Mi Everest





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A ver, amigo, esto sin fotos no vale nada...

Vas al supermercado y les dices que te abran un par de doradas por la mitad, con la espina a un lado y sin cabeza.

Llegas a casa y coges media cebolla, la picas un poco y la preparas en una fuente para horno. Mejor fríela un poco antes, que a mí me ha quedado algo cruda.

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Luego lavas un poco las doradas y las pones abiertas:

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Esta pescatera era algo mierdosa y no ha dejado los lados muy igualados, pero se entiende.

Puedes poner también zanahoria en láminas, pimiento verde, tomates cherry... pero yo soy muy frugal.

Ahora le echas un poco de sal por encima, algo de pimienta y le puedes rallar limón (cogiendo la parte dura incluso) o gengibre y echar algo de perejil de bote (me he equivocado y he cogido el orégano).

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Lo rocías con un poco de aceite (aquí igual tú deberías andar con más cuidado) y vino blanco. Te echas un trago de vino blanco.

Lo reservas y calientas el horno a 190º.

Cuando ya esté lo metes dentro.

Ahora cortas un par de ajos o tres a láminas.

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Echas en una sartén un vaso de chupito (tamaño negacionista estándar, más o menos) de aceite (A O V E, creo que lo llaman los fatos del foro).

Tiras los ajos ahí a cara de perro...

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Cuando estén dorados, bajas el fuego y añades un vaso de chupito de vinagre y otro de vino blanco. Te echas otra copa de vino blanco para ti.

Le añades pimentón picante y remueves para que el vinagre evapore un poco y espese.

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Cuando quede medio ligado, lo paras.

Cuando la dorada lleve unos quince minutos en el horno, echas esta mierda por encima con una cuchara. Decorar con perejil fresco es opcional.

Aquí ya tienes varias opciones. Si quieres cenar pronto, lo dejas en el horno cinco o diez minutos más (hasta que empiece a dorar) y lo sacas y comes.

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Si no, como es mi caso hoy, apagas el horno y lo dejas ahí que se acabe de cocinar con el calor residual y te vas a tomar unos vinos. Si cuando vuelves lo ves poco hecho, le das un golpe de grill o algo.

Una pena lo de la cebolla, que no sé si se habrá terminado de ablandar para la cena, pero si no se la daré a los gatos y a otra cosa.

Buenas pollas.
Sólo un apunte (la receta tiene una pinta cojonuda): dejar claro que el pimentón hay que echarlo MUY al final, que si no se quema enseguida y el sabor pasa a ser bastante amargo.
 
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El rey de los fritos del mercadona. Lo de los huevos es plato sorpresa, nunca sé si serán huevos fritos o tortilla francesa. El arroz, una taza con agua y 6 minutos a tope en el microondas.

Ya voy a dejar esto de actualizar mis progresos, porque es evidente que lo tengo dominado.

Los naguets están de puta madre.
 
Última edición:
Recuerdo como si fuera ayer la primera mañana que me vi sólo en un piso del que estaban a punto de desauciarme después de que mi mujer me hubiese abandonado. Sólo es un decir, porque allí se quedaron mis dos hijos: un chaval milenial y tan tonto que parece prácticamente subnormal (este es hijo biológico mío seguro) y una niña mulata, no binaria y feminista. Me había pasado toda la noche anterior llorando y a eso de las siete de la mañana aparecen por mi cuarto los dos exigiéndome el desayuno. Exigiéndole el desayuno a un hombre completamente hundido y agonizante de dolor. Mi primera idea fue darles dinero para unos panteras rosas o unos bollicaos pero me di cuenta de que si les daba la poca calderilla que tenía en el bolsillo no iba a tener mis cervecitas iban a comer, así que fui con ellos a la cocina y les puse leche en un vaso de cristal que reventó al ponerlo en uno de los fogones (yo qué coño sabía). Recuerdo la mirada de mi hijo, con leche en las pestañas, recordándome a su puta madre con mi semen en sus pestañas, y me partió el corazón. En ese preciso instante decidí pegarles una paliza a los dos por su propio bien, una paliza cinturón en mano que les dejase marca. Y todo salió como esperaba.

Al día siguiente vinieron los de asuntos sociales y la guardia civil a decirme que estaba detenido porque en el colegio se habían percatado de que yo abusaba físicamente de ellos. Me quitaron la custodia, me condenaron a varios meses de arresto domiciliario (cuando estás bajo arresto domiciliario no pueden desauciarte, ni cortarte la luz ni el agua y encima cotizas igual que en la cárcel), y fueron los días más felices de mi vida; pude cagar por fin con la puerta abierta y alimentarme de pizzas y serranitos, y hacerme pajas en el sofá completamente desnudo durante todo el día, y exhibirme en la ventana que da al patio de luces delante de la vecina. Lástima que después del arresto volviera mi obesa esposa con los dos críos dispuesta a solucionar nuestros problemas conyugales.
 
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