Jose David
Clásico
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- 2 Jul 2006
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Mantener las formas está bien Bettersea, pero no es lo más importante. Tengo una anécdota curiosa que quizá te de un poco de luz sobre el asunto.
Hace unos años quedé con una amiga, que al final acabó siendo algo más. Bien, quedamos para cenar en una de las primeras citas. La chica iba muy bien arreglada y se comportaba correctamente, aunque tampoco se trata de que aprenda las normas de etiqueta, era muy correcta con las formas.
En eso, que al terminar uno de los platos, bebió un gran trago de coca cola, y quizá porque estaba relajada y no se dio cuenta de que estaba en un sitio público, o quizá por puro accidente, soltó un pequeño eructo. No fue ninguna barbaridad, pero si sonó bastante.
En ese momento, se tapó la boca con la mano, la quitó despacio y me miró no ya azorada y avergonzada, sino… con miedo. Miedo de que ese incidente hiciera que yo pensase que era un poco “cerdilla”, o de que bajase puntos, no lo sé. El caso es que esa mirada y timidez que afloraron a su rostro despertaron en mi una sonrisa que debió gustarle. Era la sonrisa del “no te preocupes por nada: me gustas”.
Creo que esa es la clave, hazle saber que él te importa y que quieres estar con él. Y aparte de un básico sentido del decoro, no te preocupes por nada más.
Mejor mostrar tu inseguridad ante él, hacerle ver que te sientes un poco tímida e indecisa, que mostrarte supersegura y adoptar una pose de “yo lo controlo todo”. La ternura puede ser tu mejor arma. Y tú eres tierna, lo sé… hace poco me salvaste la vida, y hay más verdad en eso de lo que quizá yo mismo esté dispuesto a admitir.
Hace unos años quedé con una amiga, que al final acabó siendo algo más. Bien, quedamos para cenar en una de las primeras citas. La chica iba muy bien arreglada y se comportaba correctamente, aunque tampoco se trata de que aprenda las normas de etiqueta, era muy correcta con las formas.
En eso, que al terminar uno de los platos, bebió un gran trago de coca cola, y quizá porque estaba relajada y no se dio cuenta de que estaba en un sitio público, o quizá por puro accidente, soltó un pequeño eructo. No fue ninguna barbaridad, pero si sonó bastante.
En ese momento, se tapó la boca con la mano, la quitó despacio y me miró no ya azorada y avergonzada, sino… con miedo. Miedo de que ese incidente hiciera que yo pensase que era un poco “cerdilla”, o de que bajase puntos, no lo sé. El caso es que esa mirada y timidez que afloraron a su rostro despertaron en mi una sonrisa que debió gustarle. Era la sonrisa del “no te preocupes por nada: me gustas”.
Creo que esa es la clave, hazle saber que él te importa y que quieres estar con él. Y aparte de un básico sentido del decoro, no te preocupes por nada más.
Mejor mostrar tu inseguridad ante él, hacerle ver que te sientes un poco tímida e indecisa, que mostrarte supersegura y adoptar una pose de “yo lo controlo todo”. La ternura puede ser tu mejor arma. Y tú eres tierna, lo sé… hace poco me salvaste la vida, y hay más verdad en eso de lo que quizá yo mismo esté dispuesto a admitir.