Ourense ¿Por qué dejé de ser putero?

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Kelborn

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18 Sep 2015
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No creí apropiado ni necesario abrir este hilo, pero ya me uno al carro de los pesimistas y pienso que esta parte del foro está en decadencia y con un más que probable epílogo de deceso. Así que lo publicaré, aun en contra de mi buen criterio y conocedor de que no tengo porque dar explicaciones.



A finales del pasado otoño, seguía yo a la deriva sentimental y atrapado en ese bucle infinito que es la rutina del putero; sin prejuicios ni complejos, me gusta vivir sin sentirme culpable. Acomodado en la tranquilidad de quien practica el sexo remunerado.
Cierto día vi un anuncio en pasión, sin foto y parco en palabras. Cansado de las petardas de siempre decido arriesgarme y llamar; mientras hablábamos tuve una sensación extraña, una especie de quietud desasosegadora y sedante, como el descanso en un hogar extraño. Seguidamente fui a visitarla al barrio del Couto.

Acudí hasta allí con paso tranquilo, pero con la cabeza inquieta, cavilando todo el tiempo. Llegué puntual y subí por las escaleras; se abre la puerta y me recibe una chica de mediana edad, silueta esbelta y carne morena. En cuanto la miré a los ojos sufrí una epifanía, una reminiscencia que me transportó al pasado: eran principios de los noventa, yo un adolescente inexperto que va al instituto y vive ignorante e ingenuo del fututo y de las maldades del mundo. En mi clase una chica brilla con una luz especial. Se llama Lise, de padre africano y madre española, la conozco desde el preescolar. Cada vez que la miro se me acelera el corazón. Creo que fue el primer y único verdadero amor de mi vida. Pero el tiempo pasó y ella desapareció de mi vida, volviéndose poco más que un vago recuerdo. Con ella aprendí una valiosa lección: arrepiéntete de lo que hiciste mal y no de lo que no te atreviste a hacer por haber sido cobarde.

Es verdad que tras las sombras del tiempo, los sentimientos desaparecen. Pero en aquel momento, lo recordaba todo tan claro como si aquellos casi veinticinco años hubiesen sido solo un instante. Ella me miraba fijamente, para ser franco creo que también me reconoció al instante; esbozó una sonrisa y me invitó a pasar, yo entré sin decir nada. En silencio me condujo hasta una habitación, al fondo. Traspasé el umbral de la puerta y me senté en la cama; suspiré disimuladamente mientras reunía el valor necesario para alzar la mirada y a continuación la contemplé fijamente. Nuevos recuerdos nacían y moríann en mi interior, mientras me invadía una sensación de abandono y vacío, seguida por la pena y la vergüenza también. Tragué saliva y por fin pude articular palabra, simplemente balbuceé su nombre. Ella se sentó a mi lado y me miró con ojos tristes, como a punto de llorar, pero en lugar de ello contestó: “Lise, sí, ese era mi nombre entonces”, yo algo más tranquilo le respondí: “¿pero…qué te pasó?”. Finalmente sí que brotaron sus lágrimas y entre sollozos respondió: “he fallado, el tiempo nos cambia, la vida es dura y no siempre estamos a la altura de las circunstancias. Hay días que me miro al espejo y no me reconozco. Con el tiempo me he convertido en aquello que odiaba cuando era joven […]”. Os ahorraré los pormenores de la charla, pero hablamos tendidamente durante horas. Me narró su vida y yo un poco la mía. Típicas historias de fracaso, decadencia y descenso a los infiernos.


Pese a mi dilatada experiencia, mis vastos conocimientos y mi corazón endurecido; no puedo evitar pensar que algo cambió en mi interior aquel día. Es curioso como la vida ensombrece nuestro propio conocimiento; quien me diría a mí que aquel día me reencontraría con una persona cuya existencia estará ligada a la mía de una forma tan estrecha y trascendental.
Aquel no fue el final sino más bien un nuevo comienzo, cuyo trayecto se abre camino pese a todas las dificultades. Hay días en que los pensamientos pesimistas rondan mi cabeza, y mi parte negativa no puede evitar repetirse una y otra vez: “sé realista, esto no puede acabar bien”. Pero la mayoría del tiempo creo con toda convicción en el florecer de una relación cuyo eco resonará por siempre.

El futuro se avecina incierto y más aún en estos tiempos convulsos. Si algo nos enseñó la historia, es que nadie aprende de los errores del ayer, parece que no hay presente ni futuro, solo el pasado que se repite una y otra vez. No sé cuántas veces tropezaré con la misma piedra, ni cuándo volverá la tormenta. Pero parece que los hados se mofan nuevamente con el primer sorbo amargo de esta nueva realidad: esperanza.
 
Hace unos años salía de marcha todos los viernes, y un día me encontré a la mujer de un cliente trabajando en un club, me explicó que
Se metió en esto por que al marido le iban mal las cosa y era temporal
La tía aún hoy sigue trabajando de puta, me dice que no lo deja q porque gana más en una semana en el club lo que ganaba en un mes en el otro trabajo
 
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No creí apropiado ni necesario abrir este hilo, pero ya me uno al carro de los pesimistas y pienso que esta parte del foro está en decadencia y con un más que probable epílogo de deceso. Así que lo publicaré, aun en contra de mi buen criterio y conocedor de que no tengo porque dar explicaciones.



A finales del pasado otoño, seguía yo a la deriva sentimental y atrapado en ese bucle infinito que es la rutina del putero; sin prejuicios ni complejos, me gusta vivir sin sentirme culpable. Acomodado en la tranquilidad de quien practica el sexo remunerado.
Cierto día vi un anuncio en pasión, sin foto y parco en palabras. Cansado de las petardas de siempre decido arriesgarme y llamar; mientras hablábamos tuve una sensación extraña, una especie de quietud desasosegadora y sedante, como el descanso en un hogar extraño. Seguidamente fui a visitarla al barrio del Couto.

Acudí hasta allí con paso tranquilo, pero con la cabeza inquieta, cavilando todo el tiempo. Llegué puntual y subí por las escaleras; se abre la puerta y me recibe una chica de mediana edad, silueta esbelta y carne morena. En cuanto la miré a los ojos sufrí una epifanía, una reminiscencia que me transportó al pasado: eran principios de los noventa, yo un adolescente inexperto que va al instituto y vive ignorante e ingenuo del fututo y de las maldades del mundo. En mi clase una chica brilla con una luz especial. Se llama Lise, de padre africano y madre española, la conozco desde el preescolar. Cada vez que la miro se me acelera el corazón. Creo que fue el primer y único verdadero amor de mi vida. Pero el tiempo pasó y ella desapareció de mi vida, volviéndose poco más que un vago recuerdo. Con ella aprendí una valiosa lección: arrepiéntete de lo que hiciste mal y no de lo que no te atreviste a hacer por haber sido cobarde.

Es verdad que tras las sombras del tiempo, los sentimientos desaparecen. Pero en aquel momento, lo recordaba todo tan claro como si aquellos casi veinticinco años hubiesen sido solo un instante. Ella me miraba fijamente, para ser franco creo que también me reconoció al instante; esbozó una sonrisa y me invitó a pasar, yo entré sin decir nada. En silencio me condujo hasta una habitación, al fondo. Traspasé el umbral de la puerta y me senté en la cama; suspiré disimuladamente mientras reunía el valor necesario para alzar la mirada y a continuación la contemplé fijamente. Nuevos recuerdos nacían y moríann en mi interior, mientras me invadía una sensación de abandono y vacío, seguida por la pena y la vergüenza también. Tragué saliva y por fin pude articular palabra, simplemente balbuceé su nombre. Ella se sentó a mi lado y me miró con ojos tristes, como a punto de llorar, pero en lugar de ello contestó: “Lise, sí, ese era mi nombre entonces”, yo algo más tranquilo le respondí: “¿pero…qué te pasó?”. Finalmente sí que brotaron sus lágrimas y entre sollozos respondió: “he fallado, el tiempo nos cambia, la vida es dura y no siempre estamos a la altura de las circunstancias. Hay días que me miro al espejo y no me reconozco. Con el tiempo me he convertido en aquello que odiaba cuando era joven […]”. Os ahorraré los pormenores de la charla, pero hablamos tendidamente durante horas. Me narró su vida y yo un poco la mía. Típicas historias de fracaso, decadencia y descenso a los infiernos.


Pese a mi dilatada experiencia, mis vastos conocimientos y mi corazón endurecido; no puedo evitar pensar que algo cambió en mi interior aquel día. Es curioso como la vida ensombrece nuestro propio conocimiento; quien me diría a mí que aquel día me reencontraría con una persona cuya existencia estará ligada a la mía de una forma tan estrecha y trascendental.
Aquel no fue el final sino más bien un nuevo comienzo, cuyo trayecto se abre camino pese a todas las dificultades. Hay días en que los pensamientos pesimistas rondan mi cabeza, y mi parte negativa no puede evitar repetirse una y otra vez: “sé realista, esto no puede acabar bien”. Pero la mayoría del tiempo creo con toda convicción en el florecer de una relación cuyo eco resonará por siempre.

El futuro se avecina incierto y más aún en estos tiempos convulsos. Si algo nos enseñó la historia, es que nadie aprende de los errores del ayer, parece que no hay presente ni futuro, solo el pasado que se repite una y otra vez. No sé cuántas veces tropezaré con la misma piedra, ni cuándo volverá la tormenta. Pero parece que los hados se mofan nuevamente con el primer sorbo amargo de esta nueva realidad: esperanza.

Gran relato y que da mucho para reflexionar.Por cierto...el ultimo parrafo suena mucho al final de la peli terminator.
 
¿Pero consumó el acto o le pudo la pena debido a la charleta sobre la misérrima vida de su ex-compi?
 
Aclarar simplemente que lo narrado anteriormente era más como un desahogo, algo así como el diálogo de alguien que habla solo; y que para nada pretendía ser una de esas patéticas reflexiones cuyo único fin es demonizar la prostitución, así como deshumanizar a los puteros.

Mis días de putero (tampoco descarto volver) fueron simplemente una etapa más en mi vida, de la cual no reniego ni me arrepiento (salvo las veces que me dieron el palo) ya que la prostitución desempeñada libremente es una actividad que beneficia a ambas partes.


...gana más en una semana en el club lo que ganaba en un mes en el otro trabajo

Efectivamente, dinero rápido, que no fácil.

...Por cierto...el ultimo parrafo suena mucho al final de la peli terminator.

Ese último párrafo fue inspirado principalmente en un escrito de Eugene O´Neill, además creo recordar que en la saga de Terminator se hacía hincapié en que el futuro no está escrito y nosotros lo construimos con nuestro libre albedrío; lo cual se opone a mi reflexión.
No obstante, en mi epílogo, tampoco sería descabellada alguna influencia en las formas, inspirado en los célebres filmes de Cameron.

¿Pero consumó el acto o le pudo la pena debido a la charleta sobre la misérrima vida de su ex-compi?

No.
Aquel día no andaba la cosa como para consumar nada.
 
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No se deja de ser putero, eres un triste y lo serás toda la vida. Tienes AIDS. :pringui:
 
No me duele reconocer que desde los 21 años soy putero. No es que no pueda follar sin pagar como algunos creerán pero reconozco que tengo mucha testosterona y si no tengo el instinto fucker saciado me encabrono. Lo curioso es que de más joven con irme de putas dos veces al mes me daba por contento; ahora no. Por el contrario tengo que ir semanalmente a media semana .

Quizás se deba a mi curro, a que estoy bajo un clima y gastronomía ajenas a mi fisiología o a que en el fondo me gustan más las mujeres que un farlopero su rallita de buena mañana.

Entonces el rollo es salir de currar en la obra (obras de nivel en Holanda donde corre el cash y con medios TOP) abrasado por las temperaturas y sobre el clima este de los cojones. Salgo de muy mala hostia, encabronado con todo y con ganas de liarme a hostias para descargar tanta tensión. El trabajo industrial, viril, duro es lo que tiene. Exige lo mejor de ti y pone en riesgo tu vida diariamente pero es cojonudo porque moviliza toda la testosterona en combate. Además reporta un cash de hombre cojonudo y eso confiere ESTATUS.

Y enfilo con el teutón (tapicería recién estrenada) marcando el ritmo con Sinatra de camino al centro sintiendo la trasera en los pasos por curva. A lo Craig Titus. Cuando me pongo de mala hostia tres cojones me importa todo. Rondar por los alrededores a ver si esta la puta de confianza, aparcar si la localizo y al lio.

Sin duchar ni hostias se prende un blond ligero pero fuerte y a disfrutar del mamazo para después bombearle bien el coño durante media hora. Los 40€€£ habituales, beso y sobadita de la rumana frumoasa y a comer de puta madre chuleando o a veces al TEMPLO si toca.

Claro así la vida sabe Dios que se disfruta porque tienes buen cash y el instinto fucker saciado. Con estos dos elementos resueltos lo que queda no es sino dedicarse a uno mismo: crecer espiritualmente, subirle kg a la armadura y chulear. Vivir la vida. Por algo los aristócratas, reyes, papas etc. tenían sus hembrotas siempre disponibles. Se dedicaban a VIVIR, a gobernar.

Nuestros soldados del TERCIO también tenían sus putillas por tierras herejes. Algunos incluso se quedaron allí. Y les entiendo, lo que pasa que como español descendiente de aquellos barbudos con piernas como robles preciso de retornar a los orígenes, para no olvidar de dónde vengo con tanta bohemia internacional.

Feliz miércoles bros.
 
MUY BIEN FERROTE

Di que si, a follar siempre que se pueda....para que vivimos entonces
 
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