Las mujeres son tan "lanzadas" como una ameba o un gusano platelminto. Nunca dan señales claras de intencionalidad alguna sobre sus deseos o propósitos, limitándose a adoptar una actitud pasiva que ellas, torpemente, de una forma que creen mágica, porque sí, porque ellas lo valen, imaginan que nosotros deberíamos saber interpretar como por arte de infundio divino, magia o a través de un sexto sentido telepático donde no entra en juego ni el diálogo ni la afirmación clara, diáfana y rotunda.
Poner la manita en la rodilla, un ligero roce de los dedos en la nuca durante uno segundos, cogerte del antebrazo, rozarse ligeramente por ti andando, mirarte mientras se acarician el pelo... Para ellas no existe el "estilo directo", sino que todo se basa en veladas actitudes subordinadas, sugerencias, pavadas, gestos, movimientos corporales, risitas, hacer ojitos...
Es claro y evidente que con toda esa suerte de
recursos tan "directos", prácticamente se hace imposible poder captar la verdadera intención real que pretenden... incluso con una mujer con la que lleves meses o años, y ay de ti si acaso los malinterpretas, o ella se arrepiente de lo que acaba de hacer, o tratas de continuar un
juego que no es realmente lo que de verdad crees haber podido interpretar por sus gestos, porque entonces te conviertes en un puto sátiro salido que sólo piensa en "eso", cuando ellas lo que de verdad querían era sólo empatizar (jajaja, los cojones y un palito), mostrar un poco de cariño, afirmar su actitud positiva hacia el diálogo y mil cagadas más.
Por suerte, he encontrado un par de chicas (muy pocas) que me han dicho, de forma clara y rotunda, "
ven conmigo a casa a...", "
vamos a quedar mañana por la noche a..." y quiero que "
vengas a metérmela hasta la campanilla", pero son raras excepciones cuando ya hay bastante complicidad, muestras evidentes de deseo o ha existido previamente ayuntamiento carnal, siempre, sin excepción, con mujeres seguras, de vuelta de todo, que saben que el que algo quiere algo le cuesta y dan todo por desear y ser deseadas, sabiendo de antemano que te atraen. El resto, como digo, vulgares amebas apáticas, lerdas, sin un ápice de motivación activa, que creen que el hombre tiene una capacidad sensorial de radar militar para captar lo que ni ellas mismas saben qué quieren. Una pena.