Sin lugar a dudas sí, la solución es marcharse cuando los problemas vecinales son serios y hacen imposible la convivencia. Del mismo modo que cuando tienes un piso alquilado, pides lo justo y los dueños atajan el asunto echando al inquilino. Santas pascuas. Más difícil es cuando tienes el piso hipotecado y estás amarrado a él, pero aún así huir lo antes posible es primordial.
Ya que por trabajo me ha tocado vivir aquí y allá, sé de buena tinta que cuando alquilas un piso estás jugando a la lotería vecinal. Ya sea mediante agencia o tratando directamente con el dueño, cuando visitas el piso todo son maravillas. La puta casualidad hace que vayas a unas horas en las que no hay críos dando por culo ni energúmenos montando un circo, pero toda esa chusma que vive a tu alrededor va aflorando poco a poco, y los problemas no tardan en llegar.
Yo no hablaría de problemas vecinales por aquello de los chismorreos, el control o cosas por el estilo. Eso me la suda, ya que no trafico con droga ni realizo actividades ilegales en casa. Los problemas al uso (y que he padecido) suelen ser que te revienten el buzón, que te planten la basura en tu puerta porque en la suya estorba, que te ocupen la plaza de garaje, que dejen al perro cagarse en cualquier parte, etc. Pero de entre todos los marrones que me han tocado, hay uno que no soporto ni permito, que es el ruido por la noche. He tenido maritacones que llegaban de fiesta de madrugada y no se descalzaban ni para meterse en la cama, divorciadas alegres con el cabecero de la cama descolgado para publicar que por fin tenían vida sexual, adolescentes discutiendo entre ellos por no sé qué paridas, estudiantes tocando la guitarra... pero el mejor, el premio al energúmeno se lo doy al vecino del último piso que alquilé, que no paraba de gritarle a la mujer que era un puta loca y que cerrara la boca. Lo hacia en plan metralleta, sin parar, a la hora que fuera. Tengo vídeos grabados, porque al pavo se le oía hasta por fuera del edificio. Pasan las semanas, hablas con el resto de vecinos y te dicen que es el pan nuestro de cada día, pero qué casualidad que la sinvergüenza de la dueña no sabe nada de nada. Y que aunque lo supiera, no es asunto que le competa. Así que sí, lo mejor es hacer las maletas y largarse.