricamente en los guateques de los '60 y '70.
Maravillosa experiencia que disfruté personalmente en una fiesta de fin de año, allá por el 85-86. Una golfa ebria de Peppermint (lo puto peor que ha creado mano humana) se me acercó y me sonrió. Con 17 (+ ó -) añitos, toda la motivación y el permiso que necesitaba para dejar trabajar mi lengua y mis manos, era una leve sonrisa, o siquiera una mirada, aunque fuera de desprecio o asco. Felices días en los que le tocabas la teta a una hembra, y como máximo recibías una hostia/insulto, o una patada en los cojones de su hermano. Ahora la policía, el Ministerio de Educación, el de Costas y Protección Civil, montarían un cordón sanitario alrededor de tu barrio, para desinfectar toda la zona, y que los psicólogos tratasen in situ a la
"agredida" y a toda su familia en un radio de 25 km.
Bonita noche. Me pasé más o menos 1 hora morreando a aquella jovenzuela, y manoseando sus tetas de una manera tan delicada y frenética al mismo tiempo, que la fémina en cuestión empezó a gemir como cierva en celo. Nos fuimos del salón (donde ya éramos objeto de miradas recriminatorias) y recalamos en uno de los dormitorios del piso donde celebrábamos la fiesta. Allí seguimos con la fiesta privada, y acabamos follando como posesos.
No sé ni cómo terminó la noche, porque después de follar un par de veces, seguimos bebiendo hasta que caímos en la cama como juguetes rotos. Cuando desperté, ella seguía durmiendo, así que aproveché para verle la cara sin la niebla del alcohol, aunque un poco anestesiado por la resaca. Era mona, pero no tenía ni idea de quién era ni de cómo la había conocido (supuse que en la misma fiesta). Como yo tenía novia oficial (que estaba pasando las navidades con sus familia en otra ciudad), me vestí tranquilamente y me fui. Esa tarde, mientras tomaba unas cervezas con los amigos en el bar del barrio, apareció de pronto la simpática señorita en cuestión, me llamó hijo de puta por aprovecharme de ella, me soltó dos guantazos muy interesantes, y me amenazó diciendo que su hermano me rompería la cara, porque le había metido mano sin su consentimiento. Yo que soy un caballero español por los cuatro costados, le recordé que durante la fiesta, todo el mundo nos vió morrear y manosearnos sin pudor, cosa que corroboraron los hijos de puta de mis amigos. Algunos de ellos empezaron a comentar momentos estelares del magreo, que habían quedado en la retina del público, por lo escanaloso de su ejecución. Lo mejor y más bochornoso vino, cuando
El Fuensa (el hijodelagranputa más grande que ha parido mujer humana o klingon) describió exactamente y con todo lujo de detalles un lapso de unos 2 minutos de folleteo que había contemplado desde la puerta del dormitorio sin que nosotros diéramos cuenta. En esta tesitura, la jamelga se fue, colorada como tomate maduro, y jamás la volví a ver. Su hermano tampoco apareció.
Benditos '80.