(Segunda parte)
Bueno ayer os hablé de los vecinos de la comunidad. Hoy os voy a comentar sobre de los vecinos que tenía en las casas de la calle.
Enfrente de mí vivía una pareja de ecuatorianos con dos hijas y un hijo. No daban problemas, pero un día se compraron un ordenador y se organizaron los primeros incidentes entre ellos. Lo se porque no se compraron cortinas y se veía y oía todo.
El ordenador estaba siempre ocupado y los demás familiares esperando su turno a que se quedara libre y había discusiones. Un día la esposa pilló al marido chateando con una mujer y le entró un ataque de celos, me despertaron sobre las 2 de la madrugada, los chillidos eran formidables. Sin haber follado, el marido fue acusado de ponerle los cuernos a la señora, la cosa fue gorda porque se levantaron los hijos de la cama y tuvieron que agarrar a la madre porque quería asfixiar al marido y costó mucho tiempo hasta que se calmó. Me divertí bastante.
Las hijas estaban bien ricas, sobre los 15 años, con aspecto de indias y unas tetas tremendas. Yo las vigilaba todas las noches a ver si las veía en cueros, pero eran muy cautas y siempre apagaban la luz... pero un día la fortuna me sonrío, una de ellas se ve que iba de fiesta y se descuidó. Entró al dormitorio se quitó la toalla y la pude contemplar en todo su esplendor; con la fortuna de que se sentó frente a la ventana y se pasó una crema por las tetas. Fue muy excitante.
Otro día mientras los padres trabajaban, se dedicaban a subir hombres a su casa. Lo tenían muy bien montado, mientras una vigilaba asomada a la ventana, la otra se metía en la cama a pegarse unos morreos con el noviete de turno. Esto lo hicieron varias veces, y una vez, la que vigilaba hizo una cosa sensacional; entró a la habitación donde estaba su hermana con el novio y se cambió de braga delante de la pareja. Cuando lo vi me quede sorprendido porque nunca había visto semejante espectáculo.
Con lo de los perros tenéis razón, es una vergüenza. En otro piso había un perro que estaba ladrando todas las tardes. Se ve que la parejita se iban a trabajar y el chucho se quedaba en el balcón. Cada vez que el perro veía a otro perro, pasear por la calle se ponía a ladrar hasta que lo perdía de vista. Teniendo en cuenta la cantidad de gente con perros que hay, los sábados y domingos eran un suplicio hasta que aparecían los dueños, sobre las 10 de la noche y lo metían dentro.
Otra cosa que pasaba en la calle eran las farolas que no funcionaban. Por algún extraño motivo cuando se fundía una lámpara nadie hacía nada, al principio no le di importancia, pero cuando se fundió la segunda y la tercera lámpara empezaron los problemas en la calle. Ya casi estaba media calle oscura y empezaron a aparecer personas extrañas pegando gritos, peleas, meadas por todos sitios, basuras excesivas... así que no me quedó más remedio que tomar cartas en el asunto y llamar al ayuntamiento cada vez que se fundía una para que estuviera la calle en condiciones.
Otro día se puso en alquiler un piso cercano y lo alquilaron a dos familias de argelinos con hijos e hijas. Los incidentes empezaron inmediatamente. Una de las dos mujeres que apenas medía metro y medio pegaba unos chillido atronadores al marido, era la que llevaba los pantalones. Como no se árabe no se porque le chillaba, lo único que se es que el marido parecía estar harto de todo, hasta que un día, esta mujer organizó un escándalo superior al habitual, el cual se trasladó a la calle. Estando asomado a la ventana pude ver como el marido le metió un puñetazo a su propia hija, de unos trece o catorce años de edad y que tuvo la fatal idea de ponerse a tiro de su padre. (Hay tontica, que poca picardía).
El caso es que a la semana siguiente el padre desapareció del piso al igual que la otra familia de argelinos y se quedó ella sóla con su hijo y su hija golpeada y se acabaron los gritos.
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