Cuarenta y cinco segundos he aguantado. No, no y no. Sigo pensando que le falta glamor, no ha heredado la esencia que hace de la madre una zorra inalcanzable para el populacho y por ello deseada. Apesta a pija malcriada, habla como sin ganas, como los pijos, que parece que les cuesta trabajo hasta hablar. No desprende el aroma a zorra que sí desprende por todos los poros su madre, sus ojos están vacíos, su mirada no me dice nada. Es una pija más haciendo la gaznápira creyéndose guapa o algo. Como esa las hay por la calle, no es especial, es una más, dentro del grupo de las que están buenos, pero una de las que puedes cruzarte por la calle.
Os la regalo, no la quiero ni en pintura, prefiero mil veces el chocho, ya dado de sí, de su madre. Soy un romántico y si la mirada de la mujer no me dice nada no puedo enamorarme de ella.