Hay cosas que es mejor no saber, todos ignoramos voluntariamente lo que no nos interesa conocer. Para un pobre desgraciado como yo un servicio de una prostituta es un lujo, algo que necesita varias jornadas de duro trabajo para luego fundir ese esfuerzo en una hora o en media hora, la mayoría de las veces racaneando los minutos por su parte. Pero no solo de pan vive el hombre. Me privo de muchas gilipolleces que consumís los imbéciles como tú, no voy a entrar ahora en detallar, pero vamos, cosas como: discos, trapitos, viajecitos a sitios icónicos, conciercitos, salidas los fines de semana añorando los años de juventud, etc, etc. Es cuestión de prioridades, para mí unos polvos de vez en cuando me relajan y satisfaces mucho más que estar siempre buscando hembras en badoo, invitándolas, seduciéndolas, haciéndolas de reír, tratando de ser interesante, etc, no sé, lo que sea que hagáis los que decís que hacéis eso de ligar, cosa yo yo jamás he hecho en mi vida e ignoro totalmente de qué va la vaina.
Puedo entender que los que habéis follado siempre sin pagar pueda resultar algo frío, lo comprendo. Pero también podéis entender vosotros que para alguien como yo, un ser apaleado y vapuleado por la vida, un manojo de traumas y complejos, yacer junto a una hembra de vida atormentada no sea algo extraño ni me resulte frío. Los iguales se comprenden, mi alma encuentra más sosiego si la que está a mi lado es una desgraciada como yo que si es una feliz pizpireta que no conoce el lado oscuro de la existencia.
Tengo tan interiorizado la miseria de mi ser que evito el centro de la ciudad, evito los sitios concurridos, las calles y avenidas con bullicio, los centro comerciales y los hipermercados favoritos de la gente. No tv, no facebook, no grupos de guasac, no nada. Mi vida es la cueva oscura y húmeda que moro, sucia y descuidada como mi alma, me gusta moverme por los descampados con mi c15, aparcar junto a vertederos clandestinos y rebuscar lo que la gente tira. Comerme allí un bocadillo en soledad, junto a la basura, mirando desde lejos la urbe, alejado de la comunidad que me espantó como a un perro tísico, tuerto, cojo y enfermo. Ahora sobrevivo como una alimaña, rehuyendo el contacto humano, saliendo de noche a comprar y viviendo escondido durante el día, alejado de todo, invisible, muerto socialmente. Y en la búsqueda de esa miseria total de mi ser, en esa caída al pozo sin fin, en esa bajada al infierno permanente, en ese camino de tinieblas que es mi vida, solo concibo tener como compañía femenina a una hembra durante media hora cada quince días.