Mi mundo se derrumbó cuando...

Amigo, de este tipo de crisis uno solo puede salir con mentalidad de tiburón.

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Yo ahí veo lozanía, carnes prietas, piel de terciopelo, patas fáciles de abrir y el descanso del guerrero.
 
Pero fijaos cómo la brilla la piel a la del bolso de lunares. Maemía, la recorría todo el cuerpo con la lengua para acabar hozando en el agujero. Casi igual que vuestras mujeres gordas y celulíticas. Y al alcance de un mísero billete.
 
Cachondo es un romántico, el intenta trans-mitir una idea mucho más profunda de lo que se puede ver en la imagen, un sueño. Su sueño.
La realidat.
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La realidat según Cachondo.
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Mi mundo se derrumbó cuando descubrí, por primera vez, que a veces hay imprevistos que no se pueden asumir con la nómina mensual y que había que haber ahorrado antes. ¡Cachis!
 
Mi mundo se derrumbó cuando descubrí, por primera vez, que a veces hay imprevistos que no se pueden asumir con la nómina mensual y que había que haber ahorrado antes. ¡Cachis!
Cuéntenos.
Espero que sea el descubrimiento de un hijo mongol al que debes unos años de manutención (y tienes que empezar a cuidar), pero evidentemente la historia puede ser aún mejor.
 
El mundo se derrumbó cuando me vi obligado a salir del vientre de mi madre. Desde ese aciago momento todo ha sido una simpática sucesión de putadas hasta llegar al momento presente, 27 de mayo del año del Señor de 2020, día en que cumplo 44 palos y en el que oficial e irrevocablemente ya estoy hasta los mismísimos cojones de todo y de todos, y me importaría tres mierdas si mañana no despierto. He disfrutado lo mío, sí, en tiempos me lo he pasado hasta diría excesivamente bien incluso (¿?), pero si pongo en la balanza sufrimiento y gozo, me temo que la conclusión sería que me cago copiosamente en mis progenitores por haberme traído a este asqueroso mundo sin mi consentimiento.

Hay algo intangible alrededor de mi casa, tras el trinar de los pájaros, el viento entre los sauces, los aullidos de los mastines de la finca de arriba, que me hace sentir bien, en paz. Tengo mis libros, mis películas, mi música, ok. Pero me siento un poco como Michael Caine en Hijos de los hombres, y tengo la sensación de haber llegado al final de un camino. Tengo una vida tranquila, no me falta de nada, disfruto razonablemente de mis circunstancias y me siento más privilegiado que la mayoría de personas que conozco. Pero es como que no le veo sentido a continuar el bucle de bucólico aislamiento en que estoy inmerso, no veo evolución, todo es una mera repetición de estaciones en la que no veo novedad alguna desde hace ya demasiado. El mundo fuera de mi aldea de lo único que me da ganas es de planear una matanza colectiva. He perdido las ganas de vivir, me da todo bastante igual. Llevo tiempo escribiendo un tochaco novela (mil seiscientas y pico páginas llevo) para exteriorizar mierdas y de paso castigar y que se joda el incauto que la lea algún día, y cuando remate el magno manuscrito, por mí que me pase por encima el tractor del puto anormal del vecino, preferiblemente una noche lluviosa de enero, completamente borracho y después de haber visto Blade Runner por nonagésima vez, y que me encuentren un post-it escrito en un bolsillo con mi fragmento favorito de The cloud, de Shelley, porque siempre he sido una drama queen importante.

Nah, debo andar flojo de magnesio otra vez. Eso o que llevo sin follar desde el accidente de Angrois, cuando entre la confusión y el caos se produjo en Santiago una atmósfera propensa a la socialización realmente inaudita.
 
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El mundo se derrumbó cuando me vi obligado a salir del vientre de mi madre. Desde ese aciago momento todo ha sido una simpática sucesión de putadas hasta llegar al momento presente, 27 de mayo del año del Señor de 2020, día en que cumplo 44 palos y en el que oficial e irrevocablemente ya estoy hasta los mismísimos cojones de todo y de todos, y me importaría tres mierdas si mañana no despierto. He disfrutado lo mío, sí, en tiempos me lo he pasado hasta diría excesivamente bien incluso (¿?), pero si pongo en la balanza sufrimiento y gozo, me temo que la conclusión sería que me cago copiosamente en mis progenitores por haberme traído a este asqueroso mundo sin mi consentimiento.

Hay algo intangible alrededor de mi casa, tras el trinar de los pájaros, el viento entre los sauces, los aullidos de los mastines de la finca de arriba, que me hace sentir bien, en paz. Tengo mis libros, mis películas, mi música, ok. Pero me siento un poco como Michael Caine en Hijos de los hombres, y tengo la sensación de haber llegado al final de un camino. Tengo una vida tranquila, no me falta de nada, disfruto razonablemente de mis circunstancias y me siento más privilegiado que la mayoría de personas que conozco. Pero es como que no le veo sentido a continuar el bucle de bucólico aislamiento en que estoy inmerso, no veo evolución, todo es una mera repetición de estaciones en la que no veo novedad alguna desde hace ya demasiado. El mundo fuera de mi aldea de lo único que me da ganas es de planear una matanza colectiva. He perdido las ganas de vivir, me da todo bastante igual. Llevo tiempo escribiendo un tochaco novela (mil seiscientas páginas y pico llevo) para exteriorizar mierdas y de paso castigar y que se joda el incauto que la lea algún día, y cuando remate el magno manuscrito, por mí que me pase por encima el tractor del puto anormal del vecino, preferiblemente una noche lluviosa de enero, completamente borracho y después de haber visto Blade Runner por nonagésima vez, y que me encuentren un post-it escrito en un bolsillo con mi fragmento favorito de The cloud, de Shelley, porque siempre siempre he sido una drama queen importante.

Nah, debo andar flojo de magnesio otra vez. Eso o que llevo sin follar desde el accidente de Angrois, cuando entre la confusión y el caos se produjo en Santiago una atmósfera propensa a la socialización realmente inaudita.

A lo mejor tu camino es tu novela. Es muy dura la vida, auqnue no creo que podamos culpar a los padres. Para mi que hemos sido la ilusion de ellos en algun momento, y no se si hemos estado a la altura y nos convertimos en una decepcion. Algo muy duro de aceptar tambien
 
¿Qué, exactamente?
¿Cutrez?
¿Pobreza?
¿Suciedad?
¿Patetismo?
Bueno, ahí pobreza y suciedad no se ve en absoluto. Yo me refiero a que incita a disfrutar de lo que se ve y es que a mí me flipan unas lindas piernas femeninas.

Recordemos que la química del amor es capaz de hacernos sentir en pleno subidón, hacernos sufrir un bajón o hacernos sentir el mono por alguien. Y eso lo mismo puede ocurrir en un puticlub a las 11 de la noche que en un centro comercial a las 12 del mediodía...
 
A lo mejor tu camino es tu novela. Es muy dura la vida, auqnue no creo que podamos culpar a los padres. Para mi que hemos sido la ilusion de ellos en algun momento, y no se si hemos estado a la altura y nos convertimos en una decepcion. Algo muy duro de aceptar tambien
Que hemos sido su ilusión pues sí, pero ése es el tema. Cuando dejamos de ser sus muñecos y cobramos conciencia, ahí empiezan los problemas. Ahí es cuando empiezan nuestras ilusiones y mueren las suyas. Y eso les delata. La mayoría de padres simplemente quieren proyectar sus mierdas en ti, moldearte a su imagen y semejanza, y cuando un buen día de repente les llevas la contraria y tomas tu propio camino... en demasiadas ocasiones tu libertad o tu felicidad son lo último que les importa. Eso sí que es duro de aceptar, amigo. Afortunadamente el tráfico de heroína me permitió independizarme económicamente desde bastante joven.
 
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Bueno, matizo.
Ser la ilusión de los padres cuando uno se apellida compuestamente y tiene un cursus honorum grabado con horocs, sí.
Ser la ilusión del resto, no lo veo. Semos la mayoría, creo, la ilusión de un casquete tórrido bajo un chopo, de dos subnormales con olor aún a adolescentes, y bajo el grito de guerra tan milenario como nosotros mismos: "tranquila, que controlo".

@Una Bellísima Persona , se puede preguntar, aprox, ¿de qué zona de alrededores de Sant Yago es ustec?
 
@Una Bellísima Persona , se puede preguntar, aprox, ¿de qué zona de alrededores de Sant Yago es ustec?
Nací y viví la mitad de mi vida en Compostela, llevo viviendo en ayuntamientos limítrofes la otra mitad. Desde hace nueve años soy un orgulloso residente del concello de Teo, hallándose mi humilde morada en la zona de Oza. Por?
 
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Mera curiosidad, por haber pasado parte de mis middle ages por el área.
No le digo dónde, que aquí le triangulan a uno hasta los pañales.
Pero la zona.
 
Mera curiosidad, por haber pasado parte de mis middle ages por el área.
No le digo dónde, que aquí le triangulan a uno hasta los pañales.
Pero la zona.
Yo desde que les entraron en casa a unos vecinos hace unos años tengo un hacha bien afilada a tres metros del sofá y un bate al lado de la cama.

Mi mundo se derrumbó cuando me enteré de que en este país, si te defiendes de unos ladrones en vez de invitarles cordialmente a tomar un té con limón, te puede caer una pila de años a la sombra.
 
Yo desde que les entraron en casa a unos vecinos hace unos años tengo un hacha bien afilada a tres metros del sofá y un bate al lado de la cama.

Mi mundo se derrumbó cuando me enteré de que en este país, si te defiendes de unos ladrones en vez de invitarles cordialmente a tomar un té con limón, te puede caer una pila de años a la sombra.

Curiosidades de nuestro hamado sistema legal.
Más que invitarles a tomar un té y unas pastas, debe preguntar a los asaltantes cuáles son sus intenciones, si van a emplear la fuerza, y si para dicha fuerza van a emplear armamento (que hay que especificar).
Apunte todo en un excel, aplique coeficientes y reaccione en consecuencia, pero siempre uno más bajo que el de ellos.

Yo sería más de matar y luego ya veremos, defendiendo mi guarida y a los míos, así que no le sé decir.
 
Mi mundo se derrumbó cuando unas miles de pizpiretas salieron a hacer la comedia y a ponerse moradas (de coronavirus):

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Desde entonces las cosas han ido entre mal y muy mal, aunque espero resurgir de las cenizas cual ave fénix...
 
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