Libros ¿Qué estáis leyendo, amigos?

Termine Los Millones, de Santiago Lorenzo. Lo tenia aparcado desde hace un año.

Ahora a por el de Grace Morales en cuanto lo pille :121
 
ruben_clv rebuznó:
Deja de suscribir y danos tu opinión sobre Houllebecq o "Ese mermado gabacho" como nos gusta llamarlo a algunos.
Aún no he terminado, me quedan ciento y pico páginas. Pero desde ya digo que es muy entretenido.
 
Biografía de Fouché, ese oscuro personaje francés.
Escrita por Stefan Zweig.

Acojonante. :121
 
Manda cojones, me está resultando bastante más asequible Metafísica de Aristóteles que el maldito capítulo 8 de Ulises. Por cierto, al final pasé de la relectura de Zaratustra, e intercalo aforismos de Cioran con Metafísica o Ulises, según el ánimo... Vamos un caos.

Respecto a Camus yo recomiendo la dupla el extranjero seguido de el mito de Sísifo; a partir de ahí ya sabes quién es y qué ofrece.
 
Ni puto caso. Si quieres saber si Camus es tu hombre ve a por El hombre rebelde.

Con Sísifo no se puede empezar, que luego te quedas en la superficie de las cosas y no hay manera. Si quieres leerlo no hace falta que te compres nada, le he colgado varias veces en el foro, en un ensayo muy breve. El libro contiene más ensayos que valen la pena pero, en serio, intenta empezar por algo más denso.

Y La caída es una gran ignorada, quizá uno de sus mejores libros, pero la gente suele empezar por La peste para hacerse los guays y luego dicen que Camus es mierda y todo eso.
 
El extranjero nunca lo he catado. ¿Va de shurmanos o mas del palo guiris?
 
He aquí una canción inspirada en la novela. La pongo en Spoiler porque es eso, un spoiler


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Siempre que se habla de Camus digo lo mismo, a ver si alguna vez lo hago de verdad. Tengo El mito de Sísifo por aquí y todavía no le he metido mano. Teniendo en cuenta que es un regalo ya me vale :oops:
 
Pues delito tienes, porque ese ensayo es más que breve y tiene el mismo efecto que un bofetón en la cara: te despierta.
 
Lo fui dejando y al final se ha quedado como uno de esos libros que están ahí y de esos de "ya me lo leeré". Luego además uno va investigando, va leyendo foros (como este) y le van recomendando cosas, va probando... y claro se va quedando el resto. No es que sea excusa, pero es lo que me ha pasado.
 
ruben_clv rebuznó:
Deja de suscribir y danos tu opinión sobre Houllebecq o "Ese mermado gabacho" como nos gusta llamarlo a algunos.

Deja de ponerte en evidencia ya con el monotema.

Misógino Empedernido rebuznó:
Aún no he terminado, me quedan ciento y pico páginas. Pero desde ya digo que es muy entretenido.

¿Cuál te estás leyendo? Información quiero.
 
_Memnoch_ rebuznó:

Los dioses habían condenado a Sísifo a subir sin cesar una roca hasta la cima de
una montaña desde donde la piedra volvía a caer por su propio peso. Habían pensado
con algún fundamento que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin
esperanza.
Si se ha de creer a Homero, Sísifo era el más sabio y prudente de los mortales.
No obstante, según otra tradición, se inclinaba al oficio de bandido. No veo en ello
contradicción. Difieren las opiniones sobre los motivos que le llevaron a convertirse
en el trabajador inútil de los infiernos. Se le reprocha, ante todo, alguna ligereza con
los dioses. Reveló los secretos de éstos. Egina, hija de Asopo, fue raptada por
Júpiter. Al padre le asombró esa desaparición y se quejó a Sísifo. Este, que conocía
el rapto, se ofreció a informar sobre él a Asopo con la condición de que diese agua a
la ciudadela de Corinto. Prefirió la bendición del agua a los rayos celestiales. Por ello
le castigaron enviándole al infierno. Hornero nos cuenta también que Sísifo había
encadenado a la Muerte. Plutón no pudo soportar el espectáculo de su; imperio
desierto y silencioso. Envió al dios de la guerra, quien liberó a la Muerte de las
manos de su vencedor.
Se dice también que Sísifo, cuando estaba a punto de morir, quiso
imprudentemente poner a prueba el amor de su esposa. Le ordenó que arrojara su
cuerpo insepulto en medio de la plaza pública. Sísifo se encontró en los infiernos y
allí, irritado por una obediencia tan contraria al amor humano, obtuvo de Plutón el
permiso para volver a la tierra con objeto de castigar a su esposa. Pero cuando volvió
a ver el rostro de este mundo, a gustar del agua y del sol, de las piedras cálidas y del
mar, ya no quiso volver a la oscuridad infernal. Los llamamientos, las iras y las
advertencias no sirvieron de nada. Vivió muchos años más ante la curva del golfo, la
mar brillante y las sonrisas de la tierra. Fue necesario un decreto de los dioses.
Mercurio bajó a la tierra a coger al audaz
por el cuello, le apartó de sus goces y le llevó por la fuerza a los infiernos,
donde estaba ya preparada su roca.
Se ha comprendido ya que Sísifo es el héroe absurdo. Lo es tanto por sus
pasiones como por su tormento. Su desprecio de los dioses, su odio a la muerte y su
apasionamiento por la vida le valieron ese suplicio indecible en el que todo el ser se
dedica a no acabar nada. Es el precio que hay que pagar por las pasiones de esta
tierra. No se nos dice nada sobre Sísifo en los infiernos. Los mitos están hechos para
que la imaginación los anime. Con respecto a éste, lo único que se ve es todo el
esfuerzo de un cuerpo tenso para levantar la enorme piedra, hacerla rodar y ayudarla
a subir una pendiente cien veces recorrida; se ve el rostro crispado, la mejilla pegada
a la piedra, la ayuda de un hombro que recibe la masa cubierta de arcilla, de un pie
que la calza, la tensión de los brazos, la seguridad enteramente humana de dos manos
llenas de tierra. Al final de ese largo esfuerzo, medido por el espacio sin cielo y el
tiempo sin profundidad, se alcanza la meta. Sísifo ve entonces cómo la piedra
desciende en algunos instantes hacia ese mundo inferior desde el que habrá de volver
a subirla hasta las cimas, y baja de nuevo a la llanura.
Sísifo me interesa durante ese regreso, esa pausa. Un rostro que sufre tan cerca
de las piedras es ya él mismo piedra. Veo a ese hombre volver a bajar con paso lento
pero igual hacia el tormento cuyo fin no conocerá jamás. Esta hora que es como una
respiración y que vuelve tan seguramente como su desdicha, es la hora de la
conciencia. En cada uno de los instantes en que abandona las cimas y se hunde poco
a poco en las guaridas de los dioses, es superior a su destino. Es más fuerte que su
roca.
Si este mito es trágico lo es porque su protagonista tiene conciencia. ¿En qué
consistiría, en efecto, su castigo si a cada paso le sostuviera la esperanza de
conseguir su propósito? El obrero actual trabaja durante todos los días de su vida en
las mismas tareas y ese destino no es menos absurdo. Pero no es trágico sino en los
raros momentos en que se hace consciente. Sísifo, proletario de los dioses, impotente
y rebelde, conoce toda la magnitud de su miserable condición: en ella piensa durante
su descenso. La clarividencia que debía constituir su tormento consuma al mismo
tiempo su victoria. No hay destino que no se venza con el desprecio.
Por lo tanto, si el descenso se hace algunos días con dolor, puede hacerse
también con alegría. Esta palabra no está de más. Sigo imaginándome a Sísifo
volviendo hacia su roca, y el dolor estaba al comienzo. Cuando las imágenes de la
tierra se aferran demasiado fuertemente al recuerdo, cuando el llamamiento de la
felicidad se hace demasiado apremiante, sucede que la tristeza surge en el corazón
del hombre: es la victoria de la roca, la roca misma. La inmensa angustia es de-
masiado pesada para poder sobrellevarla. Son nuestras noches de Getsemaní. Pero
las verdades aplastantes perecen de ser reconocidas. Así, Edipo obedece
primeramente al destino sin saberlo, pero su tragedia comienza en el momento en que
sabe. Pero en el mismo instante, ciego y desesperado, reconoce que el único vínculo
que le une al mundo es la mano fresca de una muchacha. Entonces resuena una frase
desmesurada: "A pesar de tantas pruebas, mi avanzada edad y la grandeza de mi alma
me hacen juzgar que todo está bien". El Edipo de Sófocles, como el Kirilov de
Dostoievski, da así la fórmula de la victoria absurda. La sabiduría antigua coincide
con el heroísmo moderno.
No se descubre lo absurdo sin sentirse tentado a escribir algún manual de la
felicidad. "¡ Eh, cómo! ¿Por caminos tan estrechos...?" Pero no hay más que un
mundo. La felicidad y lo absurdo son dos hijos de la misma tierra. Son inseparables.
Sería un error decir que la dicha nace forzosamente del descubrimiento absurdo.
Sucede también que la sensación de lo absurdo nace de la dicha. “Juzgo que todo
está bien", dice Edipo, y esta palabra es sagrada. Resuena en el universo feroz y
limitado del nombre. Enseña que todo no es ni ha sido agotado. Expulsa de este
mundo a un dios que había entrado en él con la insatisfacción y la afición a los
dolores inútiles. Hace del destino un asunto humano, que debe ser arreglado entre los
hombres.
Toda la alegría silenciosa de Sísifo consiste en eso. Su destino le pertenece. Su
roca es su cosa. Del mismo modo, el hombre absurdo, cuando contempla su
tormento, hace callar a todos los ídolos. En el universo súbitamente devuelto a su si-
lencio se elevan las mil vocecitas maravilladas de la tierra. Llamamientos
inconscientes y secretos, invitaciones de todos los rostros constituyen el reverso
necesario y el premio de la victoria. No hay sol sin sombra y es necesario conocer la
noche. El hombre absurdo dice "sí" y su esfuerzo no terminará nunca. Si hay un
destino personal, no hay un destino superior, o, por lo menos, no hay más que uno al
que juzga fatal y despreciable. Por lo demás, sabe que es dueño de sus días. En ese
instante sutil en que el hombre vuelve sobre su vida, como Sísifo vuelve hacia su
roca, en ese ligero giro, contempla esa serie de actos desvinculados que se convierte
en su destino, creado por él, unido bajo la mirada de su memoria y pronto sellado por
su muerte. Así, persuadido del origen enteramente humano de todo lo que es
humano, ciego que desea ver y que sabe que la noche no tiene fin, está siempre en
marcha. La roca sigue rodando.
Dejo a Sísifo al pie de la montaña. Se vuelve a encontrar siempre su carga. Pero
Sísifo enseña la fidelidad superior que niega a los dioses y levanta las rocas. El
también juzga que todo está bien. Este universo en adelante sin amo no le parece
estéril ni fútil. Cada uno de los granos de esta piedra, cada fragmento mineral de esta
montaña llena de oscuridad, forma por sí solo un mundo. El esfuerzo mismo para
llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre. Hay que imaginarse a
Sísifo dichoso.


Lo siento si no sale cuadrado, es un copia-pega directo y ahora no tengo tiempo de maquearlo. Este es el mini ensayo que da nombre a la obra, que reúne varios escritos indispensables para cualquier ser que se digne de llamarse hombre.

Y encima amaba el fútbol. Camus es el hombre perfecto. :oops:
 
Yo a lo mio.

Terminado Los caminantes: hades nebula. De Carlos Sisi.
 
Llevo unas 180 páginas de Asfixia y no está pasando gran cosa. Sí, me encanta la forma de escribir de Pallaniuk, sus personajes, sus situaciones... pero lo que es de historia no está pasando casi nada.

Sigo por inercia y porque me gusta cómo escribe este hombre, en otro caso lo hubiera dejado ya.
 
Terminé La Partículas Elementales de Houellebecq y, si bien al final me gustado y me ha parecido entretenido, tiene pasajes tediosos absolutamente aburridos y, en esencia, no pasa casi nada. Lo mejor empieza en la segunda parte y la parte final del libro, ahora bien, las dos últimas páginas del epílogo, me parecen una chorrada gorda.

Ahora estoy con Nana de Pallhaniuk.
 
Terminé... El capítulo 8 de Ulises, y si bien al final me ha resultado interesante, desde luego es un libro que me está exigiendo mucho.
Lejos de darme una palmadita de aliento, Joyce, mete después un capítulo de Stephen, es decir, de guatemala a guatepeor... Hablan de algo de Shakespeare y Hamlet... :53
 
Finrod rebuznó:
Terminé... El capítulo 8 de Ulises, y si bien al final me ha resultado interesante, desde luego es un libro que me está exigiendo mucho.
Lejos de darme una palmadita de aliento, Joyce, mete después un capítulo de Stephen, es decir, de guatemala a guatepeor... Hablan de algo de Shakespeare y Hamlet... :53

No te des mal con el Ulises, piensa que es como la mili. Pasas por ello una vez en la vida, y después te olvidas. Una vez tienes el carnet de pedante ya puedes pasar a otra cosa y no volver a leer nada de Joyce ni aunque paguen cien euros la hoja.

El Finnegans Wake ya es para nota, sólo recomendable si quieres zanjar una discusión pedante del tipo:

- Oh, el Ulises es taaan superior a todo lo de Wilde. ¿No estás de acuerdo, mi querido amigo?
- Indeed, mi amado camarada. ¿Has DISFRUTADO del Finnegans?
- Eh... Mmm, Kundera tampoco está mal...

Y ese tío ya va a ir suavecito contigo para siempre. Si no ves probable encontrarte en esa situación, ni se te ocurra.
 
mister4 rebuznó:
No te des mal con el Ulises, piensa que es como la mili. Pasas por ello una vez en la vida, y después te olvidas. Una vez tienes el carnet de pedante ya puedes pasar a otra cosa y no volver a leer nada de Joyce ni aunque paguen cien euros la hoja.

El Finnegans Wake ya es para nota, sólo recomendable si quieres zanjar una discusión pedante del tipo:

- Oh, el Ulises es taaan superior a todo lo de Wilde. ¿No estás de acuerdo, mi querido amigo?
- Indeed, mi amado camarada. ¿Has DISFRUTADO del Finnegans?
- Eh... Mmm, Kundera tampoco está mal...

Y ese tío ya va a ir suavecito contigo para siempre. Si no ves probable encontrarte en esa situación, ni se te ocurra.
:lol::lol:

Lo peor de todo es que aunque consiga acabarme el mamotreto de Ulises, nunca voy a poder vacilar.

Conversación con alguien normal de mi círculo -un hombre-:
-Yo: Joder, lo he gozado con Ulises.
-X: ¿Eso es una serie?
-Yo: No hombre, el libro de Joyce.
-X: Tío, eres un friki.

Conversación con un intelectual de mi círculo -una mujer-:
-Yo: Joder, lo he gozado con Ulises.
-X: No me suena, pero yo te recomiendo Los pilares de la tierra, es el mejor libro del mundo.
-Yo: Hombre, pero no es lo mismo.
-X: Yo leo para disfrutar, Los pilares de la tierra del maestro Follet es lo mejor para disfrutar, es tan bueno que hasta han hecho una serie. Lo demás son chorradas para ir de listo.

Y aquí acabaría la discusión porque yo pasaría de entrar en el mismo bucle de siempre, según el cual, todos los autores o libros que les gustan, son tan buenos o más que cualquier clásico, por el simple hecho de que les gustan. Aún la mismísima saga de Amanecer.
Y es por eso que escribo en este foro:face:
 
Pues a mí me ha pasado al revés. No he leído el Ulises de Joyce y cuando me he cruzado con alguien que ha intentado siquiera presumir de ello le he cerrado la boca. Primero porque casi nadie lo ha leído entero, y segundo porque muchos "sólo" han leído eso.

Lo leeré cuando ya no esté de moda. Mientras tanto me quedo con Kafka.
 
Finrod rebuznó:
:lol::lol:

Conversación con un intelectual de mi círculo -una mujer-:
-Yo: Joder, lo he gozado con Ulises.
-X: No me suena, pero yo te recomiendo Los pilares de la tierra, es el mejor libro del mundo.
-Yo: Hombre, pero no es lo mismo.
-X: Yo leo para disfrutar, Los pilares de la tierra del maestro Follet es lo mejor para disfrutar, es tan bueno que hasta han hecho una serie. Lo demás son chorradas para ir de listo.

Lo peor es que en vez de Follet te salte con alguna del Coelho. Entonces ya te cagas por la pata abajo... pero te llega la caquita al calcetín.

ruben_clv rebuznó:
Pues a mí me ha pasado al revés. No he leído el Ulises de Joyce y cuando me he cruzado con alguien que ha intentado siquiera presumir de ello le he cerrado la boca. Primero porque casi nadie lo ha leído entero, y segundo porque muchos "sólo" han leído eso.
Lo leeré cuando ya no esté de moda. Mientras tanto me quedo con Kafka.

Bueno... Yo lo he leído entero. Y dos veces. Una para hacer un trabajo y otra "por cojones". El orden fue al revés de cómo lo expongo. Acabo de terminar un libro de un contemporáneo de Joyce, el "Berlin Alexanderpltaz", de Alfred Döblin. No sé si se ha hablado de ella alguna vez por aquí. También es una obra "dura y densa". La típica para leer según acabas Ulysses.

Saludos.
N.
 
¿Ulises está de moda y Kafka no?

Yo creo que la mayoría de gente ni siquiera sabe quien es Joyce, de Kafka como poco conocen la metamorfosis, "la del escarabajo".
Es curioso como Kafka en mi mundo vendría a ser algo así como el antiliteratura; un escritor repudiado. La gente con la que he podido hablar de él siempre me ha dicho lo mismo "es un pesado amargado, a mí no me gusta ese tipo de libros, yo leo para entrenerme, no para amargarme", entre ellas una checa de karate, a cuento de una camiseta que llevaba yo con su efigie.

Más amargo me parece Unamuno que Kafka.
 
Estaba siendo irónico con lo de las modas. Hay una terna de escritores que todo buen lector debe acabar leyendo sí o sí en algún momento de su vida, los padres de la novela moderna, esto es: Kafka, Joyce y Proust. No se puede ser pedante sin haberlos leído, al menos no pedante de verdad, te puedes tirar el moco pero no ser sincero. Yo Kafka lo controlo, Joyce nada y Proust sólo el primer libro de la serie. Soy un proyecto de pedante. :lol:


Eso de escritores amargados es un recurso sencillo. Las mejores novelas en realidad no te hacen pensar demasiado, porque son capaces de transmitirte un mensaje que ya conocías a poco que seas más espabilado que una ameba. La magia de la lectura se basa en eso, no en hacer pensar, para eso ya están los malos escritores.



Por eso echo de menos a Juvenal y Molay, porque ellos me completaban. :(
 
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