¿Cuántas fotos hemos visto dedicadas e irrefutables del susodicho? ¿Fotos que dejen indudablemente constancia de la autoría? Ninguna. Todas de WhatsApps que dice recibir, al igual que cuanto dice follar, o cuanto dice ser acosado por Twitter, todo mentira. Es que todo es una puta mentira tras otra con este tío.
El día que presentó el invento en sociedad, en aquel hilo creado por Capón McClure (el del marcapasos), muchos sensibleros se prestaron a una causa que ya nació muerta, pero dio réditos, tanto por el gitano, como por el judío valenciano. Ahí probó la sangre al lobo (y de aquellos polvos estos lodos). Cicatrices hechas con brochas de Paint Shop Pro, documentos hiperfotocopiados sobre lo que osaba defender,... artificios necesarios para sostener una jodida mentira.
Sin embargo, por aquel entonces solía tener Twitter e Instagram abundantemente colmado de posts y stories, sobre sitios de sifrinos de San Agustín Libertador (heladerias como Fragolate, Gelato mio y otras, restaurantes, tiendas gourmet) y donde el común de los vuvuzelanos jamás irían por su precio. Cosa que puse en conocimiento de la forisma y él se entretuvo en limpiar, a lo cual nadie hizo mucho caso.
Al parecer, cuando anda vaguete sube audios, da chillidos y con eso trata de arrimar el ascua, —nuevamente– a su sardina. Cosa que ni me pienso molestar en escuchar. Ya subiré algun pdf o captura probatoria sobre la condena firme de 2007 del gilipollas este, espero que no le mandéis dinero, que es un jodido oportunista.