Año de mil novecientos ochenta, el inicio de la banda mas honrada que ha pisado este planeta desde hace millones y millones de años. Y no somos nada honrados...
Una tarde semi lluviosa de ese año, Jualma y yo nos conocimos y estuvimos hablando un buen rato. Nuestros gustos y pareceres eran totalmente dispares. No coincidíamos en nada excepto en la idea de formar un grupo de rock . Por aquel entonces, nuestras pintas tan destartaladas (pelos largos, imagen que hacia recordar a New York Dolls) nos darían opción. Nuestra imagen escandalosa llamaría la atención y taparía un poco nuestra carencia musical. Por lo demás, pensábamos que ensayando, poco a poco iríamos aprendiendo.
Juanma seria bajista y voz, yo seria guitarra y voz. Para batería, juanma conocía a un tipo realmente desaliñado. Tenía el pelo todavía más largo y sucio que nosotros. Le faltaban dos dientes de la parte delantera de la boca. Rafa era su nombre pero todos le llamábamos por su apodo, Cañas. Trabajaba de pastelero y a los ensayos siempre traía pasteles. Rafa, tocar la batería, lo que se dice tocar tocar, no tocaba; era realmente malo, pero ensayando aprendería, por lo menos eso era lo que pensábamos.
Ya solo nos quedaba un problema: buscar un cantante. Yo le dije a Jualma que conocía a un tipo que era de puta madre, es decir, que era buena persona, un poco rarillo, pero sin importancia. Solo había un pequeño reparo, que era un poco tartamudo pero que eso no importaba, pues yo había oído por ahí, no se donde, que los tartamudos al cantar no tartamudean, que cantaban como personas normales. A Jualma le pareció bien. Por probar que no quede y es eso lo que hicimos, probamos. Una tarde cogimos dos guitarras españolas y nos fuimos al campo de fútbol de Santurce. Jualma, yo e Iñaki , que así se llamaba nuestro proyecto de cantante, mas conocido por su apellido Laseca, Layki para los amigos y enemigos. Yo tocaba el ritmo de las canciones y juanma tocaba la guitarra española como si fuera bajo. Laiky intentó cantar las canciones, lo intentó y lo intentó, pero demostró que lo que yo había oído no sé donde, eso de que los tartamudos al cantar no tartamudean, era mentira. Y eso que laiky lo intentó, pero nada, su futuro como cantante quedó truncado aquella tarde en las gradas del campo de fútbol del Santurce.
Por esa misma tarde se nos ocurrió la idea, llamémosla genial: Laiiky tocaría el bajo y Jualma cantaría. Teníamos mucha moral, ilusión, etc. Es decir si la montaña no viene a nosotros, nosotros iremos a la montaña. Teníamos unas ganas enormes de hacer algo con nuestras vidas, romper con la rutina diaria, dejar de aburrirnos e intentar motivarnos con algo. En nuestro caso ese algo fue formar un grupo de rock.
Dimos cientos de vueltas, hicimos mil maravillas para que la cosa funcionara y lo conseguimos. Llegamos a un acuerdo por tres partes. Unos chicos del barrio santurzano de San Juan, que también querían funcionar como grupo de rock, pondrían el local, una lonja propiedad de un tío que era pariente de uno de ellos. Otros chicos de Santurce, que formaban un grupo llamado Zaruma, ponían la batería. La tercera parte éramos nosotros que pondríamos la amplificación, un Marshall de válvulas de doscientos cincuenta vatios que menuda tralla metía ese aparatejo en el que enchufábamos la guitarra, el bajo y el micrófono para la voz.
Jualma, voz solista; Laiky, bajo y voz; Iosu, guitarra y voz y Cañas batería. Así quedó configurada la formación del grupo. Formación que no llegó nunca a tocar en directo. Nuestros primeros ensayos demostraban que como grupo musical teníamos que trabajar mucho y hacer horas extras. En nuestros primeros ensayos no conseguíamos tocar más de veinte segundos seguidos la misma canción.
A parte de ensayar mucho, también nos faltaba el nombre del grupo. ¿Qué nombre podíamos ponerle al grupo que fuera acorde con nosotros? Pensábamos en nombres como muñecas de acerok, por aquello de los New York Dolls, que traducido al castellano significa muñecas de Nueva Cork, pero nosotros no éramos de Nueva Cork. Somos vizcaínos y aquí están los altos hornos de Vizcaya, donde se trabaja el acero. Pero ese nombre no nos convencía. También barajamos nombres como el de Sección Mortuoria . Pero nada, nombres y más nombres que no nos convencían.
Una tarde estábamos en un pub de Santurce hablando de qué nombre podíamos ponerle al grupo cuando de pronto Roberto Moso, cantante de Zaruma, nos dice:
- Con esas pintas de enfermos y esa imagen tan estrafalaria, “Eskorbuto” os iría ni pintado.
Jualma y yo, al oírlo, nos miramos y una sonrisa de satisfacción salió de nuestras bocas:
- ¡De puta madre¡, es perfecto, ¡Eskorbuto¡
Nosotros somos de Santurce, un pueblo de tradición marinera y el escorbuto es una enfermedad que normalmente se daba en los marineros debido a no comer alimentos en condiciones por causa de las largas travesías. Los alimentos que llevaban almacenados en los barcos perdían sus vitaminas al cabo del tiempo y los marineros contraían la enfermedad.
El nombre de Eskorbuto nos va como anillo al dedo. En cuanto lo oímos nos identificamos totalmente. Ya no nos hacía falta seguir buscando un nombre para el grupo; Eskorbuto era inmejorable. La formación eskorbutiana de Jualma – voz solista-, Layki –bajo y voz-, Iosu –guitarra y voz- y Cañas –batería- nunca salió del local de ensayo debido a que nuestra batería, Cañas, fue llamado a filas para defender a la patria. Esto fue a comienzos de 1981, en enero o febrero, por lo que teníamos que buscar a alguien que lo sustituyera, pues no podíamos esperar a que Cañas regresara.
Fue entonces cuando Jualma dijo conocer a un chaval que tocaba la batería. Miguel era su nombre, pero se le conocía por Gugu. Gugu era un tipo de aspecto muy dejado. Llevaba gafas y las manos y la cara casi siempre manchadas de grada debido a que trabajaba en un taller mecánico de su padre. Llevaba también botas con puntera de hierro. Jualma y yo hablamos con él y le propusimos entrar en el grupo Eskorbuto y Gugu aceptó. Y así fue como Gugu se convirtió en el nuevo batería eskorbutiano.
La entrada de Gugu en el grupo fue un auténtico revulsivo, pues el si que sabía tocar la batería; le pegaba duro, muy duro. Los platos que rompía Gugu quedaban totalmente destrozados. No ganábamos para platos con Gugu. En los ensayos ya tocábamos más de veinte segundos cada canción y hasta terminábamos los temas. Se puede decir que ya estábamos preparados para salir a tocar en directo.
Y con esa formación nos surgió la primera actuación. Ensayábamos en el barrio de San Juan cuando alguien llamó a la puerta diciéndonos que si queríamos tocar en el colegio del barrio que estaba un poco más arriba, a unos doscientos metros. Aquel tipo nos dijo:
- Hacemos una fiesta y si tocáis os lo agradeceremos. Pagar no les podemos pagar nada, pero beber, podéis beber lo que queráis.
Nos miramos todos y pensamos:
- Joder, nuestra primera actuación, en vez de ensayar solos lo hacemos con público y al menos bebemos gratis.
Así que subimos al colegio todo nuestro material de sonido con ayuda de algún conocido, pero de todas formas se puede decir que aunque nos ayudaran nos dimos la pechada. Medio agotados llegamos al colegio pensando que al menos podríamos beber lo que quisiéramos ya que cobrar, nada de nada.
Ya en el colegio, colocamos todo y lo dejamos preparado para tocar.
- Bueno, ahora a bebernos algo –nos dijimos.
Fuimos y le preguntamos al tipo que estaba a cargo de aquello, que era el director del colegio:
- Oiga, queremos beber, somos los músicos.
- Sí, sí venid conmigo –nos contestó.
Le seguimos hasta un aula. Nos contó:
- Uno, dos, tres y cuatro. Sois cuatro ¿verdad?
- Pues sí, somos cuatro, ¿porqué?
Pregunta tonta la nuestra, a lo cual el director nos responde:
- Es que sólo os podemos dar una consumición a cada uno porque sólo hay cinco cajas y son para los chavales.
Las consumiciones eran botellines de Kas y Coca-Cola. Eso sí, todo un detalle por su parte, nos dio a elegir. De nuestras bocas no salieron palabras malsonantes por educación, pero nuestras caras lo dijeron todos. Bueno, qué le vamos a hacer. De pronto, mientras nos bebíamos la consumición, oímos murmullos de gente fuera del aula. El director del colegio nos dijo:
- Bien, ya han llegado los chavales, ya podéis salir a tocar.
Gran sorpresa: nuestro primer público, salvo una docena de madres, cuatro o cinco maestros, no superaba la edad media de diez años. Salvajismo, brutalidad, bestialidad, no nos cortamos un pimiento. Pues bien, ya que estamos aquí en el colegio vais a saber lo que es bueno. Eso fue lo que ocurrió en aquella primera actuación en abril o mayo del 81, ¡menuda actuación!, ¡Menudo público!
Poco después empezaron los problemas en el local de ensayo del barrio de San Juan. No recuerdo cuáles fueron los problemas con exactitud, pero recuerdo que los días de ensayo en aquel local estaban contados, debíamos buscarnos otro local rápidamente. Esto era difícil ya que los dueños de las lonjas y otros sitios por el estilo donde un grupo podría ensayar, no suelen alquilar sus locales a gente joven y menos a grupos musicales, ya que los vecinos protestan por el ruido y el dueño del local no quiere problemas con los vecinos protestan por el ruido y las pintas de delincuentes que los jóvenes tenemos. De drogadictos nos tachan y el dueño del local no quiere tener problemas con los vecinos, prefieren esperar y no alquilarlo. Este ha sido siempre uno de los graves problemas que han tenido los grupos, encontrar un local para ensayar. Estábamos sin local para ensayo y nos hacía falta también una batería. Nos encontrábamos con el agua en el cuello, pero según otro dicho: ‘Dios aprieta pero no ahoga’. Y así, un buen día llegó Gugu diciendo:
- Chicos, traigo buenas noticias, mis padres me van a comprar una batería. Mañana me acompañáis a elegirla, ¿qué os parece?
- ¿Qué que nos parece?, de putísima madre.
- Ah, y eso no es todo –siguió diciendo Gugu-. Mi abuela dice que si queremos ir a ensayar a un local que ella tiene enfrente de donde vive. Bueno, por eso, mañana me acompañáis a comprar la batería, luego recogemos el amplificador, la guitarra y el bajo y lo llevamos todo al nuevo local.
Y eso hicimos. Al día siguiente fuimos con el padre de Gugu a elegir y comprar la batería, una batería, una batería nueva de marca Peral, reluciente, ¡menuda batería!
El local era un buen local de ensayo situado en el barrio de Balleni, en Cabieces, Santurce. Tenía dos pisos: el piso de abajo era para ensayar y el de arriba, ¡je, je!, para nuestras reuniones. Sólo Dios sabe lo que ha disfrutado Eskorbuto en ese local. Sólo Dios lo sabe, sólo Dios y, por supuesto, Eskorbuto. En aquellos tiempos, nuestras canciones y forma de ser era simplemente la de gamberros sin más pretensiones que la de divertirnos sin ningún tipo de maldad.
Nuestras primeras canciones, como ‘Os engañan’, ‘Tamara’, ‘Dónde está el porvenir’, ‘el enterrador’, eran canciones sin polémica, sin bestialidad, con cierta perniciosidad, pero sin ataque claro conciso contra el sistema. Pero había algo que nos dejó huella: la policía. En las calles nos detenían dos o tres veces al día y así todos los días, sin excepción. Y no nos detenían por fechorías, qué va, nos detenían por limpiar su imagen, pues se daba el caso que de que por nuestras pintas tan destartaladas, la gente común en las calles nos veían como algo peligroso y nos trataban como a delincuentes y todo el mundo aplaudía y animaba a la policía cuando nos detenían:
- Muy bien, muy bien, a esos sí, a ver si limpiáis las calles de Euskadi de gente como esa.
Un día que nos llevaban detenidos en el coche de la policía, preguntamos que porqué nos detenían si no nos había pillado con nada sospechoso no estábamos en busca y captura y que, por tanto, no tenían motivos para llevarnos detenidos, a lo cual uno de los policías nos contestó:
- Vosotros tranquilos. En cuando lleguemos a la comisaría os soltaremos y después, si os volvemos a ver, os volveremos a detener y os volveremos a llevar a la comisaría y os volveremos a soltar y así sucesivamente. Voy a ser sincero con vosotros, la gente de la calle se pone de nuestro lado al deteneros, ya que con esas pintas les dais miedo, aunque no hayáis hecho nada.
Era intolerable. La policía nos trituraba a detenciones. Se puede decir sin ningún tipo de dudas que nosotros podíamos estar inscritos en el libro de Guiness de los Records por el número de detenciones que la policía nos había practicado. Los policías ya nos conocían hasta por nuestro nombre:
- ¡Los Eskorbuto!, ¡quietos!
Hemos tenido montones de anécdotas con la policía. Un día íbamos Jualma y yo paseando por la calle cuando de pronto aparecieron dos coches de la policía nacional. En aquéllos tiempos, los coches patrulla eran blancos y por eso los llamábamos lecheras, Aquellas dos lecheras se detuvieron a nuestro lado y salieron unos policías que preguntaban:
- A ver ¡El carnet! –dijo uno de ellos
- Poned todo lo que llevéis en los bolsillos sobre el coche –dijo otro.
Y el que mandaba en las dos dotaciones (creo que era el sargento), dijo:
- ¡Hombre, los Eskorbuto! ¿qué tal os va?
A lo que respondimos:
- Pues ya ve, nos tienen fritos de tanto detenernos, no podemos ni andar tranquilos por las calles sin que nos paren y eso nunca hemos cometido un delito. Es la hostia, ustedes se pasan con nosotros.
El sargento después de oírnos, nos respondió:
- Yo lo siento de verdad, pero como os podéis imaginar, este es nuestro trabajo. Y a todo esto ¿no os acordáis de mi? ¿no me conocéis?
Le miramos, nos miramos y le contestamos lo que se contesta en estos casos:
- Su cara nos suena, pero ahora mismo no caemos.
- ¡Sí, joder, me tenéis que conocer! Yo os he detenido cinco veces.
Que jodido policía, una a una nos las fue recordando. Y era cierto porque nosotros recordábamos los lugares, aunque no su cara, pero él lo recordaba todo. Mientras nosotros hablábamos, otro policía dio los datos de nuestros carnets por radio a la central y, como siempre, después de retenernos un buen rato, nos soltaron. Ese mismo policía nos siguió deteniendo, yo creo que más de veinte veces. Parecía que tenían una apuesta entre ellos a ver quién nos detenía más veces. Muchos de los que nos conocen pueden certificar lo de las detenciones.
Por esto y por muchas cosas más hicimos el tema ‘Mucha Policía Poca Diversión’, canción simple, pero concisa. A principios del 81 hicimos esta canción. La frase en aquéllos tiempos se hizo más famosa que nuestro propio nombre. Cuando le hablábamos a la gente del nombre de nuestro grupo y de nuestras canciones, sólo les sonaba ‘Mucha Policía Poca Diversión’ y no podían creer que fuera nuestra.
Éramos un grupo con pocas posibilidades de darnos a conocer y de tocar en directo porque los ayuntamientos, que no querían ningún tipo de problema, decían que no nos contrataban porque nuestro tipo de música incitaba a la violencia y que las fiestas del pueblo se podían fastidiar por culpa nuestra y de las gentes que venían a nuestros conciertos. Y este problema se repetía en todos los lugares.
Los radios no ponían nuestra música porque según ellos era sólo ruido. Y que entre tanto ruido las frases que se conseguían entender eran demasiado salvajes como para ser radiadas en emisoras establecidas. Por aquel entonces no habían radios libres en donde grupos como nosotros pudieran dar a conocer sus canciones. Tampoco había fanzines o cosas por el estilo, salvo la revista Muskaria.
Salvo lo mencionado, no había ningún tipo de apoyo para que un grupo se diera a conocer. Por eso montamos una gran explosión de pintadas con la expresión: ‘Eskorbuto Ezkizofrenia Rock’. Hicimos no cientos sino miles de pintadas. Allá donde íbamos, llevábamos con nosotros un rotulador y en cualquier sitio, trenes, bancos, basureros, paredes, esquinas, etc., dejábamos nuestro sello. Las pintadas eran nuestra mejor arma, nuestra forma de darnos a conocer.
En nuestro local de ensayo en Balleni íbamos dando forma a nuestras canciones y mejorando musicalmente. Hacíamos nuevos temas, pero nos hacían falta actuaciones y dinero, pues Gugu cada semana rajaba al menos un plato y yo en cada ensayo rompía dos o tres cuerdas a la guitarra. Menos mal que anudaba las cuerdas y así me servían para seguir ensayando. Pero necesitábamos pasta para comprar un micrófono y cables para la guitarra y el bajo y para parches y platos de batería.
Nuestra idea para solucionar nuestro problema financiero fue montar una barra de bar en el piso de abajo del local de ensayo. Compramos unas cajas de cerveza, coca-cola, kas y unas botellas de ron, ginebra y wisky. Gugu bajó su tocadiscos y entre todos bajamos disco y montamos una especie de pub, al cual la gente solía venir cada día más. El local lo teníamos abierto hasta muy tarde. Jualma y yo solíamos quedarnos a dormir en la parte de arriba del local. Las ganancias no eran excesivas, pero eran ganancias. Todo iba viento en popa hasta que un sábado por la noche sobre la una o las dos de la madrugada, la gente que se encontraba borracha montó un jaleo impresionante. Gritos, peleas, lo que se dice todo un escándalo y, por supuesto, lo que tenía que suceder, sucedió.
A la mañana siguiente, la abuela deGugu, que vivía enfrente del local de ensayo, a unos 25 metros nos despierta y nos dice:
- Chicos mirad, este local os dejé para que ensayara el grupo y no para que la gente venga a gritar y a pelearse delante de nuestra propia casa y no nos dejen dormir, así que vosotros veréis lo que hacéis. Si queréis seguir ensayando aquí no puede volver a suceder lo de esta noche, ¿está claro?
Estaba clarísimo, lo que hicimos fue cerrar el bar y dejar el local sólo para ensayar y disfrutarlo sólo nosotros. Entre ensayo y ensayo Eskorbuto había mejorado muchísimo, la Orquesta Sinfónica de Londres al lado nuestro, barro inglés. Nuestras primeras actuaciones eran tremendas; la gente quedaba impresionada pues nunca habían visto por estos lugares un grupo tan salvaje, llegándose a preguntar: ‘si los Sex Pistols eran punk, ¿Eskorbuto que son?’. Hacíamos tanto ruido que las letras de nuestras canciones no se llegaban a entender, pero eso sí, maníamos la atención de la gente durante todo el concierto.
Éramos imprevisibles, en cada concierto podía suceder cualquier cosa, Jualma corriendo por todo el escenario; yo saltando y metiéndome hostias a la guitarra; Gugu golpeando brutalmente la batería hasta casi destrozarla, con los platos rotos por el suelo; y Layki inmutable a todo lo que sucedía como un poste, tocaba el bajo.
La gente en los conciertos no sabía a dónde mirar pues todos llamábamos la atención. En más de una ocasión yo he tocado la guitarra con sólo tres cuerdas y las otras tres rotas, no había tiempo para cambiarlas, no se podía parar de hacer ruido. Nuestras actuaciones eran explosivas y a cada una de ellas era mayor la cantidad de gente que acudía. Empezábamos a ser conocidos y así debíamos continuar, con energía. Nuestras canciones y actuaciones eran de autentica guerra, ya que en las tiendas no venden metralletas, pero lo que sí venden son guitarras y con las guitarras nosotros hacíamos canciones de guerra. Fuimos el primer grupo en decir las cosas clarísimas, lo cual nos trajo siempre montones de problemas, pero debíamos seguir moviéndonos y no quedarnos estancados, pues sólo dependíamos de nosotros mismos, ya que no teníamos lo que se dice un padrino que nos abriera camino.
En Eskorbuto hablábamos de los tiempos venideros y de las nuevas acciones que debíamos acometer, pero Laiky no parecía muy entusiasmado, parecía no tener motivos para luchar por Eskorbuto. Jualma y yo hablamos con Gugu sobre el tema de Laiky. Gugu trabajaba en el taller de su padre hasta las seis de la tarde y no podía hacer nada hasta esa hora. Normalmente ensayábamos después de esa hora, pero Jualma y yo teníamos todo el día libre y si que podíamos movernos. Jualma y yo quedábamos todos los días para movernos, pero Laiky siempre ponía alguna excusa para no venir y así un día tras otro. Hicimos una reunión los cuatro y le pusimos sobre aviso a Laiky, que si Eskorbuto no lo motivaba era mejor que lo dejara.
Pasaron unas semanas y las cosas seguían igual. Laiky era un buen amigo y lo sigue siendo, pero empezábamos a ser conocidos y debíamos movernos todos para no quedarnos estancados.
Laiky abandonó el grupo a finales del 81. En ese momento, nuestro problema era encontrar un substituto que tocara el bajo, pues se nos avecinaba una actuación en los carnavales de Bilbao y la solución momentánea fue coger a un tipo que ya conocíamos desde hace algún tiempo y que había tocado el bajo en otro grupo que se llamaba Cero Noventa y Uno. Se llamaba Seni y se convirtió en nuestro músico de alquiler. Pero no era la solución adecuada y así ocurrió que fue nuestro bajista en el concierto de Bilbao pero no volvió a tocar con nosotros.
Nuestra auténtica solución fue genial en todos los aspectos. Jualma tocaría el bajo y cantaría, yo seguiría tocando la guitarra y, en vez de hacer coros simplemente, cantaría también algunos temas y Gugu seguiría a la batería. En ese momento pasamos de cuarteto a trío. Y habría una ventaja, a la hora de repartir tocaríamos a más. Por tanto, a comienzos del 82, la formación de Eskorbuto era: Jualma, bajo y voz; Iosu, guitarra y voz y Gugu, batería.
Eskorbuto seguíamos ensayando y haciendo nuevas canciones. Jualma y yo, que todos los sábados por la noche nos quedábamos a dormir en la parte de arriba del local de ensayo, éramos despertados todos los domingos por la mañana a primera hora por un tipo rarísimo que tenía un coche, un Seat 124 destrozadísimo que milagrosamente funcionaba. Este tipo, de baja estatura llegaba en su coche, se bajaba de él y nos llamaba golpeando la puerta de local. Nosotros pasábamos de abrirle, porque dormíamos, pero él seguía dándole mamporrazos a la puerta. Y así diez minutos, un cuarto de hora, … porque él sabía que nosotros estábamos dentro del local y continuaba llamando sin cesar. Al final le abríamos y le decíamos que no podía pasar. Pero el tío le plantaba una cara de la hostia y, sin nuestro permiso, acababa filtrándose poco a poco.
Jualma y yo ya no sabíamos que decirle para que se largara. Paco, que así se llamaba el tipo, empezaba a hablarnos de tonterías. Mientras hablábamos se liaba un porro y poco a poco se iba acercando a la batería, que la teníamos tapada con una manta. Realmente no sabíamos como se lo hacía, pero tenía un morro que se lo pisaba. Le decíamos que la batería no era nuestra y que nuestro batería se podía mosquear si notaba que alguien había estado en su batería. Él hacía oídos sordos y acababa destapándola y seguía hablando:
- ¡Una peral!, yo también tuve una Peral, son bastante buenas, La probaré a ver que tal suena.
Nos ofrecía tabaco Winston y fuego para sobornarnos y acabábamos riéndonos, pero eso si, le advertíamos:
- ¡Sólo cinco minutos!
Cinco minutos, ¡ja!, Paco empezaba a tocar la batería de tal forma que Jualma y yo acabábamos cogiendo el bajo y la guitarra y tocábamos con él una hora o dos y esto sucedía todos los domingos por la mañana. Esto a Gugu no le gustaba y poco a poco fue alejándose del grupo. A Gugu lo que de verdad le gustaba era la radio.
Entre mayo y junio del 82 nos dijo que dejaba el grupo y que le dijéramos a Paco si él quería ser el batería de Eskorbuto. Se lo dijimos a Paco y aceptó, peor aparecía un nuevo problema y es que nos quedábamos sin local de ensayo. Paco solucionó este problema. Él vivía en un caserío de dos plantas. En el piso de arriba estaba la cocina y la habitación y en el de abajo, el cuarto de baño y un pasillo, lo suficientemente ancho como para poder ensayar. Paco vino con su 124 a recoger todos los enseres musicales, bajo, guitarra, cables y amplificador. Lo recogimos todo del local de la abuela de Gugu y lo trasladamos a la casa de Paco. Él no tenía batería, pero le prestaron una hasta que pudo comprarse una de segunda mano. Y así, Eskorbuto quedó constituido con su formación definitiva. Paco era mejor que Gugu, más rápido y eso Eskorbuto lo notó, como músicos empezamos a ser decentes.
Gugu al final hizo lo que realmente quería, lo que de verdad le gustaba: montó una emisora de radio, Radio Santurce. Y no le va nada mal, cosa de la cual nos alegramos.
En el verano del 82 Eskorbuto tenía ya una formación totalmente consolidada, habiendo dejado atrás a Cañas, Laiky y Gugu. Entre ensayo y ensayo, Paco se aprendió los temas y surgían otros nuevos.
Vimos que lo siguiente era hacer un disco, cosa que en Euskadi la veíamos imposible. Jualma una tarde propuso bajar a Madrid, donde la movida estaba en plena ebullición y los sellos independientes también. La idea, a Paco y a mi, nos pareció bien, pero antes debíamos grabar una maqueta con los temas que en esos momentos nos parecían las más adecuadas para ser editadas en un disco. Y eso es lo que hicimos, grabamos una maqueta con un sonido decente para lo que había en esos momentos. La maqueta nos la grabó un tipo llamado David con una mesa de mezclas y el equipo de sonido que usaba en sus actuaciones el grupo Rufus.....