Juvenal
Clásico
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- 23 Ago 2004
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El fuego del hogar proporcionaba un agradable calorcillo en aquella casa rural, de eso años ha. El ambiente era el idóneo, todo estaba dispuesto: la leña, la bebida, la comida... y la compañía.
Seis eran seis, diría un cártel de toros. Mis dos amigos, yo y tres ricas hembras.
Solo faltaban las velas y el violinista del anuncio del mousse de Danone, por lo demás todo perfecto. Una lúbrica sonrisilla se me perfilaba en el rostro. Además la radio acompañaba la velada con melodías especialmente apropiadas.
Siempre me acordaré de aquella canción, de aquel piano inolvidable: "Right here waiting for you". La cantaba Richard Marx, el hombre a un mullet pegado. Todo era una perfecta concatenación de sucesos: el vinillo, el fueguecillo, la cancioncilla.
"Right here waiting for you", de Richard Marx. ¿Cómo olvidarla?
Mientras sonaba, miré a mi izquierda: una pareja se prodigaba en arrumacos.
Miré a mi derecha: otros dos que se amartelaban entre sonrisillas libidinosas.
Miré al centro. Mis ojos se cruzaron con los de ella, ambos estábamos mudos (sólo se oía la canción) en ese momento vi cómo ella sin pronunciar palabra me había leído el pensamiento, extendía su mano derecha, me mostraba su dedo corazón y me partió el ídem. Solo me faltó enarcar una ceja y mirar a cámara como el buen y viejo Wile E.
Desde entonces odio profundamente a Richard Marx.
Lo jodido es que esta anécdota es real.
Ah, esto por cierto para todos aquellos foreros de nueva hornada que cada vez que abren la boca hacen subir el pan
Na Berlin, tovarisch, na Berlin. Hurrah, hurrah, hurrah!
Seis eran seis, diría un cártel de toros. Mis dos amigos, yo y tres ricas hembras.
Solo faltaban las velas y el violinista del anuncio del mousse de Danone, por lo demás todo perfecto. Una lúbrica sonrisilla se me perfilaba en el rostro. Además la radio acompañaba la velada con melodías especialmente apropiadas.
Siempre me acordaré de aquella canción, de aquel piano inolvidable: "Right here waiting for you". La cantaba Richard Marx, el hombre a un mullet pegado. Todo era una perfecta concatenación de sucesos: el vinillo, el fueguecillo, la cancioncilla.
"Right here waiting for you", de Richard Marx. ¿Cómo olvidarla?
Mientras sonaba, miré a mi izquierda: una pareja se prodigaba en arrumacos.
Miré a mi derecha: otros dos que se amartelaban entre sonrisillas libidinosas.
Miré al centro. Mis ojos se cruzaron con los de ella, ambos estábamos mudos (sólo se oía la canción) en ese momento vi cómo ella sin pronunciar palabra me había leído el pensamiento, extendía su mano derecha, me mostraba su dedo corazón y me partió el ídem. Solo me faltó enarcar una ceja y mirar a cámara como el buen y viejo Wile E.
Desde entonces odio profundamente a Richard Marx.
Lo jodido es que esta anécdota es real.
Ah, esto por cierto para todos aquellos foreros de nueva hornada que cada vez que abren la boca hacen subir el pan

Na Berlin, tovarisch, na Berlin. Hurrah, hurrah, hurrah!