Victor I
Freak
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- 24 Ene 2006
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Tenían un monstruo y no querían dejarlo escapar. Hoy en el editorial de La Razón, monárquico y católico como vuestro hamijo Redivivo, nos enseñan su fotografía. Madrileño, 25 años de brutalidad, aspecto patibulario y gesto abstraído. Sus méritos innegables para entronizarlo como un carnicero que en breve vería su culo convertido en el parque de atracciones de todas las cárceles canarias. Los periodistas ya había dictado sentencia, tenían drama para varías semanas, estaban ahítos y felices con su nueva presa, rectores inapelables del binestar social. Habia torturado, quemado con cigarrillos, golpeado, violado y asesinado a la hija de tres años de su novia. Casquería de la mejor, sabrosa, al que que no le faltaba ningún ingrediente.
Pero por desgracia la realidad tiene otros planes y no siempre colabora. En realidad el juez ha dejado en libertad a este supuesto aprendiz de Hanibal Lecter. Lástima, hamijos, guardar vuestras pollas enhiestas, no hay caso. Ni violación (el desgarro anal es fruto de una operación) , ni quemaduras, ( que no son más que sarpullidos consecuencia de una reacción alérgica) ni asesinanto (la causa de la muerte es un edema consecuencia de una caída de que vió medio parque).
Si estos muchachos de la prensa hubieran tenido un poco más de suerte y el caso se hubiera demorado como es costumbre, les habría dado para unos cuantos especiales sobre la violencia contra la mujer desde la infancia. El negocio hubiera sido redondo. Por suerte siempre tendrán a Ernesto Neyra para sacarlo en procesión y beatificarlo por su heroismo de caballero medieval. Todo lo que tuvo que hacer fue pegar cuatro voces, meterse donde nadie le llamaba y correr a esconderse en un hotel. Por bocazas le calentaron los morros (un mísero puñetazo de nada) y de ahi a la gloria sólo dista la voluntad de los periodistas de encumbrarle.
Pero por desgracia la realidad tiene otros planes y no siempre colabora. En realidad el juez ha dejado en libertad a este supuesto aprendiz de Hanibal Lecter. Lástima, hamijos, guardar vuestras pollas enhiestas, no hay caso. Ni violación (el desgarro anal es fruto de una operación) , ni quemaduras, ( que no son más que sarpullidos consecuencia de una reacción alérgica) ni asesinanto (la causa de la muerte es un edema consecuencia de una caída de que vió medio parque).
Si estos muchachos de la prensa hubieran tenido un poco más de suerte y el caso se hubiera demorado como es costumbre, les habría dado para unos cuantos especiales sobre la violencia contra la mujer desde la infancia. El negocio hubiera sido redondo. Por suerte siempre tendrán a Ernesto Neyra para sacarlo en procesión y beatificarlo por su heroismo de caballero medieval. Todo lo que tuvo que hacer fue pegar cuatro voces, meterse donde nadie le llamaba y correr a esconderse en un hotel. Por bocazas le calentaron los morros (un mísero puñetazo de nada) y de ahi a la gloria sólo dista la voluntad de los periodistas de encumbrarle.