FlorianSotoPeña
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- 16 Ago 2009
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Obviamente cualquier hijo de vecino, a menos que se llame Uncle meat, ha ido de putas y ha soltado sus skekels a cambio de un buen desobe tras follaina. En mi caso nunca he tenido afición por las golfas, y en los lupanares se me ha visto poco, más que nada porque, como ya he dicho alguna vez, a mi la mercantilización de lo sepsual, y el folleteo con un tiempo estipulado no va conmigo. Me gusta follar gratis, tras seducir a la torda de turno, aunque sea una gorda o una tipa normalucha, la cuestión es empatizar con la que va a servir soporte de tus líquidos seminales y no tener que cronometrar la follaina marchándote una vez sueltes el lechazo.
He estado de putas en Mandril durante años sucesivos por motivos de trabajo hace bastantes años, en el "Vive Madrid" nutrido básicamente de casquivanas rumanas y panchitas, y siempre que fui me calcé a una rumana, y eso que en una de las ocasiones un grupo de 3 panchis me rodeó pegándome las tetas y magreándome con intención de que les diera mandanga. Me las quité de encima rápido con un escueto "no tengo dinero, he venido a mirar". Las panchis me tomaron por un tonto y un pardillo, pero pasaron de mi, que es lo que me interesaba. Lo bueno era ir con puteros expertos, gente más mayor que uno mismo, con las que te apalancabas en la barra del putiferio, pedías una consumición y entonces a esperar que se te acercaran y te eligiera la zorrupia de turno. Siempre fue este el modus operandi. En una de las ocasiones se me acercó una rumana con tremendo culaco, jovencica, más o menos como yo, que me proporcionó el mejor ordeñamiento fálico de mis escasas incursiones en el mundo puteril. Recuerdo a otro compañero, de unos 40 años en aquel entonces, una especie de @Cachondo Mental pero con chepa incipiente que siempre decía cuando bajaba de las habitaciones, "¡he ligao, he ligao!" y el resto se partía de risa. Normalmente íbamos subiendo de forma escalonada y combinábamos varios tipos de locales, de los de bailoteo en barra y demás. Lo grande era encontrarse con los viejales con la propaganda de los putis, que se te acercaban y te decían "aquí se folla bien", promocionando el local que complementaba su mísera pensión.
En fin, historias de juventud, pero como digo siempre fue arrastrado por el resto, porque lo de los locales de lucecitas no me seduce demasiado. Yo siempre digo que lo de follar es un acto privado, e ir a seleccionar a la tipa a un local acompañado del resto de la comitiva puteril no es algo muy de mi agrado. Pero bueno, no voy a negar que me lo he pasado bien y que si se diera la ocasión podría repetir, pero tendría que verme empujado por terceros.
He estado de putas en Mandril durante años sucesivos por motivos de trabajo hace bastantes años, en el "Vive Madrid" nutrido básicamente de casquivanas rumanas y panchitas, y siempre que fui me calcé a una rumana, y eso que en una de las ocasiones un grupo de 3 panchis me rodeó pegándome las tetas y magreándome con intención de que les diera mandanga. Me las quité de encima rápido con un escueto "no tengo dinero, he venido a mirar". Las panchis me tomaron por un tonto y un pardillo, pero pasaron de mi, que es lo que me interesaba. Lo bueno era ir con puteros expertos, gente más mayor que uno mismo, con las que te apalancabas en la barra del putiferio, pedías una consumición y entonces a esperar que se te acercaran y te eligiera la zorrupia de turno. Siempre fue este el modus operandi. En una de las ocasiones se me acercó una rumana con tremendo culaco, jovencica, más o menos como yo, que me proporcionó el mejor ordeñamiento fálico de mis escasas incursiones en el mundo puteril. Recuerdo a otro compañero, de unos 40 años en aquel entonces, una especie de @Cachondo Mental pero con chepa incipiente que siempre decía cuando bajaba de las habitaciones, "¡he ligao, he ligao!" y el resto se partía de risa. Normalmente íbamos subiendo de forma escalonada y combinábamos varios tipos de locales, de los de bailoteo en barra y demás. Lo grande era encontrarse con los viejales con la propaganda de los putis, que se te acercaban y te decían "aquí se folla bien", promocionando el local que complementaba su mísera pensión.
En fin, historias de juventud, pero como digo siempre fue arrastrado por el resto, porque lo de los locales de lucecitas no me seduce demasiado. Yo siempre digo que lo de follar es un acto privado, e ir a seleccionar a la tipa a un local acompañado del resto de la comitiva puteril no es algo muy de mi agrado. Pero bueno, no voy a negar que me lo he pasado bien y que si se diera la ocasión podría repetir, pero tendría que verme empujado por terceros.