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Guest
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Creamos, pues, creamos
He venido para decirte que el amor no existe, que no existe el dolor, ni la alegría ni la esperanza. Que no existe el odio, ni la felicidad, ni la avaricia, ni la pena, ni el sufrimiento. He venido para decirte que todo lo que ves es falso, que el humo no sale del fuego, ni el niño cae porque le hayas empujado. Quería comentarte que el chocolate no tiene sabor, ni las gominotas son dulces, ni el limón agrio. Sólo explicarte que las olas no producen ruido al chocar contra las rocas, que el viento no ruge con fuerza, que los truenos no se escuchan. Y que no te extrañe el entender que las lágrimas no mojan, que los abrazos no se sienten, que el fuego no nos calienta. Ni se huelen las rosas, ni los jazmines, ni se huele la primavera.
Pues bien, ya que nada existe, ya que nada es, creamos lo que queremos, que podemos. Que si queremos amamos, nos dolemos, alegramos y esperamos. Que odiamos, nos felicitamos, penamos y sufrimos. Que vemos como el humo sale de los leños de la hoguera, y el niño se duele al caer por haber sido empujado. Y que nos deleitamos con el dulce sabor del chocolate. Y cuando nos sentamos en la playa, de noche, bajo la luz de luna, escuchamos como las olas rompen con fuerza contra las rocas, y cómo el viento grita, muge, nos impele a luchar, y los truenos, en lo alto secundan el grito del primero. Que sentimos dos lágrimas rodar por las mejillas, que nos humedecen la cara cuando falta el ardor del ser amado, sus abrazos, sus caricias. Que nos llegan mil olores de mil flores, de las rosas, de los jazmines, de la primavera.
Inventemos pues, todo lo que deseamos y creamos, entonces, todo lo que queramos. Creamos que nos aman, seamos felices y tengamos esperanza, que no padecemos, ni odiamos, ni sufrimos. Creamos, pues, creamos, que todo lo demás vendrá después. Creamos, pues, al fin y al cabo, el creer todo lo crea.
He venido para decirte que el amor no existe, que no existe el dolor, ni la alegría ni la esperanza. Que no existe el odio, ni la felicidad, ni la avaricia, ni la pena, ni el sufrimiento. He venido para decirte que todo lo que ves es falso, que el humo no sale del fuego, ni el niño cae porque le hayas empujado. Quería comentarte que el chocolate no tiene sabor, ni las gominotas son dulces, ni el limón agrio. Sólo explicarte que las olas no producen ruido al chocar contra las rocas, que el viento no ruge con fuerza, que los truenos no se escuchan. Y que no te extrañe el entender que las lágrimas no mojan, que los abrazos no se sienten, que el fuego no nos calienta. Ni se huelen las rosas, ni los jazmines, ni se huele la primavera.
Pues bien, ya que nada existe, ya que nada es, creamos lo que queremos, que podemos. Que si queremos amamos, nos dolemos, alegramos y esperamos. Que odiamos, nos felicitamos, penamos y sufrimos. Que vemos como el humo sale de los leños de la hoguera, y el niño se duele al caer por haber sido empujado. Y que nos deleitamos con el dulce sabor del chocolate. Y cuando nos sentamos en la playa, de noche, bajo la luz de luna, escuchamos como las olas rompen con fuerza contra las rocas, y cómo el viento grita, muge, nos impele a luchar, y los truenos, en lo alto secundan el grito del primero. Que sentimos dos lágrimas rodar por las mejillas, que nos humedecen la cara cuando falta el ardor del ser amado, sus abrazos, sus caricias. Que nos llegan mil olores de mil flores, de las rosas, de los jazmines, de la primavera.
Inventemos pues, todo lo que deseamos y creamos, entonces, todo lo que queramos. Creamos que nos aman, seamos felices y tengamos esperanza, que no padecemos, ni odiamos, ni sufrimos. Creamos, pues, creamos, que todo lo demás vendrá después. Creamos, pues, al fin y al cabo, el creer todo lo crea.