Yo no sé por qué os enfadáis tanto.
Deberíais poneros en mi situación: un tío que no te deja en paz, que te da la coña y que se huele a kilómetros que no ha mojado el churumbel desde hace años.
No sabéis la horda de solterones de oro que vienen de los pueblos vecinos que les dices algo y si no te entienden te dicen un castizo: "¿Lo qué?" Que se te quedan mirando fijamente, de arriba a abajo, penetrándote con la mirada. Que con eso se creen que te han ligado. Y entonces es cuando se acercan a bailar cerca de ti, o se te ponen detrás con sus pantalones marcapaquetes y sus camisas montañeras. Utilizan tácticas de ataque como movimientos obscenos detrás de ti intentando buscar el roce, mientras guiñan el ojo a sus amigos como diciéndoles: "La tengo en el bote".
Entonces le dices: "Oye, ¿me invitas a una copa?". Y huye despavorido. Encima, agarrados. Que no es porque me invite a una copa, es para que se largue, porque sé lo que hay por aquí, y sé lo que me puedo encontrar, y sé de qué pie cojea cada uno. Hay que correr ese riesgo: Si te dice que sí es mejor salir por patas, porque entonces sí que no te lo quitas de encima en toda la noche. Pero la mayoría son muy rancios y agarrados, y es posible que después de esa treta te dejen en paz.
¿Es injusto lo anterior, no? ¿Tenemos que aguantar todo eso y más? Pues desde luego que yo no soporto eso, como vosotros no aguantáis a los orcos. Que pese a que muchos alardeéis de educación no creo que nadie se libre de haberse reído de alguien, de haber vacilado, incluso de haber humillado a una "gordita", a una "feúcha", a una "deforme"... Y es deleznable, sí.
Os equivocáis si pensáis que yo voy riéndome por ahí de la gente. No miro el aspecto físico. Quizás hace 4 ó 5 años lo miraba un poco, pero esas personas me dieron una brasa de mil demonios, sin duda se merecían algo así; tengo mucha paciencia pero nadie me toca la moral. Al menos la próxima vez se lo pensarían mucho antes de venir a hablarme.