Primavera C/ Rocafort
Tras mi agridulce expe con una trans, que ya relaté en su momento, y una vez que hube logrado acumular cierto presupuesto, decidí hacer una nueva incursión en el submundo de los masajes orientales.
Tras realizar durante unos días la pertinente investigación en los foros habituales me decidí por Primavera, en la pelu Ming Ming, calle Rocafort 193. Mi objetivo prioritario era el final feliz. Lo del masaje está muy bien, la intriga sobre cómo acabará también, pero chavales, como ocasiones tengo pocas he de ir a lo seguro.
Aproveché un día libre en el que iba a estar solo en casa. Como lo del masaje anal con el dedito estaba en perspectiva, antes de salir de casa me puse un enema cassen comprado en la farmacia y me di una buena ducha. Como el lugar de perversión cae no muy lejos de casa, fui dando un paseíto. Primero pasé delante de la pelu, discretamente miré dentro y la impresión no fue mala. Localicé un locutorio de internet en la misma calle Rocafort, como una manzana más arriba de la pelu. Desde dicho locutorio llamé al móvil de Primavera, que está publicado en alguna expe, e intercambiamos unas palabras. Me aseguré que el masaje fuera "completo" y ella me dijo que tranquilo, como dándome a entender que ya captaba mi lúbrico deseo. Me explicó que estaba ocupada y que podría atenderme en cosa de una hora. Dicho y hecho, quedé con ella. Dado que el locutorio está al lado mismo, estuve matando el tiempo durante una hora navegando por webs eróticas y por foros puteriles varios. Reflexionaba sobre el mundo de la chilumis, y cómo hemos llegado a un punto en el que para hacerte una paja hay lista de espera, como si estuvieras pendiente de hacerte una prueba en la Seguridad Social.
A la hora convenida me presento en la pelu y le digo al chinito que atendía que había quedado con Primavera. Ipso facto me hace pasar a un descansillo situado detrás de la zona "capilar" y me indica que espere sentado en un sofá. La espera duró unos cinco minutos. Mientras esperaba pude contemplar a un par de chinitas pequeñitas, de tamaño manejable, dando cuenta de unas raciones de comida biodegradable de olor no precisamente apetitoso. Salió de la zona de los reservados un joven con cara extática acompañado por una chinita que acertadamente supuse que era Primavera.
Efectivamente, apareció Primavera y me hizo pasar al reservado de los masajes. La descripción coincide fielmente con la que otros compañeros de fatigas ya nos han expuesto. Unos treintaypico años, de complexión maciza y de faz agradable. Como dato curioso, me dice que por teléfono mi voz suena como la de un chico muy joven, a pesar de que ya peino alguna cana. Al punto me despeloto y me pongo boca abajo antes de hacer ostensible lo erecto de mi verga. Pactamos una hora, y ella inicia el masaje. Pirimero brazos, luego tronco y luego piernas. Masaje agradable. Una vez acabados los pies, ataca las caras internas de los muslos y de las nalgas. "Aquí también?", me pregunta, modosita ella, acariciando la parte externa del tercer ojo. "También, también", le contesto yo, más salido que una mona. Bien provista de aceite lubricante procede a efectuarme un masaje anal de categoría durante unos minutos, alternando con caricias a la bolsa escrotal. Excelente. Brutal. Una vez que tuve bastante, gentilmente le aparté la mano, me di media vuelta, mostré mi nabo tieso, pétreo, y le pedí directamente que procediera al masaje peneano.
El masaje en la polla superó todas la expectativas. Con abundante aceite inició el pajeo de forma suave. A todo esto yo ya estaba magreándole. Le pedí si se podía quitar la parte superior, y sólo conseguí su conocida maniobra de separarse el sujetador y mostrar las tetas para que las acariciara y lamiera. En una bella estampa, durante un buen rato ella procedió a masturbarme de forma rítmica y agradosa mientras yo succionaba los pezones en su regazo. Con un poco de aceite que puso en mis manos yo procedí a realizar un suave masaje alternado sus pezones, logrando que se pusieran duros. Tuve que pedirle varias veces que aflojara el ritmo masturbatorio para evitar que eyaculara, y ella tuvo varias veces que ponerme la mano en la boca para tapar mis placenteros gemidos. Tan grata y placentera era la experiencia que le dije que íbamos a estar media hora más. Tras mucho rato de darle al manubrio (si dijera media hora no creo exagerar) el placer fue menguando, sin duda por acostumbramiento. Entonces le pedí que parara, que me pusiera aceite para mí, tras lo cual yo me hice una violenta gayola que duró un par de minutos, que culminó conmigo combado encima de la camilla, con el cuerpo arqueado, en un paroxismo de placer, eyaculando con fuerza hacia algún punto perdido del techo.
Tras limpiar meticulosamente el licor seminal que todavía babeaba de la punta de mi mástil, Primavera empleó los minutos restantes en finalizar el masaje, prestando especial atención a la zona facial. Al cabo de hora y media de reloj lo di por finalizado. Charlando de cosas intrascendentes me vestí.
Propinita de veinte leuros para la muchacha y treinta leuros más en caja.
Experiencia muy grata. Cincuenta leuros sabiamente gastados en hora y media de buen masaje general, magreo anal, pajeo muy prolongado y buen rollo. Altamente recomendable para aficionados a los masajes chinos y público en general.