Escribá de Balaguer
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- 3 Feb 2005
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No te preocupes lo más mínimo. Eso es que estás iniciando otra fase de tu vida. Aunque a nadie le importe una puta mierda, te describo por las que un hombre de bien -no cani- ha de pasar:
-FASE 1: En la primera pubertad. Descubres tu cuerpo, tus virtudes y tus defectos, los exploras y, básicamente, serías capaz de masturbarte doce veces seguidas con cada hembra de la sección de pijamas del catálogo del Venca.
-FASE 2: Cierta madurez. Te masturbas por sistema, aunque con gran excitación, y disfrutas haciendo concursos de longitud en el lanzamiento de semen en un cobertizo con personas que ni te suenan. Tus familiares mayores de 65 años te dejan de excitar a consecuencia de una evolución lógica y comienzas a fijarte en tus compañeras de clase. No tendrás mucho éxito, no obstante, porque en esta etapa llevarás un lamentable mostacho derivado de no tener las agallas suficientes para afeitarte y reafirmarte como hombre.
FASE 3: Madurez sexual. Aquí vendrán tus primeras relaciones. El hedor vaginal te hará valorar especialmente los momentos de onanismo y comenzarás a ser sibarita en el porno con el que lo acompañas. Declinarás la idea de poseer a una mujer y tu misoginia irá in crescendo.
FASE 4: Confirmación. Llegas a un nivel de sofisticación encomiable. Aquí comienza la fase en la que ya no te excitas lo mismo y tus erecciones no son tan frecuentes. Este fenómeno hará que sólo te empalmes al contemplar vídeos de ancianos amordazados, golpeándose con látigos acabados en radiales untadas de veneno y pintándose los genitales de colores mientras se meten un puño lleno de monedas de cinco duros en el ano al ritmo de Chayanne.
FASE 5: Dejarás de tener la necesidad de masturbarte o mantener relaciones sexuales cada cierto tiempo. El porno, ya explorado por completo, no hará el más mínimo efecto sobre ti (quizá algún flashback que te trasladará a una bella juventud de la que ya estás lejos, lo cual te hará sentir impotente y hará brotar en ti instintos suicidas). Por ello, te tocarás sólo por aburrimiento o en modo remember, y durante el acto pensarás en documentales de bellas praderas, cumbres borrascosas y riscos a contraluz. Tu única relación genital se asentará sobre la naturaleza y su belleza, y anhelarás, polla en mano, respirar el aire de esos paraísos perdidos.
-FASE 1: En la primera pubertad. Descubres tu cuerpo, tus virtudes y tus defectos, los exploras y, básicamente, serías capaz de masturbarte doce veces seguidas con cada hembra de la sección de pijamas del catálogo del Venca.
-FASE 2: Cierta madurez. Te masturbas por sistema, aunque con gran excitación, y disfrutas haciendo concursos de longitud en el lanzamiento de semen en un cobertizo con personas que ni te suenan. Tus familiares mayores de 65 años te dejan de excitar a consecuencia de una evolución lógica y comienzas a fijarte en tus compañeras de clase. No tendrás mucho éxito, no obstante, porque en esta etapa llevarás un lamentable mostacho derivado de no tener las agallas suficientes para afeitarte y reafirmarte como hombre.
FASE 3: Madurez sexual. Aquí vendrán tus primeras relaciones. El hedor vaginal te hará valorar especialmente los momentos de onanismo y comenzarás a ser sibarita en el porno con el que lo acompañas. Declinarás la idea de poseer a una mujer y tu misoginia irá in crescendo.
FASE 4: Confirmación. Llegas a un nivel de sofisticación encomiable. Aquí comienza la fase en la que ya no te excitas lo mismo y tus erecciones no son tan frecuentes. Este fenómeno hará que sólo te empalmes al contemplar vídeos de ancianos amordazados, golpeándose con látigos acabados en radiales untadas de veneno y pintándose los genitales de colores mientras se meten un puño lleno de monedas de cinco duros en el ano al ritmo de Chayanne.
FASE 5: Dejarás de tener la necesidad de masturbarte o mantener relaciones sexuales cada cierto tiempo. El porno, ya explorado por completo, no hará el más mínimo efecto sobre ti (quizá algún flashback que te trasladará a una bella juventud de la que ya estás lejos, lo cual te hará sentir impotente y hará brotar en ti instintos suicidas). Por ello, te tocarás sólo por aburrimiento o en modo remember, y durante el acto pensarás en documentales de bellas praderas, cumbres borrascosas y riscos a contraluz. Tu única relación genital se asentará sobre la naturaleza y su belleza, y anhelarás, polla en mano, respirar el aire de esos paraísos perdidos.